lunes, 27 de enero de 2014

DUALIDADES DE AMERICA LATINA I. Economía y Clases


¿En la última década América Latina ganó autonomía o reforzó su condición dependiente? ¿Amplió o redujo su margen de soberanía? ¿Afronta la crisis económica global con más protección o más desamparo?
La evolución de Sudamérica brinda muchos argumentos para las tesis de la autonomía y el curso de Centroamérica para el diagnóstico de la dependencia. La misma contraposición se verifica si se generaliza el sendero que transita Venezuela o México. Los nuevos márgenes de independencia de la región cobran relevancia, cuando se pone el acento en la dimensión geopolítica y la reinserción periférica salta a la vista, cuando se prioriza la evaluación económica.
“Pos-liberalismo” y “Consenso de commodities” son dos conceptos que sintetizan ambas miradas. La primera noción remarca la vigencia de una nueva etapa signada por la política exterior independiente, la multiplicación de gobiernos progresistas y el retroceso de la derecha[1]. El segundo término resalta el reforzamiento uniforme de modelos centrados en la exportación de bienes primarios[2].
¿Cuál es la caracterización acertada? La respuesta exige evaluar las grandes transformaciones económicas, sociales y políticas registradas en la región, durante las últimas dos décadas.

AGRO-EXPORTACION Y MINERIA

La reestructuración neoliberal en América Latina afianzó desde los años 80 un patrón de especialización exportadora que recrea la inserción internacional de la región como proveedora de productos básicos.
Esta renovada gravitación de las commodities ha implicado una profunda transformación en el agro, basada en la promoción de cultivos de exportación en desmedro del abastecimiento local. En todos los países se reforzó un empresariado que maneja los negocios rurales con criterios capitalistas de acumulación intensiva. La vieja oligarquía encabezó esta reconversión, en estrecha asociación con las grandes compañías del “agrobusiness”.
Los pequeños productores soportan encarecimiento de los insumos, mayor presión competitiva y creciente transferencia de riesgos, a través de contratos amoldados a las reglas de la exportación. Deben adaptar su actividad a nuevas exigencias de refrigeración, transporte e insumos agro-químicos, para generar productos amoldados al marketing global. Frecuentemente se endeudan, venden la tierra y terminan engrosando la masa de excluidos que emigra a las ciudades.
Esta presión por elevar los rendimientos socava las reminiscencias de la agricultura no capitalista y diluye las viejas discusiones sobre la articulación de distintos modos de producción en este sector. Bajo la disciplina que impone la demanda externa se reducen las fronteras entre el sector primario y secundario y se amplía la gravitación del trabajo asalariado con modalidades tayloristas.
La soja es un típico ejemplo de este nuevo esquema agrícola. Se ha difundido en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, destruyendo otros cultivos, mediante un modelo transgénico de siembra directa y dependencia de Monsanto como proveedor de semillas. Como requiere poca fuerza laboral para producir aceite o alimentos de animales, genera un sólo empleo cada 100-500 hectáreas[3].
Pero la misma mutación se verifica en otras regiones y productos. Las frutas y vinos de Chile se elaboran con nuevos parámetros de venta externa, que incrementan la concentración rural y multiplican la sub-contratación de trabajadores temporarios. Las flores en Ecuador y Colombia se cultivan con técnicas intensivas de irrigación y elevada explotación de la mano de obra femenina, desplazando la producción alimenticia tradicional. Los nuevos vegetales de invierno en las plantaciones de Centroamérica se exportan a costa de la producción tradicional y ya han generando un dramático incremento de la importación de alimentos básicos[4].
Esta misma especialización en exportaciones primarias se verifica en la minería con la nueva modalidad de explotaciones a cielo abierto. Para extraer mineral se dinamitan montañas y las rocas son disueltas por medio de compuestos químicos (fracking). Como estas técnicas reemplazan al viejo socavón y necesitan mayor inversión se ha potenciado la presencia de compañías extranjeras, que obtienen cuantiosas ganancias tributando bajos gravámenes. Las empresas de Canadá -mixturadas con australianos, belgas, suecos y estadounidenses- controlan la mayor parte de esos emprendimientos.
Chile es un paraíso de esta actividad. El cobre ya no es extraído sólo por la estatal CODELCO. También participan otras compañías que pagan bajos impuestos (7,8%) y obtienen elevadísimas rentabilidades (50%). Lo mismo ocurre en Perú, que desarrolló un proyecto de alcance extractivo gigantesco en la región de Conga[5].
Esta minería utiliza enormes volúmenes de agua que afectan a los emprendimientos agrícolas y amplían la contaminación. Se refuerzan así las calamidades ambientales que soporta la región, ante la desaparición de los glaciares andinos, la sabanización de la cuenca amazónica y las inundaciones costeras. El extractivismo exportador acentúa todos los efectos del cambio climático[6].

RETROCESO INDUSTRIAL

El declive industrial es la otra cara del auge agro-minero. El peso del sector secundario en el PBI latinoamericano descendió del 12,7% (1970-74) al 6,4% (2002-06) y la brecha con la industria asiática se ha ensanchado en producción, productividad, tecnología, registro de patentes y gastos en Inversión y Desarrollo[7].
Este retroceso es frecuentemente identificado con la “reprimarización” de la economía latinoamericana. Pero la industria no desaparece y más acertado es señalar su readaptación a un nuevo ciclo reproductivo dependiente. El repliegue es muy evidente en Brasil y Argentina, las dos economías más representativas de la industrialización de posguerra.
En el primer país la productividad decrece, los costos aumentan y el déficit industrial externo se expande, en un marco de inversiones estancadas e infraestructuras de energía y transporte muy deterioradas. Algunos analistas estiman que el aparato industrial brasileño ha quedado reducido a la mitad de la dimensión que alcanzó en los años 80[8].
La misma regresión se verifica en la industria argentina, a pesar de la recuperación registrada en la última década. Este sector ocupa un lugar menor que en los 80 (del 23% al 17% del PBI) y se encuentra altamente concentrado en cinco sectores, con predominio extranjero, importaciones crecientes y baja integración de componentes nacionales.
En México, la industria tradicional -erigida durante la sustitución de importaciones para abastecer al mercado local- ha sido reemplazada por el auge de las maquilas, en las zonas francas. Este tipo de fábricas jerarquizan la exportación y operan a través de redes adaptadas a las normas de la acumulación flexible. Comenzaron con la indumentaria y la electrónica, se expandieron a la rama automotriz y ya representan el 20% del PBI mexicano. En la frontera de Estados Unidos se ubica la localización emblemática de este modelo. Las 50 plantas iniciales (1965) se multiplicaron a 3000 fábricas mellizas (2004), asentadas a ambos lados de la zona limítrofe.
Al desenvolverse como ensambladoras con reducida calificación laboral, estas fábricas contienen muchos rasgos de la especialización básica que afecta a toda la economía latinoamericana. Su principal insumo es la baratura de la fuerza de trabajo.
Las empresas lucran con el reclutamiento de trabajadores provenientes de las zonas rurales y criminalizan la sindicalización. Mientras que la productividad se asemeja a los niveles vigentes en las casas matrices, los salarios son varias veces inferiores a la media estadounidense y se ubican por debajo del sector agremiado mexicano.
Este cimiento del modelo en la explotación laboral es más visible en la nueva generación de empresas localizadas en República Dominicana, Guatemala u Honduras. Allí contratan jóvenes sometidos a una disciplina agobiante. La presión por aumentar la productividad es permanentemente recreada por la competencia asiática.

REMESAS Y TURISMO

El modelo de especialización en exportaciones básicas crea poco empleo, acentúa la emigración y ha generado en los pequeños países de la región un nuevo tipo de dependencia en torno a las remesas.
América Latina es la mayor receptora de estos fondos, que constituyen el principal ingreso de República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica y Nicaragua. Estas transferencias son la segunda fuente de divisas para Belice, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay y Surinam. Han sustituido la primacía del café en El Salvador y de las bananas en Honduras[9].
Con las remesas se estabiliza una inédita situación dual de ingresos producidos en un país y consumidos en otro. La fuerza de trabajo remunerada en un punto solventa la reproducción de sus semejantes de otra zona. La comunicación global y el abaratamiento del transporte han creado un espacio multinacional estable de personas que viven al mismo tiempo en dos mundos, puesto que la conexión del inmigrante con su localidad de origen se mantiene, forjando un doble patrón de vida en ciertas comunidades[10].
Este proceso potencia la fractura entre países que exportan población sobrante y economías que absorben selectivamente ese flujo. Los movimientos son multidireccionales, pero las regiones abandonadas y los destinos ambicionados son siempre los mismos, como lo prueban los 30 millones de latinos actualmente afincados en Estados Unidos.
También el turismo se ha tornado esencial para la supervivencia de los pequeños países de la región. Este servicio ya desplazó a las bananas como principal exportación de Costa Rica y es la segunda actividad de Honduras, Guatemala y el Caribe. A partir de la estandarización de las prestaciones, América Latina se ha tornado atractiva por su disponibilidad de fuerza de trabajo barata, sus ambientes naturales propicios y su valorado patrimonio cultural.
El capitalismo neoliberal reemplazó las viejas reglas del turismo social por criterios individualistas, que naturalizan la división entre ricos (con derecho a descansar) y pobres (con obligación de servir). Los medios de comunicación realzan la atracción de lo exótico, homogenizan la cultura y han convertido al Tercer Mundo en una “periferia del placer”.
La clase media accede a estas nuevas experiencias internalizando los mitos del libre-comercio, sin registrar la creciente desigualdad que rodea a este negocio. Al reavivar el racismo y el elitismo, el turismo global tiene un impacto ideológico muy significativo.

