jueves, 29 de mayo de 2014

Obama: EEUU ser siempre el líder en el escenario mundial







Barack Obama habla como un Emperador. Foto: Archivo
“Mi conclusión es que EE.UU. debe liderar siempre en el escenario mundial. Si no somos nosotros, nadie más lo será”, afirmó el presidente de EE.UU., Barack Obama, en un discurso ofrecido en la Academia Militar de EE.UU. (conocida como West Point). Tal y como ha hecho en otras ocasiones, en el discurso sobre la política exterior ofrecido este miércoles en West Point, Obama hizo hincapié en el liderazgo estadounidense y el “excepcionalismo americano”.
El presidente estadounidense aseguró que, comparado con el resto del mundo, EE.UU. está demostrando ser una nación fuerte, y resaltó que aquellos que opinen de otro modo están malinterpretando la historia o tienen vínculos con políticas partidistas.
En su opinión, lo que hace que los estadounidenses sean excepcionales es su voluntad de consolidar las leyes internacionales mediante acciones. “Por eso voy a seguir presionando para que se cierre Guantánamo, porque los valores y las tradiciones jurídicas estadounidenses no permiten la detención indefinida de personas más allá de nuestras fronteras”, dijo Obama.
Obama hizo alarde del papel desempeñado por la nación estadounidense ante las amenazas emergentes en Oriente Medio y el norte de África. Así, destacó el respaldo militar ofrecido en países como Yemen, Somalia, Libia y Mali, así como la ayuda a los países vecinos de Siria.
“Gracias a los esfuerzos de EE.UU. actualmente hay en el mundo más personas viviendo en naciones en las cuales los Gobiernos fueron elegidos que nunca antes en la historia de la humanidad”, dijo el presidente estadounidense, que mencionó naciones como Iraq o Birmania.
Por otro lado, el mandatario estadounidense subrayó que “EE.UU. hará uso de la fuerza militar de manera unilateral si es necesario cuando nuestros intereses fundamentales así lo exijan, cuando nuestro pueblo se vea amenazado, cuando nuestro sustento esté en juego o cuando la seguridad de nuestros aliados esté en peligro”.
En este tipo de situaciones, afirmó Obama, todavía debemos preguntarnos si nuestra acción es “proporcional, efectiva y justa”.
Durante el discurso, Obama también habló acerca del papel de Rusia en Ucrania. “No estamos en la guerra fría. Nuestra capacidad de dar forma a la opinión mundial ayudó a aislar a Rusia rápidamente”, indicó.
En un comunicado emitido este miércoles los líderes de la UE han señalado que no están dispuestos a imponer nuevas sanciones a Rusia en relación con los acontecimientos que tienen lugar en Ucrania.
Sin embargo, según Obama, “gracias al liderazgo estadounidense, el mundo condenó inmediatamente las acciones rusas. Europa y el G7 se unieron a nosotros para imponer sanciones”.
“EE.UU. no se limita a defender la estabilidad o la ausencia de conflictos (…), los estadounidenses defendemos una paz más duradera que solo puede llegar a través de la oferta de oportunidades y la libertad”, recalcó.
Fuente: RT: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/129465-obama-eeuu-liderar-west-point

