lunes, 29 de abril de 2013

"Narcoeconomía y realidad en el futuro del Hemisferio Occidental"


Por  MSc. Alejandro L. Perdomo Aguilera
alejandro.perdomo91@gmail.com
twitter: @AlejandroLPerdo
 Nuestra América manifiesta un complicado escenario en relación al impacto económico que día a día produce el tráfico ilícito de drogas (TID). Si bien lo tradicional era que los países pobres concurrieran en el negocio de las drogas como centros de producción y tráfico, en los últimos años se ha registrado un aumento y expansión de su consumo que ya no sólo incluye a la subregión andina, México, Centroamérica y el Caribe, sino que también adhiere a los países del Cono Sur y África Occidental. La inestabilidad política que padece Chile y las buenas relaciones que mantiene la administración de Sebastián Piñera con Washington, unido a las evidencias del acrecentamiento de los problemas relacionados con el TID y otros delitos conexos, en la subregión, son atenuantes suficientes como para calificar al Cono Sur como otro foco neurálgico del “narcotráfico” al cual los EE.UU. pudiera ajustar a su esquema imperial en los próximos años. El hecho de que esta potencia identifique a Argentina como un mercado importante de drogas, complica aún más la cuestión. Al incorporarse los países del Cono Sur y África Occidental en el negocio, no sólo aumenta el número de países implicados sino también los índices de producción- tráfico y, en menor medida, el consumo, que para un futuro no muy lejano pudieran tener niveles mucho mayores. Si se toma en cuenta, que el acelerado desarrollo del comercio de estupefacientes y la situación de países como México hace sólo una década atrás, se pueden apreciar las potenciales amenazas que se vislumbran para el Cono Sur y África Occidental a la fecha señalada anteriormente. La tendencia que se va imponiendo en este tipo de tráfico, es que los países que comienzan como corredores van aumentando paulatinamente su consumo doméstico e inician su propia producción. El abaratamiento que se produce en el mercado con las drogas sintéticas, por las facilidades para su producción, permite que se logre una mayor socialización de la mercancía, que ya no se limita a los consumidores de primer mundo, sino que comienza a surgir, aunque en menor escala, un peligroso espacio en los países subdesarrollados para las DI, sobre todo las de tipo sintético. En este sentido, el gobierno norteamericano expone el aumento de las incautaciones de toneladas métricas de cocaína en la región, como un triunfo total, mas ello no responde efectivamente a la reducción del problema. De hecho, uno de los elementos que mantienen y elevan los precios, es el encarecimiento de la transportación, en tanto los cárteles deben invertir más en seguridad, ampliando sus vínculos con empresas legales vinculadas con el comercio de armas y el blanqueo de dinero. Ello coincide con un momento de contracción del mercado estadounidense, que no responde a la eficacia de las políticas hegemónicas para su control, sino al cambio de patrones de consumo, de la cocaína a las drogas sintéticas, de allí que el director ejecutivo de la ONUDC, expresara: “La moda de las drogas sintéticas de diseño que imitan a las sustancias ilegales neutraliza los progresos observados en los mercados tradicionales de la droga.” El enfoque imperial, deja a un lado las formas de procesamiento de las drogas, el control de la demanda y el consumo, así como los disímiles nexos existentes entre los cárteles, el crimen organizado trasnacional, los políticos, comerciantes, banqueros y empresarios, sin los cuales no fuera posible reproducción de ese negocio. Con la liberalización de las economías y de los mercados financieros el TID se extiende por todo el mundo. La disminución de los precios de la cocaína desde los años 90 y la militarización de la guerra contra las drogas, han acrecentado los conflictos entre los cárteles por el control de territorios, en un intento por monopolizar las áreas para crear oligopolios y aumentar así su papel en el mercado. La característica de esta mercancía hace que los precios, la oferta y la demanda sean menos elásticos, en lo que también sirve de apoyo la guerra antidroga de los Estados Unidos. Este negocio cuenta con un mercado de primer mundo, por lo que las producciones de los países pobres suelen ser muy rentables, debido al abaratamiento de la mano de obra. Los campesinos que producen las materias primas para estas drogas son los que menos beneficios recogen, pero su nivel de vida es tan básico, que le es más rentable su producción que la de otros productos agrícolas, ante la ausencia de programas sociales que alienten la erradicación de los cultivos de hoja de coca y cannabis. El negocio del TID, es el segundo en movimiento de capitales del mundo, después del petróleo, por las ganancias extraordinarias que provee. Se estima que comercialización genere alrededor de 320 000 millones de dólares anuales, con un mercado de unos 200 millones de consumidores a nivel global. Esta economía genera “(…) 300,000 empleos para campesinos de los Andes sudamericanos que participan como proveedores de materia prima: coca (200,000 has), amapola (1,500 has) y marihuana (no menos de 1,000 has), que proveen para los mercados regionales internacionales.” Su peculiaridad consiste en la ilegalidad, los peligros y las consecuencias que acarrea. Los efectos de la globalización en los países latinoamericanos y el contexto de crisis de la economía global, han influenciado en la inserción de sectores poblacionales rurales del tercer mundo, en la economía agraria ilícita, para la producción de plantas que sirven de materia prima para las drogas. Las experiencias han reflejado que las limitantes de la política antidroga desplegada por los EEUU en América Latina, concentradas en la fumigación de los cultivos son contrarias a las aplicadas en Asia Central, específicamente en Afganistán. Sin embargo, no se aplican políticas para reducir las desigualdades socioeconómicas, con una redistribución de la riqueza más justa, que posibilite la ampliación de la clase media, acortando la brecha entre ricos y pobres, lo cual impulsaría los programas orientados a eliminar el TID y otros delitos conexos. Por el contrario, las fórmulas empleadas por el gobierno de Estados Unidos en la guerra antidroga acrecientan la dependencia económico-comercial y financiera de los países latinoamericanos y asiáticos. La producción de materias primas, el procesamiento, transportación y comercialización de las drogas, así como la seguridad que deben proveer para su exportación incluye a un mayor número de personas cada día, que hallan en este negocio una salida a los efectos de la crisis de la economía global sobre la pobreza y el empleo. Estas circunstancias atraen a los sectores más pobres de la sociedad, tanto de los países productores como de los consumidores a los que se dirigen, donde resultan más vulnerables los jóvenes, los migrantes y las mujeres. El lavado de dinero y el contrabando abierto cobran auge con el TID. Nuevamente el contexto de crisis favorece el negocio, puesto que los bancos necesitan de una inyección monetaria que el TID está dispuesto a aportar con tal de blanquear sus ganancias. Otra de las vías que hallan los narcotraficantes para el blanqueo de capitales es la inversión en el turismo, la construcción y el sector