PERSISTENCIA DEL MODELO
La mundialización neoliberal ha reconvertido a Latinoamérica en una economía con alta centralidad de la agro-exportación, la minería y los servicios, a costa del desarrollo industrial. Pero lo más llamativo es la continuidad de tendencias en el reciente período de crisis global.
Esta persistencia obedece al efecto intermedio del temblor financiero mundial sobre la región. Tanto en el período previo a la crisis (2003-2008) como en la fase posterior (2008-2013), la tasa de crecimiento latinoamericana se ha ubicado por encima de la media internacional. Ese promedio ha declinado en los últimos años sin tornarse irrisorio. Rondaría el 3,2% en el 2013 frente al 3% del año anterior [11].
En comparación a los devastadores colapsos sufridos entre 1980 y 2003, la crisis tuvo hasta ahora un efecto limitado sobre América Latina. No se produjeron quiebras de bancos, ni explosiones de la deuda externa. Esta neutralización fue más significativa en el sur que en el centro de la región, pero distingue a la región de la fuerte recesión registrada en los países centrales.
El contraste con la depresión del 30 es ilustrativo. Durante ese colapso las exportaciones de América Latina declinaron un 65% y las importaciones un 37%, mientras que el grueso de los países sufrió un desmoronamiento financiero, que los obligó a suspender el pago de la deuda externa. Esa caída se revirtió con el encarecimiento de las exportaciones y la acumulación de reservas que acompañó a la Segunda Guerra Mundial[12].
La continuidad del patrón de especialización exportadora ha sido también facilitada por el alto nivel de precios que mantienen las commodities. Estas cotizaciones cayeron en el 2008, pero se recuperaron rápidamente. La mejora de los términos de intercambio ha subsistido, con la triplicación de los precios de las materias primas registrada en la última década. El petróleo duplicó su cotización, el cobre se quintuplicó y la soja subió dos veces y media. Esta apreciación incentivó a su vez un incremento del 55% del volumen exportado[13].
Existen interpretaciones divergentes sobre las causas de este repunte de las materias primas. Algunas explicaciones remarcan la incidencia de los movimientos especulativo-financieros, otras caracterizaciones destacan la expansión de los agro-combustibles y un tercer enfoque considera que la demanda china ha establecido un nuevo piso de cotizaciones. Pero cualquiera sea la duración de este proceso ha incentivado la profundización de las transformaciones neoliberales precedentes.
Finalmente, la afluencia de inversiones extranjeras ha operado como determinante de la continuidad de tendencias. Esos ingresos totalizaron 173.000 millones de dólares en el 2012, superando en un 6% los porcentuales del año anterior y duplicando los montos de principio de la década. Los capitales ingresados y la valorización de las exportaciones facilitaron el incremento de las reservas y una reducción del ratio del endeudamiento[14].
El retrato de las últimas décadas y de la crisis reciente corrobora el diagnóstico que resalta la centralidad de las commodities en las economías latinoamericanas. Por esta gravitación la región luce menos vulnerable en la coyuntura (balance de pagos, reservas, deuda), pero ha incrementado su fragilidad estructural.

LOS CAMBIOS POR ARRIBA

La consolidación de la región como exportadora de productos básicos ha impactado también sobre el perfil de las clases dominantes, reforzando la conversión de la vieja burguesía nacional en burguesía local. El primer molde correspondía a los industriales que fabricaban para el mercado interno, con protección aduanera y subsidios que privilegiaban la expansión de la demanda. El segundo perfil es propio de un sector que ya no restringe su actividad a la manufactura, ni pregona desarrollos auto-centrados. Promueve más la exportación que el mercado interno y prefiere la reducción de costos a la ampliación del consumo.
Esta transformación acentuó el enriquecimiento de una elite de millonarios. Algunos apellidos emblemáticos de este ascenso son Slim (México), Cisneros (Venezuela), Noboa (Ecuador), Santo Domingo (Colombia), Andrónico Lucski (Chile), Bulgheroni, Rocca, (Argentina), Lemann, Safra, Moraer (Brasil). Sus fortunas se remontan al pasado, pero registraron un gran incremento con los negocios de exportación de las últimas décadas.
En su conjunto los capitalistas latinoamericanos constituyen un sector minoritario de la población. Existe un enorme divorcio entre su poder y el número de sus integrantes. Los propietarios y receptores de utilidades de las empresas no superan el 1-2% de la población económica activa. Este porcentaje se incrementa al 10%, si se incluye a los ejecutivos y profesionales que administran y controlan la fuerza de trabajo o ejercen algún rol estratégico en las compañías. A través de esas funciones participan en la confiscación del trabajo ajeno[15].
La reconversión de las últimas décadas aumentó la concentración e internacionalización de los principales grupos capitalistas, que se afianzaron como conglomerados regionalizados. Surgieron las nuevas empresas Multilatinas, a partir de familias adineradas que expandieron sus compañías, con gerenciamiento global y prioridades regionales. Los conglomerados de Brasil y México encabezan esta tendencia, secundados por Argentina y Chile.
La tradicional diversidad entre fracciones agro-mineras, industriales y bancarias no ha desaparecido, pero el entrelazamiento aumentó como consecuencia de la gran presión competitiva que introdujo la mundialización neoliberal. Esa rivalidad modificó la composición de las principales 500 empresas latinoamericanas. Entre 1991y 2001 decayó la participación de empresas estatales (de 20% al 9%) y se incrementó el peso de las extranjeras (27% a 39%)[16].
Los grupos locales reorganizaron su actividad con mayor financiación externa y capitalización bursátil. Este ingreso a los mercados de valores coincidió con el incremento de acciones circulantes en los denominados “países en desarrollo” (de 80.000 millones de dólares en 1981 a 5 billones en el 2005). Por esa vía aumentó la penetración del capital internacional en la estructura propietaria de las empresas latinoamericanas.
Las compañías actuales son más poderosas, pero la clase capitalista de la región no remontó su papel global secundario y perdió posiciones frente a los nuevos competidores de Oriente. Ese resultado ha sido congruente con su especialización en ramas básicas y su distanciamiento de las actividades más elaboradas. Por esa razón la brecha industrial con el Sudeste Asiático se transformó en una fractura irreductible.
La burguesía local ha estrechado vínculos con el capital extranjero, pero no desaparece  como un segmento diferenciado. Mantiene pretensiones de acumulación propia que desbordan el marco nacional y se proyectan al escenario regional. Se han forjado burguesías más asociadas con empresas foráneas, afianzando un proceso que comenzó en los 60 en Brasil, continuó en los 80 en Argentina y se consolidó en los 90 en México. Este sector dejó atrás su debut industrial y se extendió a la agro-minería y los servicios[17].
La reciente incorporación de México, Brasil y Argentina al G 20 marca otro salto en la relación de las burguesías actuales con el capital extranjero. Pero entre ambos sectores existe una relación de cooperación antagónica, que combina el estrechamiento de las conexiones con el mantenimiento de las diferencias entre el socio mayor del Norte y el empresariado menor del Sur[18].
Aunque los negocios con el capital foráneo se han multiplicado, el país de origen persiste como base de operaciones, fuente privilegiada de las ganancias y centro de las decisiones de las burguesías locales. La internacionalización de los créditos, los mercados, y la propiedad accionaria, no anula el carácter localmente territorializado de los principales grupos capitalistas.