martes, 27 de mayo de 2014

Más argumentos en contra de una guerra fútil

por Gabriela Calderón de Burgos Gabriela Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
La London School of Economics (LSE) publicó este mes un reporte1 acerca de por qué debe acabar la guerra contra las drogas. No solo es importante el contenido del reporte sino las destacadas personalidades que lo respaldan, entre ellas están cinco Premios Nobel de economía; el Viceprimer Ministro del Reino Unido Nick Clegg; el ex Secretario de Estado de EE.UU. George Shultz; el representante de la Unión Europea para la política exterior común, Javier Solana, entre otros. Siendo Latinoamérica una de las regiones que más ha sufrido los costos de esta guerra fútil, vale la pena considerar las conclusiones de los estudios incluidos en esta publicación.
En un estudio del reporte, Daniel Mejía y Pascual Restrepo afirman que durante los últimos 20 años los países latinoamericanos han estado implementando políticas para reducir la oferta en países consumidores como EE.UU. incurriendo en el alto costo de más violencia y corrupción política. El costo de la violencia no puede ser menospreciado, para muestra está México, cuya tasa de homicidio se triplicó en tan solo 4 años (2006-2010).
Peter Reuter se enfoca en el “efecto globo” y concluye que “aunque el efecto globo no es tan universal como se dice, es lo suficientemente real” como para que quienes diseñan políticas de prohibición de drogas “consideren los efectos sobre otras naciones”. Reuter menciona como ejemplo el caso de la ruta de África Occidental: Conforme las autoridades de Países Bajos incrementaron su captura de la cocaína que venía por la ruta vía las Antillas Neerlandesas, esta fue reemplazada por una ruta alternativa vía África Occidental. Algo similar ha sucedido con el traslado de las actividades de narcotráfico desde México hacia los países centroamericanos de El Salvador, Guatemala y Honduras.
Otro estudio de Laura Atuesta Becerra se enfoca en el drama de las poblaciones desplazadas en Colombia y México. Por ejemplo, entre 2000-2010 Colombia fue el país con la segunda población interna desplazada más grande del mundo (después de Sudán). Ella considera que la magnitud del desplazamiento se debe en no poca medida al conflicto interno entre las guerrillas y grupos paramilitares, que se vieron fortalecidos con financiamiento de los cárteles de drogas.
Un estudio de particular interés para toda la región es cómo la guerra contra las drogas ha mermado la institucionalidad de los países que han participado en ella. Alejandro Madrazo Lajous analiza los efectos negativos de la prohibición en los casos particulares de Colombia, México y EE.UU. En México, por ejemplo, “el arraigo —teóricamente una forma de arresto domiciliario, pero en la práctica detención en un lugar no revelado—” fue considerado inconstitucional por la Corte Suprema en 2005 pero una enmienda de 2008 revirtió el impedimento de inconsistencia con la Constitución e insertó directamente en el texto constitucional el arraigo. Madrazo cree que tanto en Colombia como en México, la gran mayoría de violaciones de derechos humanos se han dado debido a la confusión de las jurisdicciones civil y militar. EE.UU. no se salva de incurrir en costos constitucionales. Madrazo cita evidencia de cómo en ese país se ha ido construyendo un sistema legal paralelo que solo se aplica a quienes cometan delitos relacionados a las drogas, algo que violaría el principio constitucional en ese país de igualdad ante la ley.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 16 de mayo de 2014.
Referencia:
1. “Ending the Drug Wars: Report of the LSE Expert Group on the Economics of Drug Policy”. London School of Economics. Mayo de 2014.

Hay que legalizar las drogas

por Ian Vásquez

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
El Perú gastará más este año que el pasado en combatir el narcotráfico y pretende además erradicar más hectáreas de hoja de coca. Esto ocurre al tiempo que en el hemisferio la tendencia es buscar alternativas a la prohibición, empezando por la despenalización de la marihuana.
El año pasado, por ejemplo, Uruguay se convirtió en el primer país en legalizar la marihuana y ya más de 20 estados de EE.UU. han despenalizado dicha droga de alguna manera. La mayoría de los estadounidenses apoya la legalización de la marihuana y el Congreso mexicano, a su vez, debate descriminalizarla.
Es comprensible esta tendencia. Durante más de 40 años, la guerra contra las drogas no ha logrado reducir ni el flujo ni el consumo de estupefacientes, pero sí ha producido un aumento notable de la violencia y la corrupción. Es cada vez más difícil justificar tal política en América Latina. Como dice el senador mexicano Roberto Gil, “lo que puede suceder si se mantienen las cosas como están es que México siga poniendo los muertos y EE.UU. los consumidores”.
Una reforma verdaderamente eficaz, sin embargo, tiene que ir más allá. Se debe legalizar el consumo, la producción y la distribución de todas las drogas. Solo así se eliminaría el mercado negro —causa de los grandes males asociados al narcotráfico— en todo el espectro del negocio. La legalización de la cocaína en el Perú y países consumidores reduciría la violencia, la corrupción y los márgenes de ganancia de esa industria, así como ocurrió con el alcohol en EE.UU. tras el fallido experimento de prohibición en los años veinte y treinta.
Ante tal propuesta, surge la preocupación entendible de que aumentarían el consumo y la adicción a drogas duras. Pero hay muchas razones por las cuales no se debe temer dicho resultado.
Un estudio de Norman Loayza y Naotaka Sugawara del Banco Mundial examinó el comportamiento del consumo de la cocaína a diferentes precios en 58 países y concluyó que la legalización de dicha droga no produciría una epidemia de consumo. Calcularon que si el precio de la cocaína cayera hasta en un 80%, el consumo en EE.UU. se incrementaría en solo 1,1% de la población. El precio no necesariamente dicta el nivel de consumo. Aun en países donde el precio de la cocaína es bajo, como en el Perú, el consumo es mucho menor que en los países donde el precio es significativamente mas alto.
El premio Nobel en Economía de 1992, Gary Becker, incluso sostiene que la legalización reduciría la drogadicción. Bajo la prohibición, los incentivos para el adicto de buscar ayuda se reducen, pues tiene que esconderse de las autoridades. Las posibilidades de ofrecer ayuda también se reducen, con el resultado de que los drogadictos tienden a asociarse con otros adictos. Eso cambiaría con la legalización, ya que habría más oportunidades de ayuda, como es el caso de Alcohólicos Anónimos, por ejemplo. Tal vez podría haber más consumidores de droga, pero el problema de abuso caería.
No nos tenemos que quedar en la teoría. Portugal despenalizó todas las drogas en el 2001. El consumo de estupefacientes no se disparó; es comparable o más bajo que el del resto de la Unión Europea donde predominan políticas más prohibicionistas. La cantidad de adictos portugueses buscando ayuda se triplicó en la última década.
La actual campaña antinarcótica peruana tendrá el mismo resultado que esfuerzos anteriores, en el mejor de los casos reducirá la producción solo en el corto plazo. Pero el problema de fondo no se resolverá hasta que los países consumidores no legalicen las drogas. Mientras tanto, el Perú debe enfocarse en combatir crímenes como el homicidio, el robo y el secuestro, en vez de la droga. Y debe unirse a la creciente ola de voces americanas que abogan por la legalización.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 22 de marzo de 2014.
Fuente: ElCato.org