exportador. A nivel macroeconómico, una vez que el lavado de dinero les proporciona un respaldo legal a las ganancias derivadas del TID, se introducen al sistema financiero internacional, participando en el pago de las deudas. En este sentido, las ganancias del negocio se insertan en el sistema económico mundial, apoyando la lógica neoliberal. En los países en vías de desarrollo, es en donde más agudos son los efectos económicos del neoliberalismo y, también, del TID. Las ganancias del negocio dependen de los precios internacionales y de la demanda. Su condición de droga ilícita aumenta los dividendos, pues toda restricción incide en el aumento del precio. Asimismo, el dinero acumulado sirve para financiar la compra de mercancías en el exterior, por lo que las divisas generadas por el TID no ingresan al país productor directamente. De esta forma, se derrumba el mito de que el negocio de las drogas es una forma de beneficiar el desarrollo de los países del Tercer Mundo, reconociéndose al TID como una forma más, de atar a estos países en la pobreza y la dependencia de las grandes potencias; que ven en este problema una oportunidad para justificar e incrementar sus intereses económicos, políticos y militares en la región. En América Latina aumenta la vulnerabilidad de las autoridades estatales, para el enfrentamiento a los cárteles. En el caso de Centroamérica, luego de la Conferencia de Seguridad, el pasado 22 de junio de 2011, EE.UU. propuso el llamado “Grupo de Amigos” como ayuda internacional de las potencias que luchan contra el TID en la subregión. La ex jefa de la diplomacia estadounidense expresó: “La estrategia debe reflejar la naturaleza trasnacional del desafío que encaramos. Los cárteles y los delincuentes no se contienen en las fronteras y por tanto nuestra respuesta tampoco debe hacerlo.” Las declaraciones de la ex Secretaria de Estado, permiten dilucidar que en el nuevo panorama mundial, se asiste a un proceso de creciente privatización de la seguridad, como una nueva dimensión del avance de los procesos de privatización en general. Se está padeciendo de una securitización de los temas de mayor sensibilidad, que rebasa las fronteras nacionales, bajo el escudo político-diplomático de la lucha contra un problema de alcance mundial. Con ese objetivo, las potencias centrales incluyen, de forma creciente, al sector empresarial dentro de los entes responsables, que tratan de contrarrestar, a través de una financiación ficticia, los problemas sociopolíticos. El peligro de privatizar la lucha contra el TID se acentúa en los puntos abordados por la ex Secretaria de Estado. Para ello enfatizó: “(…) tenemos una responsabilidad compartida y ahora tenemos que verla en acción. Pero voy a recalcar que el liderazgo debe originarse en América Central, y no sólo en los gobiernos, sino también en el sector privado (…)” Ello refleja el interés del gobierno norteamericano, por privatizar la lucha contra el TID y afianzar sus nexos con el sector empresarial de la región. Los países del Caribe acogidos como paraísos fiscales han servido para el lavado de dinero del narcotráfico, con una tendencia al aumento, en tanto crecen las sumas en el mercado, en lo cual ha incidido la guerra lanzada por Estados Unidos contra los cárteles en Colombia y México, fundamentalmente. De manera general, el lavado de dinero aumenta y el incremento de las incautaciones de drogas por algunos países de Latinoamérica como Colombia, evidencia también la continuidad del negocio. El “narcotráfico” ha constituido una amenaza por su funcionalidad para fungir como colchón de los países más pobres, sobre los efectos de la crisis económica global, representando un por ciento considerable del PNB, así como por las fuentes de empleo que genera. De igual forma, ha sido acogido por empresarios en declive para recapitalizar sus finanzas. La pobreza de los sectores rurales ha alentado la producción de la droga, incrementándose las áreas de cultivo a pesar de las políticas antidrogas, que se han trazado con ineficacia entre algunos países de la región y los Estados Unidos (el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida). La militarización se ha profundizado en el negocio de las drogas tanto por parte del los Ejércitos como por los cárteles, donde se destaca el Cártel de los Zeta, compuesto por ex soldados de élite del Ejército mexicano. Según datos oficiales de la ONU, el mercado de las drogas representa alrededor del 0,8 por ciento del PIB de los Estados Unidos; sin embargo para los países de América Latina la dependencia aumenta. La mitad corresponde al gasto en cocaína (US$ 37 mil millones, 0,4% del PNB), que representa la mayor parte de las exportaciones de drogas ilegales originadas en Colombia. Además, si se considera el valor de la cocaína en el mercado detallista de los Estados Unidos las utilidades “restituidas” por el crimen organizado en Colombia sólo representa el 5% de su valor. Evidentemente, el negocio de las drogas desangra cada día más la región, estrechando los lazos de dependencia al imperio norteamericano, que traza sus estrategias de dominación, a conciencia de la incapacidad manifiesta de los pueblos más afectados por este flagelo, para hacer frente a un negocio que no existiera ni se reprodujera sin el vanidoso concurso del primer mundo, con sus suntuosos mercados de la droga, sus bancos que blanquean las ganancias y su complejo militar industrial, que violenta la región, con la venta liberada de armas -a la usanza de operación como la Rápido y Furioso y la Naufragio - que denotan un preocupante panorama, para Nuestra América. Bibliografía: Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC). “Las Naciones Unidas contra la Droga” http://www.unodc.org/spanish/Depts/dpi/boletin/drogas/ Pampillón, Rafael y Verna, Gérard. “Ley del mercado y narcotráfico: el caso de Colombia”. Revista “Política Exterior”, Nº 45. Madrid, 1995. Panneta, Linda. “Plan Colombia”… “plan de muerte”. http://www.visionesalternativas.com/militarizacion/articulos/pcolom/2.htm Pegoraro, Juan. “Inseguridad y violencia en el marco del control social”. “Espacio Abierto”. Vol. 10 Nº 3. Cuaderno Venezolano de Sociología, Universidad del Zulia. Maracaibo, 2001. Presidencia de la República de Colombia. “Plan Colombia”. 1999. En: http://bogota.usembassy.gov/wwwsplan.shtml Ruilova Quezada, Eduardo. “Colombia: El Plan Patriota y sus secuelas” http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/3324 Suárez Salazar, Luis (1987): "El `narcotráfico' en las relaciones interamericanas: un enfoque estructural", en Cuadernos de Nuestra América, La Habana, julio-diciembre de 1987, No. 8. Suárez-Salazar, Luis. Conflictos sociales y políticos generados por la droga. En: NUEVA SOCIEDAD NRO.102 JULIO- AGOSTO 1989, PP. 107-119. Suárez Salazar, Luis (1990) "`Narcotráfico' y conflictos sociales y políticos en América Latina: algunas hipótesis", en Cuadernos de Nuestra América, La Habana, enero-junio de 1990, No. 14. Soberón, Ricardo. Las tendencias del narcotráfico en América Latina. En: www.tni.org Chernick, Marc W. La guerra de los Estados Unidos contra las drogas. No. 19. CONACUID (1987). La Cuestión de las Drogas en América Latina -Una Visión Globa-.Caracas, Venezuela: Ministerio de Educación. Chernick Marc (1992). La guerra de los Estados Unidos contra las drogas. Cuadernos de Nuestra América, IX, 80-86.