CLASIFICACIONES ERRÓNEAS

Las burguesías locales y asociadas que encabezan la especialización exportadora compartiendo beneficios con las empresas foráneas, no conforman una “nueva oligarquía”. Los rasgos pre-capitalistas que caracterizaban a ese sector se extinguen, junto al avance de los procesos de capitalización.  Las viejas elites latinoamericanas  -que recurrían a modalidades arcaicas de explotación y dominación para usufructuar de sus propiedades agro-mineras- pierden peso.
Algunos enfoques subrayan el carácter transnacionalizado de los grupos dominantes que optaron por globalizar sus negocios[19]. Pero aquí se confunde la asociación con la fusión, olvidando que la internacionalización en curso se desenvuelve a partir de clases y estados existentes. La mundialización neoliberal no anula esas estructuras, ni tampoco elimina el entrelazamiento prioritario entre los capitalistas del mismo origen nacional.
La transnacionalización plena se encuentra por el momento limitada a sectores cosmopolitas gerenciales o fracciones de la alta burocracia de los organismos mundializados. La propiedad de las empresas se mantiene, en cambio, enraizada en zonas geográficas diferenciadas y los estados nacionales persisten como el único instrumento con cierta legitimidad para disciplinar a los trabajadores.
Las burguesías locales latinoamericanas no son satélites manipuladas por las metrópolis. Actúan como clases capitalistas, que combinan el usufructo de la renta agro-minera con la plusvalía extraída a los trabajadores. Se comportan como clases dominantes y no como capas parasitarias, compradoras o tributarias del capital foráneo. Su incapacidad para desarrollar la región no implica desinterés por ese objetivo.
La economía latinoamericana está regida por patrones de competencia, inversión y explotación. Como esas normas difieren significativamente del pillaje es una simplificación utilizar el mote de “lumpen-burguesía” para retratar a la burguesía[20].
Esa denominación sólo corresponde a sectores que acumulan capital en los márgenes del circuito legal. El narcotráfico, por ejemplo, obtiene fortunas en la criminalidad y blanquea parcialmente esos ingresos en actividades financieras o productivas. Pero conforma un segmento marginal y no integrado al club estable de los dominadores.
También es erróneo generalizar situaciones propias de los pequeños enclaves. América Latina constituye una unidad analítica, pero las caracterizaciones referidas a Honduras o Panamá no valen para Brasil. Sólo en los primeros casos prevalecen “burguesías neo-coloniales” teledirigidas por Washington.
El giro hacia las commoditie torna más nítido el perfil de los opresores latinoamericanos. Son capitalistas que explotan económicamente a los asalariados, burgueses que someten políticamente a los trabajadores y dominadores que subordinan ideológicamente a los dominados. Desenvuelven las mismas funciones que sus pares de otros puntos del planeta.
Pero cargan también con la débil autoridad de un sector que no lideró luchas nacionales, no cooptó personal significativo a su dominación y no facilitó la movilidad de las clases medias. También estas flaquezas se han potenciado bajo el nuevo patrón de acumulación de especialización exportadora.

LOS CAMBIOS POR ABAJO

Las transformaciones de la estructura social latinoamericana han alterado también la configuración de las clases dominadas. Como un eje de este cambio se localiza en el agro se verifica una pérdida de cohesión del viejo campesinado, afectado por el creciente éxodo hacia los centros urbanos. Por esta razón las tensiones en el agro presentan otro cariz.
El viejo latifundio que recreaba la miseria campesina obstruyendo la gestación de una burguesía agraria, decae frente a las empresas capitalistas que despojan al agricultor de sus tierras, contratan asalariados precarios y fuerzan el tránsito hacia las ciudades.
Este desplazamiento engrosa la masa de excluidos urbanos con poco trabajo e ínfimos ingresos, en un marco de pocas salidas laborales para la población excedente de América Latina. Por eso la informalidad se afirma como norma, tanto en la recesión como en la prosperidad de las economías extractivistas.
La emigración -que fue la válvula de escape para los desequilibrios de la acumulación europea en varios momentos del siglo XIX y XX- solo aporta pequeños desahogos en la actualidad. Los jóvenes de la región no encuentran empleo en sus países, ni el exterior. Tienen simultáneamente vedado el arraigo y la emigración.
Una consecuencia directa de esta exclusión es el incremento exponencial de la criminalidad. La narco-economía se ha convertido en un refugio de supervivencia para los sectores empujados a la marginalidad. En la región se registra la tasa de homicidios más alta del mundo. La delincuencia crece junto a la fractura social y la obscena promoción de los consumos y placeres que disfrutan los enriquecidos.
Como el modelo extractivo crea empleos de baja calidad, la precarización laboral supera en América Latina los promedios de los países centrales. Esa informalidad ya no se recrea en los circuitos agrarios pre-capitalistas, ni en la reproducción familiar de la fuerza de trabajo. Se extiende junto a la penetración del capitalismo en todas las esferas de la vida social.        Algunas investigaciones estiman que el sector precarizado reúne al 46% de los trabajadores latinoamericanos[21].
Otro dato clave es la extensión de la pobreza, que en América Latina desborda al sector informal. Afecta también a un amplio segmento de los trabajadores estables. A diferencia del grueso de las economías desarrolladas, el universo de los individuos con ingresos inferiores a la satisfacción de las necesidades básicas no se limita aquí a los excluidos. Se extiende a los trabajadores explotados de las empresas modernas. El porcentual de niños pobres (45% del total) es ilustrativo de la magnitud de este flagelo[22].
La extensión de la informalidad es también consecuencia de las maquilas y la regresión industrial. En el escenario manufacturero regional, la aceleración del cambio tecnológico incrementa la segmentación entre trabajadores especializados y descalificados. Los cargos estables con protección social decrecen, en comparación a los puestos de contratados sin ningún resguardo.
La magnitud de esta fractura es el rasgo descollante del mercado laboral. El típico operario masculino y sindicalizado de posguerra tiende a ser sustituido por trabajadoras femeninas más flexibilizadas. Este declive de los sectores formales es mayúsculo en las maquilas. La propia ampliación de la clase obrera industrial ha perdido el ímpetu precedente. El proletariado fabril no se extingue, pero su incidencia ha disminuido.
En el modelo actual de exportaciones primarias persiste la tradicional estrechez de la clase media latinoamericana en comparación a los países avanzados. Este segmento continúa aportando un colchón muy exiguo, al abismo que separa a los acaudalados de los empobrecidos. Además, perdura la vieja clase media frente a los nuevos segmentos de esa categoría. Subsisten muchas franjas de pequeños comerciantes y cuentapropistas y crecen poco los profesionales o técnicos altamente calificados. Este infradesarrollo es acorde a la estrechez de la industria.
Ciertamente los sectores medios amplían su consumo con la ampliación del crédito, la publicidad y el arribo de las grandes cadenas comerciales. Pero en economías tan atadas la exportación de productos básicos, los cimientos productivos del poder adquisitivo son muy frágiles.
Muchos analistas igualmente destacan la reducción de la pobreza, el desempleo y la desigualdad durante la última década, sin registrar el estrecho alcance de una mejoría derivada del repunte cíclico del nivel de actividad.
Lo más novedoso ha sido la generalización de la asistencia social para atemperar la pobreza. Pero los auxilios oficiales sólo han protegido transitoriamente a los desamparados, sin alterar las causas del problema. Estos planes coexisten con la precarización y convalidan la segmentación laboral.
Por otra parte, la leve disminución de la desigualdad no modifica el lugar que ocupa la región al tope de los indicadores globales de inequidad. El coeficiente de Gini que mide esta polarización supera en la zona (51,6) a la media mundial (39,5), duplica los promedios de las economías avanzadas e incluye a los cuatro países que encabezan el barómetro mundial (Colombia, Bolivia, Honduras, Brasil). El ingreso del 20% más rico de la población latinoamericana supera en casi 20 veces al 20% más pobre[23].

EXPLICACIONES CON PROBLEMAS

El diagnóstico pos-liberal no condice con el contexto económico actual de Latinoamérica. En toda la región prevalece un esquema de especialización productiva, basado en la agro-exportación, la minería de cielo abierto, el declive de la industria tradicional, las remesas y el turismo. Este molde implica una generalizada reinserción periférica o semiperiférica en la división internacional del trabajo.
En consonancia con estas tendencias gestadas durante el neoliberalismo se ha reforzado la transformación de las burguesías nacionales en burguesías locales, más internacionalizadas y asociadas con el capital extranjero. El mismo cambio ha potenciado el éxodo campesino, la precarización laboral, la marginalidad urbana y la endeblez de la clase media.
Este escenario es más acorde a la visión contrapuesta de una “economía de commodities” en toda América Latina. Pero esta segunda caracterización no es puramente descriptiva, puesto que postula la existencia de un “consenso” en torno al extractivismo. Desborda, por lo tanto, el retrato de la economía y tiene implicancias políticas, que exigen evaluar que ha ocurrido en esfera geopolítica y gubernamental. Desarrollamos este análisis en la segunda parte del texto.
25-1-2013

RESUMEN:

La validez de los conceptos Pos-liberalismo y Consenso de commodities se dilucida analizando las transformaciones de la región. El capitalismo se ha extendido en el agro y la mega-minería se amplía, acentuando la preeminencia de las exportaciones básicas. La industria abastecedora del mercado interno retrocede frente a las maquilas, las remesas son un recurso de supervivencia y el turismo es un ingreso clave para los pequeños países. Estas tendencias económicas han sido reforzadas por desde el inicio de la crisis global.
La burguesía nacional que privilegia la demanda ha sido reemplazada por la burguesía local, que jerarquiza el abaratamiento de los salarios. Su carácter minoritario se consolida junto a la asociación con empresas extranjeras. Se extinguen sus rasgos pre-capitalistas y no conforman nuevas oligarquías. Mantiene sus bases de acumulación sin convertirse en un grupo transnacionalizado. Sólo fracciones marginales aglutinan una lumpen-burguesía y no se extiende a los países medianos la dependencia neo-colonial.
La expansión de la informalidad, el éxodo campesino y el estancamiento de la nueva clase media reconfiguran a las clases dominadas, en un marco de pobreza, desempleo y desigualdad. El escenario económico no corrobora el diagnóstico pos-liberal, pero la tesis opuesta debe ser evaluada incorporando la dimensión política.