En el Sur, la lucha contra el narcotráfico se aleja de la DEA


Trío contra la droga. Alejandro Keleris Bucarito, presidente de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA), Miguel Rodríguez Torres, ministro para Relaciones del Interior, Justicia y Paz, y Rubén Dario Molina, Relaciones Multilaterales de la Cancillería.
El primer paso lo dio Venezuela, seguida por Bolivia, porque los resultados eran muy pobres y la injerencia en política interna mucha, hoy los resultados invitan a construir una herramienta común a partir de Unasur.
La lucha contra las mafias del narcotráfico ha sido uno de los temas de envergadura dentro de la región. Los países de la Patria Grande resistentes a la hegemonía imperialista trabajan en la consolidación de mecanismos independientes y soberanos. La República Bolivariana de Venezuela ha avanzado considerablemente en esta materia haciendo un llamado de “urgencia o los miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), a crear una política autónoma para frenar el flagelo de las drogas” sin intervención de organismos de apéndice norteamericana.
Desde 2005, año en que el Departamento Antidroga de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) fue expulsado de Venezuela por el entonces presidente de la República Hugo Chávez, los logros contra el narcotráfico en el país han crecido de forma vertiginosa. Actualmente, presentan cifras y logros de gran envergadura que demuestran los avances que tienen los caribeños contra el delito transnacional.
Hecho desmentido, por obviedad, desde la Casa Blanca, que coloca a Venezuela dentro de su lista negra, ubicando al país entre los 22 principales productores con libre tránsito de drogas en el mundo; dicha lista fue divulgada en septiembre de 2011 y sostenida a la fecha de hoy. Otro de los países de su preferencia para señalamientos dentro de la “lista negra” es Bolivia, sosteniendo que ambas naciones son un “fracaso ostensible” en el cumplimiento de las obligaciones a las que se comprometieron según acuerdos internacionales antidroga. Las autoridades de estos países calificaron como una opinión “politizada” debido a la decisión de suspender la “colaboración con el Departamento Antidroga de Estados Unidos” (DEA). Este intento de descredito no ha vulnerado los compromisos internacionales adquiridos para frenar el flujo de drogas de los países del Sur a los consumidores del Norte.
Chávez: “Yanqui go home”. La DEA, con oficinas en Caracas dentro de la propia sede de la Oficina Nacional Antidroga venezolana (ONA), con fácil acceso a todo tipo de información interna y control aéreo del eje Colombia/Venezuela/Estados Unidos, catapulta por excelencia del tránsito de cocaína de fábrica colombiana a clientela consumidora estadounidense, con un índice de capturas escaso y ojo visor satelital de dos radares controlados por Estados Unidos desde Puerto Rico, pusieron un alerta al gobierno bolivariano, “mucho cacique para poco indio” sugiere un refranero venezolano.
El comandante y ex presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, los acusó de “apoyar al narcotráfico” en su país y de “hacer inteligencia contra el gobierno”, por lo que Caracas decidió “hacer un claro rompimiento” con los acuerdos que mantiene con la agencia. De igual manera, se sostuvo que a través de la DEA “salía del país una gran cantidad de kilos de droga, por medio de la figura de entrega vigilada, y nunca se obtenía información en el país y por tanto determinamos que estábamos en presencia de un nuevo cartel de la droga”, puntualizó el comandante Chávez. Daba un claro detalle sobre los pactos ejercidos entre la DEA y las grandes mafias colombianas, cuando se les otorgó inmunidad en todo proceso judicial, en cambio de información de carteles rivales a los designios estadounidenses. Fue entonces, un 8 agosto de 2005, cuando el gobierno venezolano puso fin a la colaboración con la DEA.
Allí estalló la lluvia de informes, palomas mensajeras yanquis con señalamientos ofensivos, catalogando al territorio venezolano como cuna cómplice de las autoridades del negocio ilícito de psicotrópicos, convirtiendo el flagelo en un atentado político, eco de infamias y acusaciones. La ruptura con la DEA no aísla a Venezuela de la lucha antidroga ya que, por una parte, dicho país mantiene en ese campo más de 50 acuerdos internacionales con 37 naciones, siendo su enfoque los países que consolidan la unidad de todas las naciones al sur del Río Bravo, como lo son el ALBA, la Celac y la Unasur.
Sin embargo, las colaboraciones con Estados Unidos no se han cerrado, ejemplo de ello fue el operativo dirigido por funcionarios venezolanos en el que se realizaron más de 13 mil detenciones relacionadas con el narcotráfico, capturando a 17 líderes narcotraficantes solicitados por Interpol, quienes fueron deportados a Estados Unidos, Colombia y los Países Bajos.
Los números no mienten. Según datos demostrados por la Organización de las Naciones Unidas, se comprueba el fracaso de la lucha antidroga que han tenido los grandes imperios: el consumo de narcóticos entre los años 1998 y 2010 aumentó un 30%. Abiertamente, el narcotráfico y el crimen organizado son una de las veinte primeras economías más importantes en el mundo, viendo su representación en casi un 4% del Producto Interno Bruto mundial. Las bases militares yanquis y su militarización en el continente han sido prueba del incremento del narcotráfico, así es el caso de la próspera y evidente producción de droga en Afganistán y Colombia, países aliados y acunados por Estados Unidos.