Una asistente de Hillary Clinton encabeza Amnistía Internacional en Estados Unidos


Suzanne Nossel, ex asistente de Richard Holbrooke en sus tiempos de embajador ante la ONU y actual asistente de Hillary Clinton a cargo de las organizaciones internacionales, se convierte en directora ejecutiva de Amnistía International en Estados Unidos. En sus funciones como empleada del Departamento de Estado, Suzanne Nossel desplegó ingentes esfuerzos por manipular el tema de los derechos humanos a favor de las ambiciones imperiales de EE.UU.
La señora Nossel ya había trabajado anteriormente para Human Rights Watch, para Bertelsmann Media Worldwide y para la administración del Wall Street Journal.
El consejo de administración de Amnesty International USA estimó que el trabajo de Suzanne Nossel en las administraciones de los presidentes Bill Clinton y Barack Obama constituye una garantía de su competencia, obviando sin embargo los crímenes que ambas administraciones cometieron en Yugoslavia, Afganistán, Irak y Líbano, entre otros países.
La señora Nossel dio inicio a diversas campañas contra Irán, Libia y Siria. En los últimos meses se destacó en la campaña de mentiras destinada a intoxicar el Consejo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, para lograr que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara una resolución que autorizara la guerra contra Libia. Finalmente, las acusaciones de la señora Nossel resultaron ser puras mentiras.

viernes, 26 de abril de 2013

GEOPOLÍTICA Y DROGAS EN EL HEMISFERIO OCCIDENTAL: IMPLICACIONES PARA EL “NUEVO ORDEN MUNDIAL Y PANAMERICANO”

GEOPOLÍTICA Y DROGAS EN EL HEMISFERIO OCCIDENTAL: IMPLICACIONES PARA EL “NUEVO ORDEN MUNDIAL Y PANAMERICANO”

por Luis Suárez Salazar[1]

Resumen:

Mi exposición va dirigida a realizar un actualizado enfoque critico acerca de la innegable relación que existe entre los enfoques geopolíticos y geoeconómicos que han caracterizado las grandes estrategias de seguridad imperial elaborada por los círculos dominantes en los Estados Unidos y la llamada “guerra contra las drogas”, contra la “narcoguerrilla”, contra “el terrorismo” o contra el “narcoterrorismo” que en la actualidad se desarrolla en algunos naciones del mundo subdesarrollado y, en particular, en algunos estados del denominado Hemisferio Occidental.

En ese contexto, resaltaré el creciente significado que han adquirido todos los asuntos vinculados con el combate contra el mal llamado “narcotráfico internacional”[2] en los sistemáticos esfuerzos que, desde la última década del siglo XX hasta la actualidad, han venido desarrollando los círculos de poder estadounidenses para construir, bajo su dominación, lo que desde hace varios años, he venido denominando como “un nuevo orden panamericano” funcional a sus aspiraciones hegemónicas y de dominación sobre el sistema mundial de la denominada “posguerra fría”.[3] Es decir, sobre el ilegal “nuevo orden mundial” anunciado por el entonces presidente estadounidense, George H. Bush (padre), a comienzos del decenio de 1990.

Para cumplir mis objetivos dividiré mi exposición en tres partes articuladas entre sí. En la primera, presentaré una rápida actualización de las principales tendencias que caracterizan el consumo, el tráfico y la producción de drogas ilegales (ya sean de origen vegetal, sintéticas o semisintéticas) en todo el planeta.[4] Asimismo, trataré de demostrar el lugar relativamente secundario que ocupan las 33 naciones independientes o formalmente independientes de América Latina y el Caribe (al igual que los territorios coloniales que subsisten en esa región) en la producción y el tráfico de las principales drogas ilegales que se consumen en la actualidad: marihuana, cocaína, morfina, heroína, así como una multiplicidad de drogas sintéticas derivadas de las anfetaminas (EA) y del “éxtasis” (MDMA o “droga del amor”) inventada en los laboratorios de algunos países de Europa Occidental en la década de 1980. Igualmente, en los delitos transnacionales conexos (como el lavado de dinero, el tráfico de precursores y de armas...) que se han desarrollado e ineludiblemente se desarrollarán al calor de la denominada “globalización neoliberal”. 

En contraste con ese hallazgo, en la segunda parte, mostraré cómo –sobre la base de su redefinición de los “nuevos enemigos de la seguridad interamericana” (entiéndase de la seguridad imperial estadounidense) que se produjo en la “posguerra fría”— las tres últimas administraciones de los Estados Unidos (sucesivamente encabezadas por George H. Bush, William Clinton y por George W. Bush) han convertido a algunas de las naciones del Hemisferio Occidental (México, Colombia y otras naciones andino-amazónicas, así como de la llamada Cuenca del Caribe) en el principal escenario de “la guerra contra las drogas y otros delitos conexos” que, desde la segunda mitad de la década de 1980, proclamó de manera unilateral la reaccionaria administración del republicano Ronald Reagan (1981-1989).  Asimismo, referiré como esa “guerra contra las drogas” ha sido la fachada para impulsar otros objetivos de la política exterior y de seguridad de los Estados Unidos.

A partir de esas constataciones y de algunas referencias al entramado de acuerdos y pactos de diferentes tipo que, desde la primera Cumbre de las Américas (diciembre de 1994) hasta nuestros días, han venido firmando los 34 gobiernos del hemisferio que (con excepción del Cuba) integran el Sistema Interamericano, así como del análisis crítico de ciertos casos regionales y nacionales (la Cuenca del Caribe, México, Colombia y otros países andino-amazónicos), también abordaré la estrecha vinculación que existe entre la lucha contra el “narcotráfico” y los objetivos más generales de la gran estrategia estadounidense contra las naciones situadas al Sur de Río Bravo y de la península de la Florida. En particular, con aquellas acciones dirigidas a garantizar su dominación sobre las naciones y territorios bañados por las aguas del Golfo de México y del Mar Caribe: zona del mundo que, desde hace casi dos siglos, ha sido considerada por las clases dominantes en los Estados Unidos como “la frontera sur” de su mal llamada “seguridad nacional”.[5]

Todos esos enfoques se actualizarán en la tercera y última parte de mi exposición. A partir de las reflexiones que he venido realizando acerca de las implicaciones mundiales y hemisféricas de la llamada “guerra contra el terrorismo global” emprendida por la Casa Blanca inmediatamente después del 11 de septiembre del 2001,[6] en esa parte presentaré algunas consideraciones acerca de la relación perversa que ha establecido los sectores más reaccionarios del establishment de la política exterior y de seguridad de los Estados Unidos entre los problemas vinculados con el consumo, la producción y la comercialización de drogas ilegales, el “lavado de dinero”, las luchas político-militares de contenido nacional-popular, los gobiernos propulsares de acciones alternativas a la “globalización neoliberal” y las llamadas “intervenciones militares preventivas” contra las “redes terroristas de alcance global”, así como contra los denominados “estados fracasados” o “estados fuera de la ley” definidos como los principales enemigos de la seguridad nacional de los Estados Unidos en lo que se alcanza a ver del siglo XXI.[7]        

En consecuencia, mi exposición culminará con algunas recomendaciones respecto a los conceptos teórico-prácticos alternativos que, con relación al consumo, la producción y la comercialización de drogas, así como respecto a las políticas antidrogas y al mal llamado “narcotráfico”, deberán impulsar todas aquellas fuerzas sociales y políticas interesadas en construcción un mundo y un continente más justo y mejor que el que están edificando las clases dominantes en la mayor parte de las naciones del planeta y, en particular, aquellos sectores “neo-fascistas”, neoconservadores y neoderechistas de la oligarquía financiera y tecnotrónica triádica que hoy controlan la elaboración de la política interna y externa de los Estados Unidos y de otras “potencias” occidentales, cuales son los casos del Reino Unido, España e Italia.