BIBLIOGRAFÍA

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 Fuente: Forum Mundial de Alternativas



CELAC: cita en La Habana

por: Atilio Boron

ALAI AMLATINA, 25/01/2014.- No es un milagro, pero casi. Contra todos los pronósticos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se va consolidando como institución “nuestroamericana” y está a punto de celebrar en La Habana su Segunda Cumbre de Presidentes. Decimos “milagro” porque ¿quién habría podido imaginar, hace apenas cinco años, que el sueño bolivariano de Hugo Chávez –sueño fundado en un impecable diagnóstico de la geopolítica mundial- por construir un organismo regional sin la presencia de Estados Unidos y Canadá rendiría sus frutos? Para ello Chávez y quienes lo acompañaron en esta empresa patriótica tuvieron que vencer toda clase de obstáculos: la resignación de algunos gobiernos, la claudicación de otros, el escepticismo de los de más allá y la sistemática oposición de Washington, dato nada menor en la política de nuestros países. Eppur si muove, diría Galileo al contemplar la concreción de este proyecto bolivariano que por primera vez en la historia nuclea a todas las naciones de América Latina y el Caribe con la sola excepción -¡por ahora!- de Puerto Rico. Sin dudas, el fortalecimiento de la CELAC -como el de la UNASUR en el plano sudamericano- son muy buenas noticias para la causa de la emancipación de la Patria Grande.
La Casa Blanca intentó primero impedir el lanzamiento de la CELAC, realizado en Caracas en Diciembre del 2011 con la presencia de su incansable promotor y mentor, ya atacado por el cáncer que le costaría la vida. Al fracasar en su intento el imperio movilizó a sus aliados regionales para abortar –o por lo menos, posponer para un futuro indefinido- la iniciativa. Tampoco resultó. La siguiente estrategia consistió en utilizar algunos de sus incondicionales peones en la región como caballos de Troya, para malograr desde adentro el proyecto. No avanzó demasiado, pero consiguió que el primer gobierno que ejerció la presidencia pro témpore de la CELAC durante el 2012, el Chile de Sebastián Piñera, declarase por boca de Alfredo Moreno, su canciller, que “la CELAC será un foro y no una organización, que no tendrá sede, secretariado, burocracia ni nada de eso”. ¡Un foro!, es decir, un ámbito de amables e intrascendentes pláticas de gobernantes, diplomáticos y expertos que ni por asomo pondría en cuestión la dominación imperialista en Latinoamérica y el Caribe. Y la Casa Blanca también logró, a través del militante activismo de sus principales amigos de la Alianza del Pacífico: México, Colombia y Chile, que todas las decisiones de la CELAC debieran adoptarse por unanimidad. Parecería que la “regla de la mayoría” –tan cara a la tradición política estadounidense- sólo funciona cuando conviene; cuando no, se impone un criterio que de hecho le confiere poder de veto a cualquiera de los treinta y tres miembros de la organización. Pero ésta es un arma de doble filo: Panamá u Honduras podrán vetar una resolución que exija poner fin al status colonial de Puerto Rico, pero Bolivia, Ecuador y Venezuela podrán hacer lo mismo ante otra que proponga requerir la colaboración del Comando Sur para combatir al narcotráfico.
El segundo turno presidencial de la CELAC, durante el 2013, recayó en Cuba, y el presidente Raúl Castro Ruz dio pasos importantes para desbaratar las maquinaciones del canciller chileno: se avanzó en la institucionalización de la CELAC y se creó el embrión de una organización que para esta próxima Cumbre pudo elaborar 26 documentos de trabajo, algo que ningún foro hace. Algunas propuestas, como la declaración de América Latina y el Caribe como una “Zona de Paz” serán objeto de un sordo debate porque no se trata sólo de evitar la presencia de armas nucleares en la región -¿cómo saber si ya no las hay en la base de Mount Pleasant, en nuestras Islas Malvinas?- sino también de utilizar el recurso de la fuerza para dirimir conflictos internos. Este tema hace subrepticia alusión a la tradición intervencionista de Washington en Latinoamérica y a la presencia de sus 77 bases militares en la región, cuyo propósito es exactamente ese: intervenir, cuando las condiciones lo aconsejen, con su fuerza militar en la política interna de los países de la región complementando la abierta intervención que ya Washington realiza en todos ellos.
Recuérdese, para poner un ejemplo bien didáctico, el decisivo papel de “la embajada” para determinar el ganador de la reciente elección presidencial en Honduras. El tema, como se ve, será uno de los más urticantes y divisivos porque hay gobiernos, y no son pocos, que no sólo toleran la presencia de esas bases militares norteamericanas sino que, como Colombia, Perú y Panamá, las reclaman. Otro tema potencialmente disruptivo es la aprobación de la propuesta venezolana de integrar a Puerto Rico a la CELAC -lo cual es absolutamente lógico teniendo en cuenta la historia y el presente de ese país, así como su cultura, su lengua, y sus tradiciones- pero que probablemente suscite reservas entre los gobiernos más cercanos a Washington para quien Puerto Rico es un innegociable botín de guerra. Una guerra cuya victoria les fue arrebatada a los patriotas cubanos y merced a lo cual con la apropiación de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, la Roma americana iniciaría su ominoso tránsito de la república al imperio. Se descuenta, en cambio, un apoyo unánime para el reclamo argentino en relación a las Islas Malvinas, al levantamiento del bloqueo a Cuba y para otras propuestas tendientes a reforzar los vínculos comerciales, políticos y culturales. Se sabe que Ecuador presentará una propuesta de repudio al espionaje que realiza los Estados Unidos y de desarrollo de una nueva red de comunicaciones en la Internet a salvo de la interdicción de Washington; y que es probable que se aprueben propuestas concretas en relación al combate a la pobreza y que se examinen alternativas para consolidar el Banco del Sur y, eventualmente, para crear una gran empresa petrolera latinoamericana, tema sobre el cual el presidente Chávez había insistido una y otra vez.
La transición geopolítica internacional en curso, y que se manifiesta en el desplazamiento del centro de gravedad de la economía mundial hacia el Asia-Pacífico; la declinación del poderío global de Estados Unidos; el irreparable derrumbe del proyecto europeo; la persistencia de la crisis económica estallada a fines del 2007 y que sólo parece acentuarse con el paso del tiempo y la permanencia de un “orden” económico mundial que concentra riqueza, margina naciones y profundiza la depredación del medio ambiente han actuado como poderosos alicientes para remover la inicial desconfianza que muchos gobiernos tenían en relación a la CELAC. El acuerdo logrado en Caracas en 2011 establecía que una troika se haría sucesivamente cargo de la presidencia durante los primeros tres años: comenzó Chile, siguió Cuba (ratificando el repudio continental al bloqueo estadounidense y su propósito de aislar a la Revolución Cubana) y al terminar esta Cumbre la presidencia se trasladará a Costa Rica. Este país, incondicional aliado de Washington, deberá afrontar unas decisivas elecciones el próximo 2 de Febrero, cuando por primera vez en décadas la hegemonía política de la derecha neocolonial costarricense estará amenazada por el ascenso de un nuevo y sorprendente actor político: el Frente Amplio. La actual presidenta, Laura Chinchilla, por largos años funcionaria de la USAID, garantizaba con el triunfo del oficialismo la “domesticación” de la CELAC y el retorno al proyecto acunado por Sebastián Piñera y expresado con total descaro por su canciller. Pero todas las encuestas dan por sentado que habrá una segunda vuelta y allí el discurso y las propuestas bolivarianas del candidato del Frente Amplio, José M. Villata, podrían catapultarlo a la presidencia de Costa Rica. Por supuesto, al igual que ocurriera pocos meses atrás con las elecciones presidenciales en la vecina Honduras todo el aparato de inteligencia, manipulación mediática y financiamiento de los partidos amigos ha sido ya puesto en marcha por Washington, para quien una derrota de la derecha neocolonial costarricense sería un revés de amplias repercusiones regionales. Si tal cosa ocurriera, la CELAC podría dar un nuevo paso hacia su definitiva institucionalización, algo que América Latina y el Caribe necesitan impostergablemente.
Dr. Atilio A. Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al Pensamiento Crítico
Fuente: Bolg de Atilio Boron

Nuestra América



por José Martí: El Apóstol
Edición Crítica de Cintio Vitier
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifiquen al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas,1 y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo,2 que van por el aire dormido[s] engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos:3 las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedras.
No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, 4 a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen, han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo quesean una, las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra de lhermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quiere[n] que le[s] llamen el pueblo ladrón,5 devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor, no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades: ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.6

A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra, SON hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado, de faroles,7 o vayan a Tortoni, de sorbetes.8 ¡Estos hijos de carpintero, que se avergüenzan de que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, bribones, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿el que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas, con el gusano de corbata, maldiciendo de lseno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel? ¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios,9 y va de menos a más, estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios,10 y va de más a menos! ¡Estos delicados, que son hombres, y no quieren hacer el trabajo de hombres! Pues el Washington11 que les hizo esta tierra ¿se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia? ¡Estos “increíbles”12 del honor, que lo arrastran por el suelo extranjero, como los increíbles de la Revolución francesa, danzando y relamiéndose, arrastraban las erres!
¿Ni en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América,13 levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal,14 porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irredimible15 a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal16 famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña. La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales,
de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. Con un decreto de Hamilton17 no se le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyès18 no se desestanca la sangre cuajada de la raza india.19 A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la naturaleza puso
para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país.La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país.20Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla entre la civilización y la barbarie,21 sino entre la falsa erudición y la naturaleza.