Ante estos números, el gobierno venezolano ha buscado la manera de afinar con mano dura la incidencia del narcotráfico dentro de la región, por ser su espacio aéreo vehículo directo al mayor consumidor del mundo. Esfuerzo avalado por la ONU, quien cita a Venezuela como uno de los primeros países con los mejores resultados en la lucha antidroga, ratificando al país caribeño, por sexto año consecutivo, como nación libre de cultivos ilícitos de narcóticos.
En los últimos dos años, según datos oficiales, se ha logrado destruir un total de 247 pistas clandestinas utilizadas por las mafias del narcotráfico para ingresar, a través de vuelos ilegales, cantidades importantes de drogas, que han sido incautadas por las autoridades venezolanas. Este refuerzo en el poderío defensivo antiaéreo, se alcanzó debido a la suspensión de radares norteamericanos y obtención de tecnología China que les permite el control total del espacio aéreo de manera independiente y soberana.
El Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Ceofanb), Vladimir Padrino López, expuso que las detenciones que localizaron con radares estadounidenses “se mantuvieron siempre por debajo de los 60 vuelos al año. En el año 1995 apenas se detectaron 8 vuelos que violaban el espacio aéreo venezolano; en 1996 se registraron 23 vuelos; en 1997 sólo 7 vuelos; en 1998 volaron 33 aeronaves; en 1999 fueron 58; en el 2000 un total de 22; en 2001 volaron 17; en 2002 se detectaron 18; en 2003 fueron 11 los aviones; en 2004 registraron 7 vuelos; en 2005 de nuevo 7, ; en 2006 un total de 21, y en 2007 ningún vuelo, porque el sistema de radares no prestó servicio”, concluyó el funcionario .
Estos resultados fueron estudiados atentamente en la II Reunión del Consejo Suramericano sobre el Problema Mundial de las Drogas realizada en Caracas del 12 al 14 de mayo del presente año, instancia permanente de la Unasur donde la entidad se permite el estudio, consulta, cooperación y coordinación para enfrentar la narcopolítica territorial.
Los representantes de los Ministerios de Interior y Justicia, conjuntamente con las entidades encargadas de la lucha contra el narcotráfico que integran la Unasur, debatieron sobre la creación de una entidad suramericana para combatir el flagelo de la droga, desde la que se promueva la formación de políticas y acciones conjuntas, además de apoyarse como Patria Grande dentro de las instancias que atienden la seguridad ciudadana.
Venezuela elevó la propuesta de crear un centro de estudios de Unasur que integre un observatorio suramericano de inteligencia en drogas. Además, se hizo un llamado público a avanzar en la búsqueda de acuerdos y soluciones concretas para hacer frente al tráfico de sustancias ilícitas, siguiendo, bajo toda costa, el ideario de unidad que sostenía Hugo Chávez Frías y Néstor Kirchner.
La idea inicial sería formar a las fuerzas de seguridad para la preservar la integridad territorial y sostener la soberanía de los estados que conforman el bloque, a fin de contrarrestar las labores de inteligencia e intromisión que generan los “superagentes” de la DEA. Hay ejemplos concretos, con balances sostenidos y positivos de los países donde se tomaron acciones independientes, como Venezuela lo hizo en el 2005 con la expulsión del organismo norteamericano, he hizo lo propio Bolivia en el 2008. Rafael Correa en Ecuador a mediados del 2009 ordenó el cierre de la base de Manta, zona de pretexto norteamericano para controlar el narcotráfico a nivel regional. Estas medidas si bien son parciales llevan el hilo conductor de generar una política autónoma, marginando al gobierno de Washington que, para estos países, es el principal culpable de inocular la narcopolítica en la región.
El ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela, Miguel Rodríguez Torres, en su alocución de apertura al consejo de la Unasur sostuvo que “son indispensables los resultados fructíferos a fin de que se demuestre que en el sur de América hay una voluntad unitaria, sólida, fuerte y decidida a luchar contra ese problema mundial de las drogas, para que esta articulación genere respuestas que la sociedad está esperando en el tema de consumo de drogas, y eso se traduzca en una reducción del delito en cada uno de nuestros países”.
En el mes de julio se realizará la tercera reunión de dicha organización, en la que se prevé la presentación de documentos y trabajos de cada una de las naciones integrantes, así como medidas ya tomadas de manera autónoma para unificar criterios y atacar el flagelo. En esa materia, se llevará como primera instancia el debate de la despenalización del consumo de drogas de parte de Uruguay y Argentina.
Este consejo fue creado en Quito de 2011 con la finalidad de consolidar con paso firme la integración regional contrarrestando la influencia de los Estados Unidos en los pueblos del sur. Y por este camino lograr independizar el combate contra el narcotráfico, teniendo como objetivo concertar información sobre redes de mafiosos narcos que operen en la región, y fortalecer la coordinación de unidades de inteligencia financiera, a fin de combatir con el lavado de activos, trata de personas y delitos vinculados con la producción y el tráfico de drogas.
Fuente: Infonews