[1] Escritor, investigador y sociólogo cubano, Profesor Adjunto (Asociado) de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana y del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.
[2] Cual he indicado en todos mis trabajos sobre el tema, el término “narcotráfico” o más recientemente “narcoterrorismo” (de factura estadounidense) conduce a importantes errores en el análisis, la comprensión y la solución del problema del consumo, la comercialización y la producción de drogas, tanto en el plano nacional e internacional como hemisférico; ya que sólo induce a pensar en la comercialización y transporte (tráfico) de algunas drogas ilegales (marihuana, morfina, cocaína) y en los llamados “delitos conexos” real o presuntamente vinculados a esas actividades. Se excluyen así del campo del análisis otras drogas legales (barbitúricos, anfetaminas, analgésicos), ilegales (cual es el caso de las drogas sintéticas) o socialmente aceptadas, cual es el caso del alcohol. También se excluyen los más importantes eslabones del problema de las drogas en general y en particular de las drogas ilegales: consumo/demanda; producción, procesamiento y comercialización de insumos industriales legalmente producidos que sirven como precursores para la producción tanto de drogas extraídas de las plantas, como de drogas sintéticas o semisintéticas. Asimismo, se excluyen el financiamiento, almacenamiento, transporte de esas drogas y el peliagudo tema del “lavado de dinero”. Como se ha insistido, la mayor parte de esas actividades están estrechamente asociadas con empresas legales sin cuyo concurso (consciente o inconsciente) sería muy difícil producir esas mercancías y, mucho menos, realizar todos los movimientos de capitales y ganancias que produce esa negocio en todo el mundo. Por lo antes dicho, para referir el objeto de mi análisis, utilizaré el lenguaje empleado por la ONU. Es decir “el problema de las drogas ilegales y otros delitos conexos”.  
[3] Entre otros de mis textos sobre esos temas puede consultarse: "El `narcotráfico' en las relaciones interamericanas: un enfoque estructural", en Cuadernos de Nuestra América, La Habana, julio-diciembre de 1987; "`Narcotráfico' y conflictos sociales y políticos en América Latina: algunas hipótesis", en Cuadernos de Nuestra América, La Habana, enero-junio de 1990;“’Narcotráfico’ y subdesarrollo en América Latina y el Caribe: algunas reflexiones”, en Drogas, sociedades adictas y economía subterránea, Cochabamba, Bolivia, 1992. También puede consultarse: “Nuevo ‘orden’ mundial, integración y derechos humanos en el Caribe: Apuntes para una reconceptualización”, en Globalización, Integración y Derechos Humanos en el Caribe, ILSA, Bogotá, 1995; El siglo XXI: Posibilidades y desafíos para la Revolución cubana; Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2000; y América Latina y el Caribe: Medio siglo de crimen e impunidad (1948-1998), Editorial ZAMBON - Editorial José Martí, Frankfurt y La Habana, 2001.
[4] Según la OFDPD de la ONU, puede afirmarse que hay dos clases importantes de drogas: las “sintéticas” y las “extraídas de las plantas”. El rasgo diferencial de las drogas sintéticas (anfetaminas, metanfetaminas, barbitúricos, alucinógenos, “éxtasis”, ciertos analgésicos, LSD, metacuolona) con relación a las extraídas de las plantas, es que las primeras se sintetizan en laboratorios, normalmente a partir de productos químicos “de las estanterías” (denominados precursores o sustancias iniciales). Por el contrario, las drogas extraídas de las plantas –aunque requieren algunos precursores de fácil obtención en el mercado mundial (por ejemplo, queroseno, ácido clorhídrico y sulfúrico)— sólo pueden obtenerse procesando un producto vegetal. Este es el caso del opio y la morfina, de la cocaína y de algunos derivados de la planta cannabis (popularmente conocida como mariguana). Cuando en el proceso de fabricación de una droga en laboratorio se utilizan productos químicos de “las estanterías” y plantas naturales, se utiliza el término “droga semisintética”. Este es el caso de la heroína. 
[5] Las primeras referencias a esos conceptos pueden encontrarse en el pensamiento geopolítico de uno de los Padres Fundadores, secretario de Estado (1789-1794) y posterior presidente de los Estados Unidos (1801-1809), Thomas Jefferson; quien sin ambages proclamó que el control de las naciones colocadas en el Golfo de México, en el Caribe y en el istmo centroamericano formaban parte de la “seguridad continental” de su país.    
[6] Los interesados pueden consultar: “El ‘Nuevo Orden Panamericano’ y la ‘Guerra contra el terrorismo’: algunas tesis e hipótesis”, ponencia presentada a Primera Conferencia de Estudios Americanos, efectuada en La Habana, Cuba, en junio del 2002; “La ‘Nueva’ Estrategia de ‘seguridad imperial’ de los Estados Unidos: Implicaciones para la paz, para el Derecho Internacional Público Contemporáneo y para el ‘Nuevo Orden Panamericano”, ponencia presentada al evento internacional Por el Equilibrio del Mundo, efectuado en la Ciudad de La Habana, en ocasión del 150 Aniversario del Natalicio de José Martí (28 de enero del 2003); y “La estrategia de seguridad imperial de los Estados Unidos: Implicaciones para el Gran Caribe”, ponencia presentada a  la XXVIII Conferencia Anual de la Asociación de Estudios del Caribe, efectuada en Belice, entre el 26 y el 30 de mayo del 2003.
[7] George W. Bush: La Estrategia de Seguridad Nacional, en http://usembassy.State.gov/colombia/wwwses01.shtml, 8 de octubre del 2002. 