El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras esta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recabar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés. Por esta conformidad con los elementos naturales desdeñados han subido los tiranos de América al poder: y han caído, en cuanto les hicieron traición. Las repúblicas han purgado en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno, y gobernar con ellos. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador.

En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las dudas con su mano, allí donde los cultos no aprendan el arte del gobierno. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude, y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yankees o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, —sin vendas ni ambages; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella. Resolver el problema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se la administra en acuerdo con las necesidades patentes de lpaís. Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los Incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes22 de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas.23 Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.24
Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo vinimos, denodados, al mundo de las naciones. Con el estandarte de la Virgen25 salimos a la conquista de la libertad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer26 alzan en México la república, en hombros de los indios. Un canónigo español,27 a la sombra de su capa, instruye en la libertad francesa a unos cuantos bachilleres magníficos, que ponen de jefe de Centro América contra España al general de España.28 Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por el Sur. Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas.29 Y como el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso, que el de la guerra; como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden; como gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; como los poderes arrollados en la arremetida épica zapaban, con la cautela felina de la especie y el peso de lo real, el edificio que había izado,
en las comarcas burdas y singulares de nuestra América mestiza, en los pueblos de pierna desnuda y casaca de París, la bandera de los pueblos nutridos de savia gobernante en la práctica continua de la razón y de la libertad; como la constitución jerárquica de las colonias resistía la organización democrática de la República, o las capitales de corbatín dejaban en el zaguán al campo de bota-de-potro, o los redentores bibliógenos30 no entendieron que la revolución que triunfó con el alma de la tierra desatada a la voz del salvador, con el alma de la tierra había de gobernar, y no contra ella ni sin ella,—entró a padecer América, y padece, de la fatiga de acomodación entre los elementos discordantes y hostiles que heredó de un colonizador despótico y avieso, y las ideas y formas importadas que han venido retardando, por su falta de realidad local, el gobierno lógico. El continente, descoyuntado durante tres siglos por un mando que negaba el derecho del hombre al ejercicio de su razón, entró, desatendiendo o desoyendo a los ignorantes que lo habían ayudado a redimirse, en un gobierno que tenía por base la razón: —la razón de todos en las cosas de todos, y no la razón universitaria de unos sobre la razón campestre de otros. El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu. Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores.31 El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere, echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima. La colonia continuó viviendo en la república; y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros, —de la soberbia de las ciudades capitales, del triunfo ciego de los campesinos desdeñados, de la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas, del desdén inicuo e impolítico de l araza aborigen,32—por la virtud superior, abonada con sangre necesaria, de la república que lucha contra la colonia. El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en cada esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llamas por los ojos.
Pero “estos países se salvarán”, como anunció Rivadavia33 el argentino, el que pecó de finura en tiempos crudos: al machete no le va vaina de seda, ni en el país que se ganó con el lanzón, se puede echar al lanzón atrás, porque se enoja, y se pone en la puerta del Congreso de Iturbide34 “a que le hagan emperador al rubio”. Estos países se salvarán, porque, con el genio de la moderación35 que parece imperar, por la armonía serena de la naturaleza, en el continente de la luz, y por el influjo de la lectura crítica que ha sucedido en Europa a la lectura de tanteo y falansterio36 en que se empapó la generación anterior, —le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real.37


Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y laf rente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norte-América y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura. Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con la caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga, —en desestancar al indio, —en ir haciendo lado al negro suficiente, —en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella. Nos quedó el oidor, 38 y el general, y el letrado, y el prebendado.39 La juventud angélica, como de los brazos de un pulpo, echaba al Cielo, para caer con gloria estéril, la cabeza coronada de nubes. El pueblo natural, con el empuje del instinto, arrollaba, ciego del triunfo, los bastones de oro. Ni el libro europeo, ni el libro yankee, daban la clave del enigma hispano-americano. Se probó el odio, 40 y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil,—de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa o inerte,—se empieza, como sin saberlo, a probar el mor.41 Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. “¿Cómo somos?”
Se preguntan, y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando aparece en Cojímar un problema, no van a buscar la solución en Dantzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear, es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos, y adelanta con todos, muere la república. El tigre de adentro se entra por la hendija, y el tigre de afuera. El general, sujeta en la marcha la caballería al paso de los infantes. O si deja a la zaga a los infantes, le envuelve el enemigo la caballería. Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices, y alzarlos en los  brazos! ¡Con el fuego del corazón deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando, por las venas la sangre natural del país! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan, de un pueblo a otro, los hombres nuevos americanos. Surgen los estadistas naturales del estudio directo de la naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas, estudian la dificultad en sus orígenes. Los oradores, empiezan a ser sobrios. Los dramaturgos, traen los caracteres nativos a la escena. Las academias, discuten temas viables. La poesía se corta la melena zorrillezca, 42 y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado.43 La prosa, centelleante y cernida, va cargada de ideas. Los gobernadores, en las repúblicas de indios, aprenden indio.


De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas, está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento, y de cochero a una bomba de jabón: el lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano, y abre la puerta al extranjero. Otras acendran, con el espíritu épico de la independencia amenazada, el carácter viril. Otras crían, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca que puede devorarlas. Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque, demandando relaciones íntimas, un pueblo emprendedory pujante que la desconoce y la desdeña.44 Y como los pueblos viriles, que se han hecho de sí propios, con la escopeta y la ley, aman, y sólo aman, a los pueblos viriles;—como la hora del desenfreno y la ambición, de que acaso se libre, por el predominio de lo más puro de su sangre, la América del Norte, o en que pudieran lanzarla sus masas vengativas y sórdidas, la tradición de conquista, y el interés de un caudillo hábil, no está tan cercana, aún a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo a la prueba de altivez, continua y discreta, con que se la pudiera encarar y desviarla;—como su decoro de república pone a la América del Norte, ante los pueblos atentos del Universo, un freno que no le ha de quitar la provocación pueril, o la arrogancia ostentosa, o la discordia parricida de nuestra América,—el deber urgente de nuestra América es enseñarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de unpasado sofocante, manchada sólo con la sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas,—y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños. El desdén del vecino formidable que no la conoce es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre, y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele, y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad. No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, 45 que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la naturaleza, donde resalta, en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la humanidad, el que fomente y la oposición y el odio de las razas. Pero en el amasijo de los pueblos se condensan, en la cercanía de otros pueblos diversos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un período de desorden interno o de precipitación del carácter acumulado del país, trocarse en amenaza grave para las tierras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perecederas e inferiores. Pensar es servir. Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro idioma, ni ve la casa como nosotros lavemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nuestras, ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo, desde su eminencia aún mal segura, a los que, con menos favor de la historia, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas: ni se han de esconder los datos patentes del problema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno,—y la unión tácita y urgente del alma continental.46 ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación real47 lleva acuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí,48 por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!


La Revista Ilustrada de Nueva York,
1° de enero de 1891
NOTAS
1 “Los gigantes que llevan siete leguas en las botas”: Alusión a un personaje
fabuloso de cuentos para niños (como Pulgarcito, de Charles Perrault),
utilizado aquí para simbolizar la desproporción y el peligro de los países más
poderosos (cuyo desarrollo es “siete veces” más rápido) en sus relaciones con
los más pequeños y débiles. Ya en “Meñique” en La Edad de Oro (julio de
1889), Martí había ilustrado para los niños de nuestra América, mediante el
cuento de Laboulaye, la tesis de que “el saber vale más que la fuerza”. (Obras
completas, La Habana, 1963-1973, t. 18, p. 310-324. En lo adelante
identificaremos esta edición con las siglas O.C.) En su última carta a Manuel
A. Mercado (Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895) consagrará
políticamente, a partir del relato bíblico (1 Samuel 17), la imagen del
pastorcillo David como vencedor del gigante Goliat (O.C., t. 4, p. 168).

2 “La pelea de los cometas en el cielo”: En su artículo “El hombre antiguo de
América y sus artes primitivas” (La América, Nueva York, abril de 1884) Martí
se refirió a una creencia indígena, la de “los cometas orgullosos, que
paseaban por entre el sol dormido y la montaña inmóvil el espíritu de las
estrellas”. Según Arístides Rojas, gran amigo venezolano de Martí: “Los
macusies, en la [...] región de Orinoco, llaman al cometa copeeseima que
quiere decir nube orgullosa; y también wocinopsa, que equivale a un sol
castigando las luces que lo siguen”, mientras “el sol dormido”, entre otros
idiomas americanos, según Humboldt, es la luna (“sol de noche”, “sol que
duerme”), y “la montaña inmóvil” para los quechuas era Sirio, al que
consideraban centro del Universo. (Cf. C.V.: “Una fuente venezolana de José
Martí”, en Temas martianos. Segunda serie, La Habana, Centro de Estudios
Martianos y Editorial Letras Cubanas, 1982, p. 138-139) Toda la metáfora de
los cometas que en su pelea “van por el aire dormidos [es decir,
irresponsables] engullendo mundos”, debe relacionarse con el siguiente
pasaje de la crónica titulada “Congreso Internacional de Washington” (La Nación, Buenos Aires, 19 y 20 de diciembre de 1889): “¿A qué ir de aliados, en lo mejor de la juventud, en la batalla que los Estados Unidos se preparan a librar con el resto del mundo? ¿Por qué han pelear sobre las repúblicas de América sus batallas con Europa, y ensayar en pueblos libres su sistema de colonización?” (O.C., t. 6, p. 57)

3 “los varones de Juan de Castellanos”: Alude a las Elegías de varones ilustres
de Indias (1589), escritas por Juan de Castellanos (1522-1607) en Nueva
Granada, composición de 150 000 endecasílabos, cuyo influjo en algunos
pasajes de nuestro Espejo de paciencia (1608), de Silvestre de Balboa Troya y
Quesada, ha sido señalado por la crítica.