Lideres religiosos estadounidenses llamaron hoy al presidente Barack Obama a tomar una acción ejecutiva valiente para mejorar la relación entre Estados Unidos y Cuba.



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Una carta dirigida al mandatario por varios líderes de iglesias cristianas, evangélicas, morava, el Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos, Iglesias Prebisterianas y otras congregaciones, le urgen a entablar conversaciones inmediatas y de buena fe con Cuba.
Estas discusiones deben tomar en consideración las preocupaciones de los cubanos sobre la política de Washington, incluyendo el encarcelamiento de los tres miembros restantes de los Cinco Cubanos, que cumplen injustas condenas por tratar de prevenir el terrorismo contra su país.
En cárceles estadounidenses permanecen Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, cumpliendo injustas condenas por tratar de prevenir el terrorismo contra su país. René González y Fernando González, regresaron a Cuba tras cumplir las penas impuestas en un amañado proceso.
Puntualiza la misiva que programas como el proyecto ZunZuneo son ineficaces y equivocados. En el interés de avanzar en el restablecimiento de las relaciones, los dirigentes de las iglesias estadounidenses llaman a abrir un diálogo de alto nivel para abordar una amplia gama de temas, incluyendo el tema de los Cinco cubanos y Alan Gross.
Asimismo emitir licencias generales para permitir viajes en todas las categorías, eliminar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo de Estado, un tema irritante e innecesario en una relación ya tensa que le quita credibilidad a la lista en sí misma.
Fuente: Cubadebate