By ControlCapital.Net
Última actualización 10/03/2013@13:19:44 GMT+1
  Bolivia , Burma y Venezuela señalados como no cumplidores
  Reconoce progresos de Colombia, Ecuador y México 
11.03.2013
Como cada año, en un extenso informe publicado el 5 de marzo, el Departamento de Estado examina los esfuerzos de control de drogas en países de todo el mundo, de conformidad con un mandato del Congreso de que esta información se compile como un resumen general de la adhesión mundial a las convenciones de la ONU sobre el control del tráfico ilícito de drogas ilegales.
El informe detalla la ayuda de Estados Unidos a países individuales y grupos regionales para control de narcóticos. Los totales en el último año fiscal alcanzaron casi 1.600 millones de dólares, se calcula que en 2012 serán de más de 2.000 millones, y se prevé que ascenderán a 2.500 millones en 2013. Una cantidad significativa de esos recursos se destina a la capacitación internacional contra el narcotráfico, dedicada a “un mayor profesionalismo de la infraestructura del estado de derecho... la mejora de las habilidades técnicas del personal de aplicación de la ley contra las drogas en estos países” y al aumento de cooperación y vínculos entre los funcionarios de aplicación de la ley de Estados Unidos y extranjeros, de acuerdo con un resumen del INCSR.
El informe ofrece también un amplio resumen de las operaciones de aplicación de la ley realizadas por la Agencia de Estados Unidos para el Control de Drogas (DEA) y los socios internacionales durante el año 2011, identificadas como “estrategia de ataque a la circulación de drogas”, que tiene por objetivo “causar graves alteraciones a la circulación de drogas, dinero y productos químicos”, en las rutas de tráfico internacional.
Bolivia, Birmania, y Venezuela no pudieron cumplir con las normas internacionales en la lucha contra el narcotráfico en 2012, según el Departamento de Estado de EE.UU. International Narcotics Control Strategy Report (INCSR), publicado la semana pasada. El informe determinó que esos tres países han "fracasado " para mejorar sus esfuerzos en la lucha contra la producción y transporte de estupefacientes.
El INCSR señaló para Bolivia la falta de adopción de una serie de controles de NACIONES UNIDAS sobre el cultivo de la coca, el transporte y la venta, y criticó además una reducción en la capacidad de Bolivia tras la expulsión en 2009 de personal de la DEA. Una combinación de errores bolivianos y éxitos colombiano significa que, por primera vez desde 1995, Bolivia está produciendo más cocaína que su compañero continental. El INCSR admitió que Bolivia había dado algunos pasos hacia control de estupefacientes, y expresó el deseo de continuar y desarrollar la cooperación en curso.
Estados Unidos reconoció que Bolivia reportó la erradicación de al menos 10 mil hectáreas de cultivo de coca por segundo año consecutivo pero advirtió que "sin embargo, el cultivo ilegal de droga permanece alto, y el gobierno boliviano tiene controles inadecuados para prevenir el desvío de la producción 'legal' de coca a la producción ilícita de cocaína".
El documento identificó como uno de los factores en contra de Bolivia su política a considerar como lícito el cultivo de hasta 20 mil hectáreas de hoja de coca y su retiro de la Convención de Narcóticos de la ONU de 1961.
Venezuela se enfrenta a otra serie de dificultades. A diferencia de países como Bolivia, un centro clave de producción de narcóticos, el mayor papel de Venezuela es como ruta de tránsito fuera del continente. La débil seguridad en la frontera, especialmente a lo largo de la frontera colombiana, agrava el problema. A pesar de las prometedoras medidas, entre ellas una mayor cooperación venezolano-colombiana en materia de lucha contra el tráfico y extradiciones de delincuentes buscados para ser sometidos a juicios, se mantiene un alto nivel de corrupción y la participación en el tráfico de drogas lo que impide la capacidad de Venezuela la capacidad de abordar el problema de las drogas, añade el informe.
Estados Unidos describió a Venezuela como un país clave de tránsito aéreo, terrestre y marítimo de cocaína y lo señaló de mantener una cooperación antinarcóticos "mínima" con Colombia, pese a haber deportado algunos fugitivos a Colombia, Estados Unidos y otros países.
El informe señaló la importancia de que Venezuela aumente su cooperación antinarcóticos con Washington, lo cual requeriría "un cambio en la política del gobierno venezolano y podría mejorarse a través de un relanzamiento formal de la comunicación" entre las autoridades de ambas naciones.
Birmania sigue siendo la segunda mayor fuente de la adormidera ilegal en el mundo, según el INCSR. Además de la producción de opio, Birmania está en el papel de producción y el tráfico de drogas sintéticas, en particular de metanfetamina y otros estimulantes  aumentó considerablemente. Birmania mantiene su posición como un actor importante en el suministro de drogas sintéticas en el sur de Asia a pesar del aumento de los esfuerzos del gobierno para reducir la producción de sustancias ilícitas. El informe acusa de inadecuada la política de Birmania.
Bajo la ley de EEUU, los países evaluados como habiendo fallado de forma demostrable en cumplir sus responsabilidades anti narcóticos se enfrentan a la cogenlación de la ayuda de EEUU. Sin embargo, Bolivia, Burma, y Venezuela evitarán esta consecuencia a causa de la importancia para los interesas nacionales de EEUU. Una excepción presdiencial para estos casos singulares les permitirá continuar recibiendo ayuda.
Argentina. El Departamento de Estado afirmó que la producción y el consumo de cocaína en la Argentina aumentó, mientras que las toneladas decomisadas de este tipo de drogas fueron muchas menos en 2012 que en otros años. De acuerdo a la estadística, la Argentina tiene actualmente el consumo más alto de cocaína de toda América del Sur y América Central.
Entre los factores que pueden haber contribuido a este deterioro, la diplomacia estadounidense menciona el hecho de que después de la detención del avión militar estadounidense en Ezeiza en febrero de 2011, el gobierno de Cristina Kirchner prohibió el trabajo de la DEA en la Argentina durante un año, y cuando le volvió a abrir la puerta en junio del año pasado, lo hizo de forma limitada. Según el Departamento de Estado, entonces, la cooperación actual es muchísimo menor a la que había antes. “Estados Unidos volvió a compartir información y ofrece un número limitado de entrenamientos anti drogas”, dice el informe, en donde la administración de Barack Obama se queja sin embargo porque el “Ministerio de Seguridad sigue desalentando la cooperación con las fuerzas de seguridad provinciales, lo que limitó los esfuerzos para mejorar la capacidad anti drogas de las provincias”.
“Las limitaciones que el gobierno impuso a las operaciones de la DEA en la Argentina pueden haber contribuido a la disminución de las incautaciones desde el 2010 al 2012” dice el informe del organismo que conduce el secretario de Estado John Kerry, y agrega que de enero a junio de 2012 fueron incautados 3,4 toneladas métricas de cocaína, mientras que en 2010 se incautaron 12 toneladas y en 2009, 12.8.
El texto del Departamento de Estado es congruente con otro informe difundido por la JIFE en el que la ONU alertó sobre el consumo de anfetaminas y drogas sintéticas en el país.
El reporte elogió los avances logrados por Colombia en el combate a los narcotraficantes, pero advirtió que "el progreso no es irreversible" y exhortó a Bogotá a destinar recursos adicionales para mejorar la seguridad, construir infraestructura y generar oportunidades económicas en "regiones que históricamente han estado muy influenciadas por elementos criminales y terroristas".
Ecuador :  La embajada de EEUU en Ecuador publicó que "Estamos contentos de que el Departamento de Estado de los Estados Unidos haya reconocido los éxitos y logros del Gobierno del Ecuador en su continua lucha contra las drogas. Como en tiempos anteriores, el informe afirma que el Ecuador no es un país productor de drogas importante y ha tomado medidas ‘inmediatas’ para ‘erradicar’ cualquier cultivo de drogas a pequeña escala una vez que éstas sean identificadas.”
“El informe también reconoce legítimamente los retos asociados con el hecho de estar ’situado entre dos de los países de mayor producción de drogas ilícitas en el mundo’, y que el “Gobierno del Presidente Rafael Correa, reconoció la necesidad de aumentar los esfuerzos de prohibición’ y en consecuencia ha tomado medidas proactivas. Medidas adicionales están en la agenda del Presidente para su nuevo mandato, incluso impulsar legislación exhaustiva contra el lavado de dinero, la cual se encuentra pendiente en la Asamblea Nacional del Ecuador.”
 En cuanto a México, el documento le atribuyó progreso a la reducción de homicidios relacionados al crimen organizado respecto al año anterior. Pero subrayó un aumento en la producción ilegal y el consumo de narcóticos, y calificó como "relativamente limitada" la interdicción de cocaína cuyo destino final es Estados Unidos.
Otros países LATAM
Bahamas, Belice, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Haití, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela fueron mencionados entre los principales productores de droga y donde se lava la mayor cantidad de dinero procedente de la droga.
El Salvador, Honduras, Jamaica y Nicaragua solamente aparecieron en la sección de los países con mayor producción y tráfico de estupefacientes, que en total incluyó a 22 naciones.
Argentina, Brasil, Canadá fueron incluidos entre los principales productores de precursores químicos y entre los países con mayor lavado de dinero, mientras que Chile aparece solamente entre los 25 principales emisores de precursores químico