4 “la bandera mística del juicio final”: Entre otros pasajes bíblicos, puede
referirse al siguiente de Isaías (18,3): “Vosotros, todos los moradores del
mundo y habitantes de la tierra, cuando se levante bandera en los montes,
mirad; y cuando se toque trompeta, escuchad.”

5 “que les llamen el pueblo ladrón”: En Obras completas, t. 6, p. 15: “que les
llame el pueblo ladrones”, modificación que cambia el sentido.

6 “como la plata en las raíces de los Andes”: Otro símil telúrico le sirvió a Martí
para expresar una idea semejante en su carta a Federico Henríquez y Carvajal
fechada en Montecristi, el 25 de marzo de 1895: “Hagamos por sobre la mar,
a sangre y a cariño, lo que por el fondo de la mar hace la cordillera de fuego
andino.” (O.C., t. 4, p. 112)

7 “vayan al Prado, de faroles”: Se refiere al Paseo del Prado, en Madrid. En
cuanto a “ir de faroles”, “farolear”, según el Diccionario de la lengua
española, significa “fachendear” (“Hacer ostentación vanidosa o jactanciosa”)
o “papelonear” (“Ostentar vanamente autoridad o valimiento”). De acuerdo
con el Diccionario general de americanismos de Francisco J. Santamaría
(México, Edit. Pedro Robredo, 1942), en México se llama “farol” a un “sujeto
de poca miga que presume de personaje y se da mucha importancia”. En el
Léxico mayor de Cuba (La Habana, Lex, 1958), de Esteban Rodríguez Herrera,
se registran “farol” como “embuste” o mentira exagerada, con todas las
características de un engaño”; “farolear”: “tirar o echar faroles o mentiras”,
“fanfarronear”; y “farolero”: “persona amiga de tirar o echar faroles.”

8 “vayan a Tortoni, de sorbetes”: Por el sentido contextual, no parece referirse
a “sorbetes” como refrescos congelados en forma cónica, sino a su acepción
mexicana: “sombrero de seda, de copa alta”, o “sombrero de pelo, chistera”
(Diccionario general de americanismos, ed. cit.) Tortoni era un famoso
restaurante parisién.

9 “América que ha de salvarse con sus indios”: En “Arte aborigen” (La América,
Nueva York, enero de 1884) escribió Martí: “O se hace andar al indio, o su
peso impedirá la marcha.” (O.C., t. 8,
p. 329) Y en “Autores americanos aborígenes” (La América, abril de 1884):
“¿No se ve cómo del mismo golpe que paralizó al indio, se paralizó a América?
Y hasta que no se haga andar al indio, no comenzará a andar bien la
América.” (O.C., t. 8, p. 336-337)

10 “la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios”: Cf. “Los indios en
los Estados Unidos”, publicado en La Nación, Buenos Aires, el 4 de diciembre
de 1885. (O.C., t. 10, p. 319-327)

11 “Washington”: Sobre George Washington (1732-1799), uno de los
fundadores, libertador y primer presidente de los Estados Unidos, escribió
Martí en varias ocasiones, señaladamente en su crónica “El centenario
americano”, publicada en La Nación, de Buenos Aires, el 21 de junio de 1889.
(O.C., t. 13, p. 377-389)

12 “¡Estos ‘increíbles’ del honor [...!]”: Durante la Revolución Francesa, bajo el
Directorio, se llamó “increíbles” (“incroyables”) a los jóvenes de la oposición
realista caracterizados por su gran afectación en el vestir, los modales y el
habla, de la que suprimían las erres. El apodo les vino de la afectación con
que repetían: “c’ est incoyable, ma paole d’ bonneu.” A partir del origen
anecdótico de la frase, es muy aguda la aplicación que de ella hace Martí.

13 “nuestras repúblicas dolorosas de América”: En el discurso conocido por
“Madre América”, ante los delegados a la Primera Conferencia Internacional
Americana, el 19 de diciembre de 1889, había dicho: “Pero por grande que
esta tierra sea, y por ungida que esté para los hombres libres la América en
que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que
nadie ose tachárnoslo ni nos lo pueda tener a mal, es más grande, porque es
la nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez.”
(O.C., t. 6, p. 134. La cursiva es de C.V.)

14 “Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal”: En su
carta a Ricardo Rodríguez Otero, fechada en Nueva York, el 16 de mayo de
1886, Martí dijo de la patria: “Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la
toma para servirse de ella.” (O.C., t. 1, p. 196)

15 “irredimible”: En El Partido Liberal y en O.C., t. 6, p. 16: “irremediable.”

16 “gamonal”: Según el Diccionario, “cacique”, y en su segunda acepción:
“Persona que en un pueblo o comarca ejerce excesiva influencia en asuntos
políticos o administrativos.”

17 “Hamilton”: Alexander Hamilton (1757-1804), nacido en la isla antillana de
Nevis, estadista norteamericano, uno de los principales colaboradores de
Washington. En su crónica sobre “Las fiestas de la Constitución en Filadelfia”,
aparecida en La Nación, de Buenos Aires, el 13 de noviembre de 1887, Martí
hace de él un retrato mínimo: “Allí el impetuoso Hamilton en quien la
elegancia contenía el valor y la gracia el genio, sagaz, incansable, de talentos
múltiples; cauto en obrar y hablar; hijo de escocés y francesa; precoz, como
nacido en zona cálida; fundador de la hacienda; hombre de arriba, de brillo y
de pompa; acusado de desear la monarquía; no limpio de culpa; muerto
luego de un balazo.” (O.C., t. 13, p. 317-318)

18 “Sieyès”: Emmanuel-Joseph Sieyès (1748-1836), abate y político francés,
famoso como teórico de la Revolución Francesa, fundador del club de los
Jacobinos, miembro de la Constituyente, de la Convención, del Consejo de los
Quinientos, director y cónsul. En vísperas de la Revolución publicó un célebre
escrito sobre El Tercer Estado.

19 “no se desestanca la sangre cuajada de la raza india”: En el discurso
pronunciado en el Club de Comercio de Caracas, el 21 de marzo de 1881,
Martí había dicho: “hay que devolver al concierto humano interrumpido la voz
americana, que se heló en hora triste en la garganta de Netzahualcoyotl y
Chilam; hay que deshelar, con el calor de amor, montañas de hombres.”
(O.C., t. 7, p. 285)

20 En su “Discurso de Angostura” (15 de febrero de 1819), síntesis de su
ideario, Bolívar había dicho: “¿No sería muy difícil aplicar a España el código
de libertad política, civil y religiosa de Inglaterra? Pues aún es más difícil
adaptar en Venezuela las leyes del Norte de América. ¿No dice el Espíritu de
las Leyes que estas deben ser propias para el pueblo en que se hacen; que es
una gran casualidad que las de una nación puedan convenir a otra; que las
leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la calidad del terreno,
a su situación, a su extensión, al género de vida de los pueblos; referirse al
grado de libertad que la Constitución puede sufrir a su número, a su
comercio, a sus costumbres, a sus modales? ¡HE aquí el Código que debíamosconsultar, y no el de Washington!” (Simón Bolívar: Doctrina del Libertador, Biblioteca Ayacucho 1, 1976, p. 108)
Por otra parte, Julio Antonio Mella comentó la sentencia final de este
párrafo: “El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales
del país”, con las siguientes palabras: “Puede ser. Pero donde no hay
equilibrio, donde no hay “elementos naturales” —no lo es nunca el rico
capitalista aburguesado y opresor, o su amo, el imperialismo— donde no hay
gobierno, donde no hay nada, es necesario eliminar los elementos no
“naturales”. (Cf. “Glosas al pensamiento de José Martí”, en Siete enfoques
marxistas sobre José Martí, La Habana, Centro de Estudios Martianos y
Editora Política, 1978, p. 14-15. Existe una edición posterior de 1985)