viernes, 23 de mayo de 2014

Por el 119 aniversario de la muerte del Apóstol

Cada 19 de mayo recordamos a Martí, el Apóstol
Cada 19 de mayo, Cuba se viste de luto para honrar a Martí,
Cada 19 de mayo, recordamos aquella muerte en Dos Ríos, apreciando lo inmenso que es morir de cara al Sol,
Cada 19 de mayo, revaloramos que del sacrificio por los ideales más divinos, no se debe esperar más que la ingratitud de los hombres,
Cada 19 de mayo, resuenan con justicia las verdades de Abdala, y se eriza la piel criolla por la pasión que envuelve a las letras, cuando de ellas se desprenden los reclamos más humanos,
Cada 19 de mayo, vemos desde las Canteras de San Lázaro, a un joven que prefirió el grillete a la traición, y que fundió del hierro su anillo de compromiso con Cuba,
Cada 19 de mayo, vemos una pluma que sentencia a los falsos republicanos, a los tiranos, y a los traidores que en lo oscuro, se asustan cuando la mayor de las Antillas reclama su verdadera independencia,
Cada 19 de mayo, se escuchan cantos de Libertad, del Río Bravo a la Patagonia, y la América Nuestra exige “andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”, demandando su Segunda Independencia,
Cada 19 de mayo, recordamos desde Martí a Nuestra América y la Madre América conmemora con orgullo la caída en combate de su fiel hijo,
Cada 19 de mayo, Martí nos recuerda “que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”
Cada 19 de mayo, nace la ilusión y la esperanza, rejuveneciendo el sueño de mármol de Martí, porque los “que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses” y “porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás”
Cada 19 de mayo, la patria se agranda porque honrar honra, al poeta de la independencia, al intelectual orgánico, al libertador radical de raíz, al escritor incansable, al periodista sagaz, al orador elocuente, al padre del Ismaelillo, que nos enseñó a tener “fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud”
Cada 19 de mayo, ondea la bandera y retoña la libertad, cobrando sentido las luchas por los ideales más humanos,
Por eso hoy 19 de mayo, honramos el 119 aniversario del viaje eterno de nuestro Apóstol, del Anahuac rebelde,  que supo guiar con sacrificio y cautela, el proceso independista a su guerra más necesaria, la lucha eterna por la libertad,
Por eso, cada 19 de mayo, Martí se levanta con Cuba, “con todos y para el bien de todos”
19 de mayo de 2014, La Habana
Alejandro L. Perdomo Aguilera
 

La transición uni-multipolar y los nuevos pivotes geopolíticos


Por Tiberio Grazian*
La transición uni-multipolar representa el acontecimiento más importante de la dinámica geopolítica mundial actual. En el ámbito de este contexto tan movilizado, el análisis geopolítico, aun adoptando nuevos modelos de investigación más apropiados a las exigencias de las transformaciones internacionales, redescubre, valorizándolos, los criterios clásicos de la geopolítica en tanto que ciencia multidisciplinar. 
La tradicional dicotomía que existía durante el siglo pasado entre la tierra y el mar, cuyos opositores emblemáticos fueron las superpotencias norteamericana y soviética, se muestra nuevamente como un esquema útil para la comprensión de las fluctuantes relaciones entre Pekín y Washington, en particular por lo que respecta la cuestión del control del Pacífico.
El sistema geopolítico de la segunda mitad del siglo XX estaba fundamentalmente caracterizado por la relación que mediaba entre EEUU y URSS, potencias vencedoras, junto con Inglaterra y Francia, del segundo conflicto mundial. El equilibrio inestable que se había instaurado a nivel mundial entre las esferas de influencia ejercidas por estas dos entidades geopolíticas de alcance continental, definió, cada vez más y a partir de 1945 hasta 1989 con la caída del muro de Berlín, los ejes en los que se articularía el contexto internacional.
Es notorio que el colapso soviético ha permitido el avance político, económico, financiero y geoestratégico de la llamada “Nación indispensable”, como hace algunos años definió a los EEUU la entonces Secretaria de Estado, Madeleine K. Albright. Con la disolución del bloque soviético se inauguró el unipolarismo como nuevo orden geopolítico dominador y como criterio descriptivo de los complejos procesos de política internacional.
El área pivote por excelencia de la fase unipolar, la cual se puede fechar a partir de 1991 hasta 2000, fue definida mediante una larga faja que desde Marruecos, pasaba por el Mediterráneo, llegando hasta Asia Central. El control de la bisagra mediterráneo-centroasiática y su utilización para el conseguimiento de la hegemonía mundial, constituyó el principal interés estratégico de Washington. Los países mayormente implicados por el avance americano en la masa euroasiática fueron, como es sabido Irak, Afganistán, Irán y Siria.
Sin embargo, durante la década del unipolarismo maduro se han ido formando también nuevos centros de agregación geoeconómica y geopolítica que se consolidaron en un breve lapso de tiempo. Estos nuevos polos han visto como protagonistas –y aún los ven—, a América Latina y a los principales países de la masa euroasiática, China e India.
El afianzamiento de estos agregados, el cual se realizó mediante la ejecución de forum informales (entre los cuales el IBSA, BRICS); la constitución de organizaciones de cooperación y seguridad (de las que se pueden nombrar la OCS, OTSC, Unión aduanera euroasiática, UNASUR); la definición de intereses y alianzas estratégicas en asuntos de energía y seguridad. En la década sucesiva (2000-2010) estas organizaciones han asentado las condiciones mínimas y suficientes para la articulación de un nuevo orden mundial que se desarrollará bajo una perspectiva multipolar.
El proceso tendente hacia el nuevo orden multipolar en estos últimos años ha sufrido una aceleración que fue determinada por el resurgimiento de Rusia como nuevo sujeto global después de la “noche elc’ninana”. De hecho, la Rusia de Putin en el lapso de pocos años se ha impuesto como elemento indispensable de la dinámica geopolítica en acto, asumiendo un creciente peso internacional que se ha reflejado, corroborándolas, en las nuevas agregaciones geoeconómicas y geopolíticas anteriormente mencionadas.
La irrupción de los nuevos polos de agregación internacional, prácticamente pertenecientes al llamado “Tercer mundo” o a las periferias de las viejas superpotencias, como era obvio, ha mermado el sistema unipolar bajo guía americana y también ha puesto en tela de juicio a las organizaciones mundiales y a las alianzas hegemónicas que surgieron a partir del segundo conflicto mundial como, por ejemplo, la ONU, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la OTAN.
La relación que se ha instaurado entre el viejo sistema unipolar y los nuevos centros de agregación establece nuevos equilibrios, determina las áreas de crisis y delinea los nuevos pivotes con los que se fundamentará, probablemente, la futura estructura multipolar.
*Tiberio Graziani es presidente del Instituto de Altos Estudios en Geopolítica y Ciencia Auxiliar (IsAG), UE.