Las tendencias del narcotráfico en América Latina


26 Abril 2011

Los países de América Latina deben revisar el modelo de "guerra contra las drogas" impuesto desde el exterior y adoptar un enfoque propio.
Los países de América Latina se encuentran cada vez más comprometidos en la geopolítica del narcotráfico, sea por la violencia descontrolada, la corrupción institucional o la simple ineficiencia de las agencias encargadas de reprimirlo.
Cada vez más, el delito asociado a actividades comerciales ilícitas crece en cantidad y calidad, precisamente cuando se cumple el 50 aniversario de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, y el próximo año se cumplen los 100 años de la Convención del Opio de 1912. Aparentemente, ha mutado de forma de poder evadir los controles diseñados en esa oportunidad histórica. Es por ello muy importante volver a dibujar los marcos teóricos y fácticos que determinan la actual composición del fenómeno, de manera que puedan alimentar adecuadamente las políticas públicas del futuro.
Para efectos de este artículo, incluiremos bajo este concepto, todos los componentes que comprenden este circuito económico ilegal, así como la comunidad de actores que participan en él, o en su represión. Los cultivos, rutas, escenarios de tráfico y acopio, entre los más importantes. La segunda década del siglo XXI, tiene algunos patrones que van delineando los nuevos elementos que configuran este fenómeno global, en el contexto de México, América Central y el Caribe, la región andina y el Cono Sur. Ellos son:
1) Las sociedades rurales del Tercer Mundo han encontrado la manera de adecuarse a los nuevos tiempos de la globalización en el siglo XXI, integrándose al circuito del libre mercado participando a través de su incorporación a economías agrarias ilegales: tal es el caso de no menos de 300,000 campesinos en los Andes sudamericanos que participan como proveedores de materia prima: coca (200,000 has), amapola (1,500 has) y marihuana (no menos de 1,000 has), que proveen para los mercados regionales internacionales. Cada vez más, la hoya amazónica se verá confrontada con una progresiva y desordenada colonización incentivada por las economías ilícitas lo que va a ocasionar no solamente su rápida destrucción sino el involucramiento progresivo de sus sociedades rurales ancestrales en esta vorágine asociada a la criminalidad.
Las relaciones entre pobreza, marginación, conflicto y narcotráfico, después de 25 años de discusión y debate son más que evidentes (1). A guisa de ejemplo, a pesar del “Plan Colombia” (2000-2005) y los severos golpes propinados a las FARC por sucesivos gobiernos colombianos, al no haber abordado los problemas de concentración de la tierra y la existencia de mafias locales, ha impedido resolver los problemas estructurales que permiten y facilitan la existencia de las FARC como una alternativa distinta, entre el campesinado.
Algo similar, podemos decir, ocurre en el Perú. En 1980, surgió el grupo terrorista Sendero Luminoso y tras 20 años de una cruenta guerra interna, su líder, Abimael Guzmán cayó prisionero. 18 años más tarde, el Perú pasa por un período de crecimiento económico sostenido, de estabilidad financiera que se deja sentir particularmente en la angosta franja de la costa peruana (Lima, Trujillo, Arequipa y Piura), mientras que las comunidades indígenas y nativas de Sierra andina y la Selva Alta, respectivamente, conservan niveles muy inferiores en términos de desarrollo humano.
Curiosamente, en los dos principales valles de producción de coca asociada al narcotráfico, sobreviven las dos vertientes de Sendero Luminoso que mantienen su enfrentamiento con el Estado neoliberal representados por las administraciones de Alejandro Toledo (2001/2006) y Alan García (2006/2011). Esta guerra persiste encapsulada, mientras que las condiciones sociales y económicas que la originaron se mantienen intactas. Asimismo, las políticas basadas en la erradicación compulsiva de los cultivos ilícitos, mientras no aborden los problemas estructurales de pobreza rural, son inútiles y nefastas. He allí un enorme reto para el próximo gobierno.
2) La permanente fragmentación/segmentación de cada uno de sus fases, es una variable que caracterizará al narcotráfico de los próximos años. Desde el cultivo de plantas prohibidas hasta la exportación de sus productos finales, no solo distrae los esfuerzos estatales de interdicción, sino que permite una creciente participación en el circuito ilícito, de grupos socialmente vulnerables o que resultan excluidos del modelo económico global (jóvenes, migrantes, mujeres, provincianos).
Es el caso de los miles de migrantes sudamericanos que en su periplo hacia el norte desarrollado son objeto de chantaje o amenaza, por parte de grupos de traficantes, para exigirles el trasiego de pequeñas cantidades de drogas en sus cuerpos. Para los próximos años, el tránsito pequeño de drogas resultará siendo el mecanismo más eficiente y menos costoso para el crimen organizado, empleando ingentes cantidades de mano de obra y distrayendo los escasos recursos de control estatal.
La incapacidad penal de los Estados en focalizar su atención en el crimen complejo organizado, hace que se incremente el hacinamiento carcelario con los actores más vulnerables, como lo demuestra el crecimiento de la población carcelaria por delitos de drogas (especialmente mujeres) (2). Así, mediante el funcionamiento de la represión indiscriminada de las policías, la industria de las cárceles se va a ver beneficiada del mayor gasto en la construcción de infraestructura penitenciaria.
Este nuevo escenario sociológico de la economía de las drogas, incluye mayores áreas geográficas que se excluyen de la presencia de los Estados y la modernidad, tanto a nivel urbano (barrios marginales en todas las capitales y ciudades principales), como en espacios rurales distantes (especialmente en las áreas de frontera como es el Trapecio Amazónico). Así, los grandes centros de desarrollo y modernidad urbanos del continente, estarán rodeados de grandes llanuras de pobreza, ilegalidad y violencia.
Es el caso de las comunas en Medellín, la “favela” de Rocinha en Río de Janeiro, las villas de Buenos Aires, la ciudad satélite de El Alto en Bolivia, o los barrios jóvenes del puerto del Callao en el Perú, donde se enfrentan intereses delincuenciales concretos, ante la escasa capacidad de policías y fuerzas armadas. No tan lejos como para llegar a la idea de los Estados fallidos, los “espacios liberados” de la autoridad estatal crecerán en América Latina con la presencia de cientos de firmas, pequeños carteles, pandillas y otro tipo de organizaciones criminales de tamaño reducido, asociadas al tráfico de drogas ilícitas.
3) La disminución de la cooperación económica internacional de Europa, Estados Unidos y los organismos internacionales, es cada vez más notoria –salvo iniciativas puntuales como la de Mérida o Colombia-, originando la muerte por inanición de organizaciones formales como la CICAD (3) o la UNODC (4). Esto deja sin posibilidades reales a los esfuerzos del desarrollo alternativo en el piedemonte amazónico.
En definitiva, esta situación representa la fractura definitiva del denominado Consenso de Viena que funcionó en el marco de los tratados internacionales anti narcóticos desde 1912, 1961, 1971 y 1988. Ello obliga a los Estados nacionales a comprometer recursos financieros más escasos o, dejando las estrategias locales supeditadas a acciones más simbólicas y menos eficientes.
Bajo este contexto, es claro que los países de América Latina debemos revisar nuestro modelo, paradigmas estrategias, políticas y leyes sobre drogas, sobre la base de lo que es posible, verificable y medible. Debemos poner fin a una “guerra sin sentido” propagada desde el Norte, para volver a nuestras raíces, a nuestros problemas de pobreza y exclusión asociados al uso y producción de sustancias ilícitas. Esto pasa también para redefinir los términos de intercambio y de negociación internacional con Europa, Asia y Estados Unidos.
4) Los patrones de consumo de drogas son imprevisibles ante las nuevas generaciones de jóvenes, mientras que las políticas oficiales son inocuas en su capacidad preventiva y/o disuasiva. Por otro lado, las nuevas generaciones de latinoamericanos están en medio de un modelo que alienta el consumo exacerbado a la luz del amplio abanico de sustancias con capacidades psicoactivas disponibles en los mercados: el precio seguirá bajando y la calidad seguirá subiendo, parece ser una tendencia indiscutible.
La incoherencia institucional de los Estados, frente al uso descontrolado del alcohol y el tabaco, surte efectos en el nicho de las sustancias ilícitas, tanto de origen natural como las de procedencia sintética. Crecientemente, el abuso de drogas ilícitas muestra cifras alarmantes en el Cono Sur y en determinadas mega ciudades de América del Sur.
5) Con respecto al lavado de dinero, estamos en una situación en la que la expansión económica de algunas economías en desarrollo, como los propios períodos de crisis, hacen posible y menos identificable la existencia de múltiples mecanismos que permiten el flujo de capitales sucios o sospechosos. Las modalidades de lavado han crecido de cuando se preveía en el GAFI. Así, tenemos la presencia de compañías de paraísos fiscales secretas, no registradas, que proveen servicios considerados secretos, en denominados espacios de secretismo en los paraísos fiscales (5). Hoy, actividades lícitas como construcción, turismo, sector exportador, son penetrados por el narcotráfico.
Así pues, estas cinco principales características son las que perfilan las nuevas formas que adquiere el narcotráfico en los territorios de América Latina. Ello obliga a que las nuevas instancias, como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), las tomen en cuenta al momento de discutir las nuevas estrategias y políticas para abordar estos complejos problemas.
Notas:
1) Ver los estudios de Paul Collier para Banco Mundial, recientemente el texto de Nick Crofts publicado en The Guardian, “Drugs and Development –caught in a vicious cycle” (7 abril 2011).
2) “Sistemas Sobrecargados – Leyes de Drogas y Cárceles en América Latina”, TNI y WOLA, diciembre 2010
3) Comisión Interamericana de Control de Drogas de la OEA.
4) United Nations Office on Drugs and Crime
5) MURPHY Richard, “Out of Sight: What is a Tax Haven” April 4th 2011 http://www.lrb.co.uk/v33/n08/richard-murphy-ii/out-of-sight
El presente texto es parte de la revista "América Latina en Movimiento", edición 464 de abril de 2011. http://alainet.org/publica/464.phtml
Tomado de: Drogas y Democracia. En: http://www.tni.org/es/article/las-tendencias-del-narcotr%C3%A1fico-en-am%C3%A9rica-latina 