21 “No hay batalla entre la civilización y la barbarie”: Refutación, aquí explícita,
pero implícita en todo el texto, de la tesis mantenida por Domingo Faustino
Sarmiento (1811-1888) en su obra más famosa: Facundo o Civilización contra
Barbarie (1845), historia del caudillo riojano y alegato contra el tirano Rosas.
No obstante su discrepancia, en su crónica “Un libro del Norte sobre
instituciones españolas en los Estados que fueron de México”, publicada
también por El Partido Liberal el 25 de noviembre de 1891, y abundando en
criterios expuestos en “Nuestra América”, escribió Martí: “Saberse de
memoria a Taine no vale tanto, para gobernar el territorio de Tepic, como
conocer hombre a hombre y costumbre a costumbre el territorio. Ni con galos
ni con celtas tenemos que hacer en nuestra América, sino con criollos y con
indios. Lo que Sarmiento, el primero, hizo en la Argentina con su libro
fundador, su famoso ‘Civilización y Barbarie’, lo hacía Justo Sierra hace un
año en México. Es necesario conocernos para gobernarnos.” (O.C., t. 7, p. 59)
Por su parte Sarmiento —no sin disentir, como era previsible, de la actitud
cada vez más crítica de Martí ante el “modelo norteamericano”—, pidiéndole
a Paul Groussac la traducción de la crónica martiana sobre la inauguración de
la Estatua de la Libertad en Nueva York, había escrito en La Nación, de
Buenos Aires, el 4 de enero de 1887: “En español nada hay que se parezca a
la salida de bramidos de Martí, y después de Víctor Hugo nada presenta la
Francia de esta resonancia de metal”, y añadió: “Deseo que le llegue a Martí
este homenaje de mi admiración por su talento descriptivo y su estilo de
Goya.” (Cf. Obras completas de D. F. Sarmiento, Buenos Aires, Imp. y Lit.
Mariano Moreno, 1900,
t. XLVI, p. 173-176) Llegó el homenaje a Martí, quien el 7 de abril de 1887
escribió a Fermín Valdés Domínguez: “Olvidaba decirte que te mando lo que
un hombre famoso de la América del Sur, Sarmiento, el verdadero fundador
de la República Argentina, y hombre de reputación europea, sobre ser
innovador pujante, acaba de escribir de mí. No me conoce, y aun sospechaba
por mis opiniones sobre los Estados Unidos, no tan favorables como las
suyas, que no era muy mi amigo. Y ve las cosas que se ha puesto a escribir.”
(O.C., t. 20, p. 325) No obstante el mutuo respeto y admiración que se
profesaron, las concepciones que tuvieron Sarmiento y Martí acerca de la
“civilización”, la “barbarie”, las razas indígenas y el papel de los Estados
Unidos en el desarrollo futuro de “nuestra América”, resultan inconci-liables.

22 “arcontes”: Magistrados a los que se confirió el gobierno de Atenas y otras
ciudades en la antigua Grecia.

23 “pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”: Jean Lamore observa:
“Es interesante notar el punto de vista similar de José Carlos Mariátegui, que
escribía en Aniversario y balance (en Ideología y política, Lima, 1969): “No
deseamos ciertamente que el socialismo en América sea una copia o un
calco. Debe ser una creación heroica. Debemos dar vida, con nuestra propia
realidad, con nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano.” (Cf.
José Martí: La guerre de Cuba entre le destin de l’Amerique Latine, Paris,
Aubier Montaigne, 1973, nota 18, trad. por C.V., p. 273)

24 “que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”: Nótese, en esta
recapitulación, la musicalidad del tema que vuelve como un ritornello.

25 “el estandarte de la Virgen”: Se refiere a la Virgen de Guadalupe, cuya
imagen, tomada por el cura Miguel Hidalgo Costilla (1753-1811) del Santuario
de Atotonilco, fue bandera de su ejército en la guerra de liberación iniciada el
16 de septiembre de 1810.

26 “Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer”: En “Tres héroes”, en La Edad
de Oro (n. 1, julio de 1889), Martí había escrito: “Eran unos cuantos jóvenes
valientes, el esposo de una mujer liberal, y un cura de pueblo que quería
mucho a los indios.” (O.C.,
t. 18, p. 306) En ambos casos alude al cura Hidalgo, a oficiales sublevados
con él —como Abasolo, Allende y Aldama— y a la esposa del corregidor de
Querétaro, Manuel Domínguez, la heroína Josefa Ortiz, a la que Martí
proyectaba incluir en un estudio sobre las “Mujeres de América”. (Cf. O.C., t.
22, p. 158)

27 “un canónigo español, a la sombra de su capa, instruye en la libertad
francesa”: Probablemente se refiere (aunque no fue español, sino criollo) al
canónigo Antonio José de las Mercedes Larrazábal (1769-1853), profesor de la
Universidad de San Carlos, electo representante de Guatemala en las Cortes
de Cádiz que proclamaron la Constitución liberal de 1812. En 1815 el
gobernador José Bustamante y Guerra, por orden del rey, “mandó al
Ayuntamiento que recogiera las Instrucciones dadas al diputado a las Cortes
de Cádiz de 1812, canónigo Larrazábal, porque se inspiraban”, decía, “en las
proposiciones de la Asamblea Nacional de Francia”. (Cf. Manuel Galich:
Guatemala, La Habana, Casa de las Américas, 1968, p. 64) Otro canónigo —
Juan Nepomuceno de San Juan— fue enviado a España por la capitanía de
Guatemala al restaurarse la Constitución de Cádiz en 1820, año en que se
decretó la libertad de imprenta y empezó a publicarse El Editor
Constitucional, dirigido por el doctor Pedro Molina, sin duda uno de aquellos
“bachilleres magníficos” aludidos en el texto, que figura como personaje en el
“borrador dramático” Patria y libertad, escrito por Martí en Guatemala, en
abril de 1877, para conmemorar la independencia de ese país. (O.C., t. 18, p.
129-175)

28 “contra España al general de España”: Se refiere al capitán general de
Guatemala, don Gabino Gaínza, convertido en jefe del nuevo gobierno de
Centro América, separada de la corona española, por decisión de la Asamblea
convocada el 15 de septiembre de 1821.

29 “uno, que no fue al menos grande, volvió riendas”: Alude al general San
Martín y al desenlace de su entrevista con Bolívar en Guayaquil (26-27 de
julio de 1822). En “Tres héroes” había escrito Martí: “Liberta a Chile. Se
embarca con su tropa, y va a libertar al Perú. Pero en el Perú estaba Bolívar,
y San Martín le cede la gloria. Se fue a Europa triste, y murió en brazos de su
hija Mercedes.” (O.C., t. 18, p. 308) (Cf. “San Martín, Álbum de El Porvenir,
Nueva York, 1891, en O.C., t. 8, p. 223-233)

30 “bibliógenos”: neologismo por “nacidos o hijos de los libros”.

31 “Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema
opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores”: Diez años
antes, en el “Cuaderno de Apuntes 6” (1881), se halla un antecedente de
este pensamiento central de “Nuestra América”. Es el apunte que dice: “En
América, la revolución está en su período de iniciación. —Hay que cumplirlo.
Se ha hecho la revolución intelectual de la clase alta: helo aquí todo. Y de
esto han venido más males que bienes.” (O.C., t. 21, p. 178)

32 “la raza aborigen”: Preferimos aquí la lección de O.C., (t. 6, p. 19), aunque en
La Revista Ilustrada de Nueva York y en El Partido Liberal se lee “abori-gene”.

33 “como anunció Rivadavia”: Bernardino Rivadavia (1780-1845), político y
prócer argentino, primer presidente de su país (1826-1827), bajo cuyo
mandato se promulgó la Constitución unitaria, rechazada por las provincias.
Perseguido por Rosas, se expatrió en Uruguay y más tarde en Cádiz, donde
murió. No obstante sus errores, es una de las más altas figuras civiles de la
Argentina. De él dijo Bartolomé Mitre: “adelantándose a su tiempo, enseñó
que el hombre, libre por su naturaleza, no es el siervo perpetuo de la gleba,
ni el feudatario de otros hombres constituidos en autoridad.” (UTEHA)

34 “en la puerta del Congreso de Iturbide”: Agustín de Iturbide (1783-1824).
Emperador de México, nacido en Valladolid, actual Morelia. Ascendió en la
carrera militar peleando contra los insurgentes mientras gozaba de la
confianza del
Virrey Apodaca. Después de varios reveses sufridos frente al general
Guerrero, intentó manipular el movimiento independentista y formuló el
llamado Plan de Iguala. Consumada la independencia de México, el 18 de
mayo de 1822 el sargento Pío Marcha lo proclamó emperador, acto que tuvo
que ser ratificado por el Congreso a los dos días, y al cual alude el texto.
Coronado el 21 de julio siguiente, la pugna con el Congreso y la oposición
republicana encabezada por Santa Anna lo llevaron a abdicar el 20 de marzo
de 1823. Fue condenado a muerte por el Congreso mientras estaba en
Europa, y al regresar a México dicha sentencia se hizo efectiva, en Padilla, el
19 de julio de 1824. (Cf. el Plan de Iguala en: Jesús Silva Herzog: De la
historia de México, 1810-1938, Siglo XXI, 1980, p. 26-27)

35 “el genio de la moderación”: En el ensayo “El amor como energía
revolucionaria en José Martí” (Albur, órgano de los estudiantes del ISA, La
Habana, a. 4, mayo de 1992, p. 58-63), Fina García Marruz ha observado la relación
que establece Martí entre el heroísmo y la moderación dentro de la dinámica
más profunda de “la capacidad de sacrificio”. La consideró virtud vinculada
con “la armonía serena de la Naturaleza”, distintiva de los mejores hombres
de “nuestra América”, cuyo paradigma poético lo encontró en Heredia:
“volcánico como sus entrañas, y sereno como sus alturas.” (O.C., t. 5, p. 136)
Tan elogiosa como esperanzadamente se refirió varias veces al “heroísmo
juicioso de las Antillas” y a “la moderación probada del espíritu de Cuba”,
expresiones consagradas en el Manifiesto de Montecristi. (O.C., t. 4, p. 101 y
94, respectivamente)

36 “la lectura de tanteo y falansterio”: Con esta alusión a los “falansterios”
ideados por Charles Fourier (1722-1837), lugares donde debían habitar cada
una de las falanges en que dividía la sociedad, Martí resume toda una
corriente de utopismo social típica de la primera mitad del siglo XIX.