Hablando de Democracia



Marcelo Colussi

Si estudiamos las formas de organización política que ha tomado cualquiera de las sociedades donde encontramos grupos sociales enfrentados, lo que también se conoce como “clases sociales”, desde que existe registro histórico de ello (a partir de las sociedades agrarias sedentarias en adelante, hace unos diez mil años), vemos que siempre es una pequeña elite la que guía los destinos del colectivo. Fuera de una organización social de iguales, de pares donde todos los miembros de la comunidad serían iguales, el estudio de toda forma de estructura social que encontramos a través de la historia nos confronta con dirigentes y dirigidos. Y siempre, invariablemente, los primeros son una minoría, y los segundos una amplia mayoría.

¿Cómo ha sido posible, y sigue siéndolo, que unos pocos sojuzguen a una mayoría? Apelar a una explicación biologista con reminiscencias de Darwin donde “los más aptos” se impondrían, lleva implícita una valoración cuestionable: ¿podría la historia explicarse sólo por la idea de “triunfadores” (los mejores, los más aptos) versus “perdedores” (los más débiles, los menos aptos). Si nos quedáramos con esa pretendida explicación, se estaría avalando la idea de “superiores” e “inferiores” (Pero, ¿acaso hay ciudadanos “mejores” y "peores" entonces?).

¿Estamos ante la necesidad de un conductor, de un gran padre todopoderoso que conduce a la masa? ¿Vericuetos de nuestra humana condición donde los más fuertes (los más osados, los más aprovechados) siempre se las ingenian para sojuzgar al colectivo? -léase: lucha por el poder-. ¿Mediocridad de la masa? El debate está abierto, y por cierto es muy complejo.

Es evidente y totalmente constatable en la observación desapasionada de la historia de la humanidad que, al menos hasta ahora, en esta sangrienta dinámica de lucha de grupos enfrentados que ya lleva varios milenios, son siempre minorías las que ejercen el poder sobre grandes mayorías. Ante eso surgen inmediatamente las preguntas: ¿qué hay de la democracia, del “gobierno del pueblo”? ¿Es posible? ¿Cómo?

En el vocabulario político actual “democracia” es, sin lugar a dudas, la palabra más utilizada. En su nombre puede hacerse cualquier cosa (invadir un país, por ejemplo, o torturar, o mentir descaradamente, o llegar a dar un golpe de Estado); es un término elástico, engañoso en cierta forma. Pero lo que menos sucede, lo que más remotamente alejado de la realidad se da como experiencia constatable, es precisamente un ejercicio democrático, es decir: un genuino y verdadero “gobierno del pueblo”. Como vemos, entonces, esto de la democracia es algo muy complejo, complicado, enrevesado. Es, en otros términos, sinónimo de la reflexión sobre el poder y el ejercicio de la política. Para ser cautos no podríamos, en términos rigurosos, ponderarla como “lo bueno” sin más, contrapuesta –maniqueamente, por supuesto– a “lo malo”. Siendo prudentes en esta afirmación puede citarse a un erudito en estos estudios, Norberto Bobbio, que con objetividad dirá que “el problema de la democracia, de sus características y de su prestigio (o de la falta de prestigio) es, como se ve, tan antiguo como la propia reflexión sobre las cosas de la política, y ha sido repropuesto y reformulado en todas las épocas”[1].

Es obvio que si democracia se opone a autoritarismo, la vida en regímenes dictatoriales torna la cotidianeidad mucho más dura. En ese sentido, sin ningún lugar a dudas vivir bajo una dictadura donde no existen garantías constitucionales mínimas, donde cualquiera puede ser secuestrado por las fuerzas de seguridad del Estado, torturado, asesinado con la más completa impunidad, es un atropello flagrante, un calvario. Las penurias económicas son terribles; pero por supuesto una dictadura antidemocrática es peor: morirse de hambre, aunque sea escandaloso, no es lo mismo que morir en una cárcel clandestina de una dictadura.