Perú: hacia una política eficaz y coherente en materia de drogas

8 Agosto 2011
Ricardo Soberón asume la presidencia ejecutiva de DEVIDA, ente rector de políticas sobre drogas de Perú, con el fin de impulsar una acción sensata, proporcionada y respetuosa de los derechos humanos.
El día de hoy debo estar asumiendo la Presidencia Ejecutiva de DEVIDA*, el ente rector de la política sobre drogas del Estado peruano. Hace 21 años, empecé a trabajar en estos temas, cuando formaba parte de la Comisión Andina de Juristas, en los previos a la Cumbre de Cartagena de 1989. Desde entonces, nunca me separé del análisis, lectura, participación e incidencia en políticas sobre drogas: AADA, CONTRADROGAS, CAN, ONU, OEA, DEA, UNASUR, CORAH, OFECOD, DEVIDA….todas distintas siglas con similar significado: se piensa que es posible regular desde el Estado, mediante la prohibición extrema y simbólica de la oferta y demanda mundiales de sustancias capaces de alterar la conciencia: 220,000 hectáreas de coca en los Andes, 900 toneladas de cocaína producidas y US$ 450,000 millones anuales monetizados por este negocio demuestran que no ha sido posible.
Siempre pensé que la “Guerra contra las Drogas” iniciada en 1908, 1961, 1971 o 1989 -según las preferencias-, ha sido un fracaso a nivel global, hemisférico, regional y local. Miles de muertos, de presos, de abusos cometidos en nombre del pedido por una sociedad más reprimida y prejuiciada. Invitaría a todos los que se rasgan las vestiduras llamando a una mayor represión, a que visiten nuestras comisarías, nuestros tribunales, pero sobre todo nuestras cárceles.
Hoy han surgido un cúmulo de “analistas”, formadores de opinión que dibujan la “cancha” de las políticas públicas entre dos extremos, la prohibición y la (mal) denominada legalización. Señalan en los medios que les son adeptos, que la posición de este servidor es a favor de una alianza con “narco campesinos”, “poceros”, “cargachos”. Nada más equivocado ni maliciosamente escrito por los amigos “Wikileaks” (ellos saben a quienes me refiero). Ellos son, mas bien, los que distraen la atención pública permitiendo que los escasos recursos y policías que tiene el Perú, se dediquen a perseguir a estos actores del circuito ilícito, mientras que las grandes empresas y capitales trafican con precursores, armas, drogas y combustible, lavando su dinero sucio en sus narices.
La responsabilidad es enorme y mi deseo es convertir a DEVIDA en un verdadero “director de orquesta” del Estado peruano. Como ente rector, debe ser la llamada a impulsar una acción sensata, realista, proporcionada, respetuosa de los derechos humanos, bajo el enfoque de la Reducción de Daños, en todos los ámbitos: Justicia, Agricultura, Seguridad y Orden Público. No creo en la denominada erradicación de cultivos, porque no reduce la droga producida, y mas bien produce una serie de males que afectan a la población y siguen empujando las áreas sometidas a la coca para el narcotráfico (Putumayo, Palcazo).
Conozco y respeto al arbusto de la Hoja de Coca, como alguna vez lo planteó el padre de la Medicina Peruana, Hipólito Unanue. Deseo que en algún momento, Perú y Bolivia puedan emprender acciones conjuntas para que el mundo entienda las posibilidades que se ciernen sobre esta planta, si no estuviera maliciosamente en la Lista Uno de Estupefacientes, de la Convención Unica de 1961.
Siguiendo las líneas maestras del discurso presidencial, en el campo internacional notamos con preocupación la retracción de la cooperación económica en todos los niveles y eso no solamente es grave, sino representa un claro debilitamiento a la forma como entienden y cumplen el principio de la responsabilidad compartida, en Estados Unidos, en Europa, en el G-8 y los organismos financieros internacionales. Es nuestro deseo llevar relaciones respetuosas, cooperativas y soberanas en la materia. La comunidad internacional debe entender de una vez por todas, que es la demanda internacional de 19 millones de usuarios de cocaína los que incentivan este negocio . El llamado a una Cumbre de carácter regional o hemisférico planteado por el presidente Humala es una excelente oportunidad, para que el Perú, los países andinos y el MERCOSUR levanten su voz en la revisión del cumplimiento de la corresponsabilidad, el equilibrio entre enfoque de Reducción de Oferta y Demanda y la necesidad de una interdicción selectiva y más eficaz.
Ojalá que Dios, mi familia, pero por sobre todo, el estar seguro de la verdad de mis apreciaciones, me lleven a buen término. Solamente deseo que la gran transformación ofrecida al electorado peruano por nuestro presidente Ollanta Humala, también pueda ser posible en este terreno de la prevención eficaz y no discursiva, de la interdicción simbólica que esconde fuertes dosis de corrupción institucional.
* Nuestro columnista Ricardo Soberón ha sido convocado por el Presidente Ollanta Humala para asumir la Presidencia Ejecutiva de DEVIDA. Por dicha razón está columna será la última que escriba en Noticias SER
Tomado de  Drogas y Democracia. En:
http://www.tni.org/es/opinion/peru-hacia-una-politica-eficaz-y-coherente-en-materia-de-drogas