37 “en estos tiempos reales, el hombre real”: En contraste con lo apuntado en la
nota anterior, se destaca en este pasaje el característico uso martiano del
adjetivo “real”, concentrador de todo lo verdadero, auténtico, desnudo,
original y, por tanto, en última instancia, creador.

38 “Nos quedó el oidor”: Quiere decir que la judicatura, en los países ya
liberados de España, siguió la misma tradición formalista, retórica y
burocrática de los “oidores” o ministros togados que en las audiencias del
reino español oían y sentenciaban las causas y pleitos.

39 “el prebendado”: Puede referirse, en el campo eclesiástico, a los canónigos o
racioneros beneficiados con rentas; o, en términos generales, a todo tipo de
parásitos sociales.

40 “Se probó el odio”: La prédica martiana contra el odio, patente y constante
desde El presidio político en Cuba hasta el Manifiesto de Montecristi, no tiene
un sentido únicamente ético sino también político. En realidad, ambas
instancias en Martí son indiscernibles. Por el lado político, sin embargo, se
destacan sentencias o reflexiones como estas: “Los odiadores debieran ser
declarados traidores a la República. El odio no construye” (O.C., t. 14, p.
496); “por Dios que esta es guerra legítima, —la última acaso esencial y
definitiva que han de librar los hombres: la guerra contra el odio”. (O.C., t. 22,
p. 210)

41 “se empieza como sin saberlo, a probar el amor”: El concepto martiano del
amor no es únicamente afectivo sino también cognoscitivo. De ahí su
memorable declaración: “Por el amor se ve. El amor es quien ve. Espíritu sin
amor, no puede ver.” (O.C., t. 21, p. 419) En el ensayo de Fina García Marruz,
citado en la nota 35 se estudia ampliamente esta concepción esencial en el
pensamiento revolucionario martiano.

42 “la melena zorrillezca”: Alusión metafórica al romanticismo retórico de José
Zorrilla (1817-1893), autor al cual Martí había dedicado líneas de afectuosa
simpatía en “Modern Spanish Poets”, crónica aparecida en The Sun, Nueva
York, 26 de noviembre de 1880. (O.C., t. 15, p. 23-24)

43 “cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado”: Alusión al célebre chaleco
(“gilet flamboyant”: chaleco llameante, según la descripción de Víctor Hugo)
con que participó Théophile Gautier (1811-1872) en la llamada “batalla de
Hernani” (1830), cuyo estreno simbolizó el triunfo del romanticismo en
Francia. Entre ambos ejemplos—Zorrilla, Hugo— hay un tácito juicio de valor: mientras “la melena zorrillezca” debe ser “cortada”, “el chaleco colorado” es ya historia, pero historia perdurable, pues la poesía lo “cuelga del árbol glorioso”, del árbol que da la fama artística, del laurel.

44 “un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña”: El
elemento de “desdén” en la actitud de los Estados Unidos hacia los pueblos
de “nuestra América” fue claramente captado por Martí. Varias veces aludió a
él, pero nunca, por necesaria cautela política (porque “en silencio ha tenido
que ser”), de modo tan crudo como en su última carta a Manuel A. Mercado:
cuando se refiere a las gestiones anexionis-tas e imperialistas del “Norte
revuelto y brutal que los desprecia” [a nuestros pueblos]. (O.C., t. 4, p. 167-
168) Pocas líneas después, en el texto, concluirá categóricamente: “El
desdén del vecino formidable que no la conoce es el peligro mayor de
nuestra América.” Cierto que, agotando las previsiones de la buena voluntad,
supone que el desdén puede ser efecto del desconocimiento, pero en el fondo
sospecha —y en la carta a Mercado se trasluce con evidencia— que el desdén
es la causa del desconocimiento. Por eso dice que es —ese “desdén” o
“desprecio”— “el peligro mayor”.

45 “las razas de librería”: Martí negó siempre el concepto divisor y discriminador
de “raza”, tan manejado, con mayor o menor ingenuidad, por el cientificismo
positivista de su tiempo. En el polo opuesto de su pensamiento sobre este
punto —diáfanamente expresado también en “‘Mi raza’” y otros textos— se
sitúa el libro de Sarmiento Conflictos y armonías de las razas en América
(1833). (Cf. Fernando Ortiz: “Martí y las razas”, en Vida y pensamiento de
Martí, Municipio de La Habana, 1942, vol. II, p. 335-367)

46 “la unión tácita y urgente del alma continental”: Nótese que dice la unión
“tácita”, y no de las naciones, sino del “alma continental”, lo que excluye la
idea de una unión o federación política de los países de “nuestra América”,
proyecto erróneo en el que, no obstante su reconocida y exaltada grandeza
de Libertador, cayó Bolívar, “empeñado en unir bajo un gobierno central y
distante los países de la revolución”, en “desacuerdo patente” con “la misma
revolución americana, nacida, con múltiples cabezas, del ansia del gobierno
local y con la gente de la casa propia”, según se lee en el Discurso en honor
de Simón Bolívar del 28 de octubre de 1893, donde insiste en que lo deseable
era “la unidad de espíritu”, no la “unión en formas teóricas y artificiales”, y
de nuevo apela a “la fuerza moderadora del alma popular”. (O.C., t. 8, p. 246-
247)

47 “la generación real”: Así en La Revista Ilustrada de Nueva York, donde por
primera vez apareció “Nuestra América” el 1º de enero de 1891. En El Partido
Liberal (México, 30 de enero de 1891), única fuente declarada en las Obras
completas, después de “generación” no hay ningún adjetivo, seguramente
por errata, lo que indica que la palabra, “actual” se añadió desde la primera
edición de Obras completas de Martí por Gonzalo de Quesada y Aróstegui
(vol. IX, Nuestra América, Imp. y Papelería de Rambla y Bouza, 1910) y se
reprodujo en las siguientes. Cabe la posibilidad [hoy inverificable] de que
dicho primer editor conociera la enmienda escrita o indicada verbalmente por
Martí. (Sobre el uso martiano del adjetivo “real”, ver la nota 37.)

48 “regó el Gran semí [...] la semilla de la América nueva!”: En su artículo
“Maestros ambulantes” (La América, Nueva York, mayo de 1884) había
escrito Martí: “¡Urge abrir escuelas normales de maestros prácticos, para
regarlos luego por valles, montes y rincones, como cuentan los indios del
Amazonas que para crear a los hombres y a las mujeres, regó por toda la
tierra las semillas de la palma moriche el Padre Amalivaca!” (O.C., t. 8, p.
291-292) La imagen del Gran Semí (o Grande Espíritu) procede sin duda de la
figuración mítica del Padre Amalivaca, propia de los indios tamanacos, sobre
el cual da preciosas informaciones, seguramente conocidas por Martí, su
amigo venezolano Arístides Rojas en Estudios indígenas (1878). Allí leemos —
en relato a su vez extractado por Rojas del Saggio di storia americana (Roma,
1780-1784) del abate Filippo Salvatore Gilii— que, una vez aplacado el diluvio
que destruyó la primera raza humana, los dos únicos sobrevivientes,
Amalivaca y su mujer, “comenzaron a arrojar, por sobre sus cabezas y hacia
atrás, los frutos de la palma moriche, y que de las semillas de estas salieron
los hombres y mujeres que actualmente pueblan la tierra”. Otro aspecto del
mito que debió impresionar a Martí es que Amalivaca les fracturó las piernas
a sus hijas “para imposibilitarlas en sus deseos de viajar y poder de esta
manera poblar la tierra de los tamanacos”, señalando así a los indígenas el
camino de la fidelidad a lo propio, de la autoctonía, que es para Martí el
camino fundamental de América. Por otra parte —y esto nos remite de nuevo
a la polémica tácita con Sarmiento— Humboldt consideró al Gran Semí
evocador de Amalivaca como “el personaje mitológico de la América
bárbara”. Cf. C.V.: “Una fuente venezolana de José Martí”, en Temas
martianos. Segunda serie, ed. cit., p. 105-113, 141-142) Todo el texto de
“Nuestra América” puede leerse a la luz del criterio profundamente
descolonizador según el cual para Martí, en la praxis histórica, barbarie “es el
nombre que los que desean la tierra ajena dan al estado actual de todo
hombre que no es de Europa o de la América europea”, según se lee en “Una
distribución de diplomas en un colegio de los Estados Unidos” (La América,
Nueva York, junio de 1884. O.C., t.8,

Entrevista a Junior Garcia Aguilera