lunes, 22 de abril de 2013

EE.UU.: Aprueban CISPA, ley para ciberespionaje

22 abril 2013
cispaEl Congreso de los Estados Unidos aprobó la polémica ley CISPA, que permitirá el ciberespionaje. Organizaciones se han opuesto a esta ley puesto que las empresas podrán vender información privada de los usuarios al gobierno estadounidense.
El año pasado, la Cyber Intelligence Sharing and Protection Act (CISPA) tenía 248 votos a favor y 168 en contra. En la votación más reciente se dieron 288 votos a favor, 127 en contra y 17 abstenciones. El presidente Barack Obama ha mostrado su negación al proyecto por violar la privacidad de los internautas.
Según los impulsores de la ley, CISPA ayudará al Gobierno de Estados Unidos a investigar las “amenazas cibernéticas” y garantizar la seguridad de las redes contra los ataques cibernéticos.
Empresas como Microsoft y Facebook han mostrado abiertamente su apoyo a la ley, mientras que Electronic Frontier Foundation, la American Civil Liberties Union y Avaaz.org han mostrado su repudio a dicho proyecto.
Antes de poder ser aplicada, CISPA pasará al Senado estadounidense donde se votará, se modificará y se analizará su aplicación o no.
Tomado de Cubadebate

De Silvio por Alfredo Guevara

Por Silvio Rodriguez

Alfredo
20 abril 2013
De izquierda a derecha Julio García Espinosa, Alfredo Guevara, Silvio Rodríguez y Enrique Pineda Barnet en la inauguración de la exposición homenaje al GESI. Foto. Paco Bou
Lo conocí personalmente en 1968, después del primer concierto que hicimos en Casa de las Américas. Por entonces empezó a visitar nuestra vivienda de la calle Gervasio, donde nos apretábamos mi madre y su marido, mis hermanas y yo. Sobre la estrecha sala del mínimo apartamento había una ventana grande que sólo se abría unas pulgadas, porque topaba con el edificio de al lado. Cuando descubrió el detalle lo vi desbarrar furioso sobre la falta de humanidad capitalista, capaz de vender la ilusión de un ventanal que daba a un muro.
A partir de aquel día me empecé a acostumbrar a sus observaciones y también a sus manías, como la de andar con un saco sobre los hombros (decía que para protegerse los pulmones), o aquella otra de solamente comer pollo. Desde el principio coincidimos en una cosa: el verdadero helado es el de chocolate; todos los demás son pretensiones.
Nuestras primeras pláticas, en su despacho del 7mo piso, casi siempre giraban en torno a temas culturales. Qué leía, qué cine o qué pintura me gustaba, si asistía al teatro. Cuando algo me hacía explotar también entraba allí y le soltaba mis demonios. Haydee Santamaría y él fueron los primeros padres revolucionarios con quienes pude conversar “a calzón quitao”.
Cierta vez estuvo en Brasil, en plena dictadura militar, donde pudo ver las manifestaciones estudiantiles y la complicidad de la canción naciente con la rebeldía. Cuando llegó a La Habana nos invitó a Leo Brouwer y a mi a la conferencia en la que iba a contar su viaje. Nos pidió que al final no nos fuéramos y luego nos llevó a su despacho, para hablarnos de un posible proyecto de investigación musical, de un taller experimental donde nuestras raíces se fusionaran a expresiones afines. Fue la primera vez que se habló sobre lo que después sería el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC.
Cuando Maurice Bejart fue a La Habana con su Ballet del Siglo XX, me hizo ir con él al Gran Teatro. La tarde inolvidable empezó con un Raga en el que una pareja, en un mínimo espacio, recorría de principio a fin el Kama Sutra. En otro de los actos la actriz española María Casares decía unos versos a la noche. El último ballet era el Bolero de Ravel: una flama dorada bailando sobre una mesa enorme, asaltada por un sinfín de cuerpos. Al final sólo uno lograba la fusión, para empezar la vida.
El 30 de diciembre de 1970, cerca de las 12 de la noche, bajé las escaleras de mi edificio y caminé hasta la esquina para llamarle por teléfono y felicitarle por su cumpleaños 45. Me dijo que se sentía muy mal, precisamente por cumplir aquella edad, ya que cuando joven se había prometido no ir más allá de los cuarenta. Desde aquella vez, siempre que coincidíamos en Cuba, no dejé de llamarle los 30 de diciembre a las 12 de la noche.
Inexplicablemente, el último diciembre olvidé llamarle. Unos días después sonó el teléfono y era él, diciéndome que se había quedado esperando.
Desde la adolescencia fue un apasionado del cine y junto a otros entusiastas tuvo experiencias iniciáticas. Estudió Filosofía y Letras. En la década del 50, por sus actividades revolucionarias, fue preso y torturado brutalmente. Se exilió en México, donde fue asistente de dirección de Luís Buñuel, en su película Nazarín.
Después del triunfo de la Revolución fundó el Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficos y el Festival de Cine de La Habana, que dirigió hasta el mediodía de hoy, en que un infarto nos lo llevó.
Alfredo Guevara.
(Tomado de Segunda Cita)

Entrevista a Junior Garcia Aguilera