En ese sentido no está de más recordar una muy pormenorizada investigación desarrollada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el 2004[2] en países de América Latina donde se destacaba que el 54.7 % de la población estudiada apoyaría de buen grado un gobierno dictatorial si eso le resolviera los problemas de índole económica. Aunque eso conllevó la consternación de más de algún politólogo, incluido el por ese entonces Secretario General de Naciones Unidas, el ghanés Kofi Annan (la solución para sus problemas no radica en una vuelta al autoritarismo sino en una sólida y profundamente enraizada democracia”), ello debe abrir un debate genuino sobre el porqué la gente lo expresa así. Democracia formal sin soluciones económica no sirve; pero la inversa, si faltan las libertades civiles mínimas, tampoco es el camino.

Los primeros desarrollos del socialismo construido durante el siglo XX (Rusia, China, Cuba) comenzaron a intentar equilibrar las injusticias económicas; pero en cuanto al ejercicio del poder popular la cuestión sigue siendo una asignatura pendiente. Se avanzó en eso, sin dudas, al menos en la intención (la Revolución Cultural china, o los asambleas populares cubanas, son interesantes experiencias). Pero aún estamos lejos de poder indicar una democracia popular de base efectiva en el campo socialista. Por otro lado, con su involución hacia fines de siglo, la sobrevivencia de lo que no arrastró la marea de destrucción de todo ese campo (Cuba resistió y sigue de pie) se centró en eso: la sobrevivencia ("período especial" se dijo en la isla), y el tema de la democracia de base, del poder popular no fue el principal punto de agenda. ¿Se puede hablar hoy de poder popular en China? ¿Qué quedó de la “dictadura del proletariado” en los países de Europa del Este?

En las democracias no socialistas, la pregunta en torno al verdadero y genuino “gobierno del pueblo” también sigue siendo una pregunta abierta. Desde el triunfo de las burguesías modernas sobre los regímenes feudales en Europa, o de la consolidación de las colonias americanas de Gran Bretaña como Estados Unidos de América con su empuje descomunal, la construcción del mundo moderno, de las “democracias industriales o democracias de libre mercado” –como suele llamárselas– sigue obedeciendo más que nada a una lógica donde unos pocos factores de poder (básicamente económico) son los que controlan; el gobierno de las mayorías, el verdadero y genuino poder de las mayorías, sigue siendo también una asignatura pendiente. Quien manda, fundamentalmente, es el mercado. No hay dudas que fue un paso adelante en relación con el absolutismo monárquico; pero de ahí a gobierno del pueblo dista una gran distancia.

Tal como agudamente lo destacó Paul Valéry: “la política es el arte de evitar que la gente tome parte en los asuntos que le conciernen”. Dicho en otros términos: los factores de poder no ceden nunca en su dominación, en su posición de sojuzgamiento del sojuzgado. La democracia que se construyó con la inauguración del mundo burgués moderno (donde Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña marcaron el rumbo) se asienta en la dominación de los grandes propietarios industriales. El pueblo gobierna sólo a través de sus representantes. Pero, ¿a quién representan los gobernantes? ¿Gobierna el pueblo?

En la forma de Estado democrático parlamentario moderno, el surgido hacia fines del siglo XVIII, se supone que los ciudadanos eligen a sus representantes por medio del voto, y cada cierto tiempo estos gobernantes son reemplazados por otros. La sociedad, entonces, se gobernaría a partir de la decisión de las grandes masas soberanas. Pero a decir verdad los verdaderos factores de poder nunca son elegidos por la población.

¿No es que los movimientos económicos los regula el mercado? Si es así, son muchas las preguntas que se abren y quedan sin respuesta: ¿quién y cómo decide los flujos de oferta y demanda, los porcentajes de desocupación que hay, la acumulación de riqueza y la multiplicación de la pobreza? Si es el mercado ¿qué decidimos con la rutina electoral de cada cierto tiempo? ¿Quién ha salido de la pobreza asistiendo puntual a los comicios? ¿Quién decide las políticas de las grandes corporaciones mundiales que fijan la marcha económica de la población planetaria? ¿Alguien votó por ello? ¿Quién decidió, a través de qué proceso de elección popular se estableció que todos tenemos que consumir, por ejemplo, un refresco como Coca-Cola y no otro, agua potable o un refresco local hecho con hierbas naturales? ¿Hubo algún plebiscito, referéndum o proceso eleccionario para decidir las políticas comunicacionales de los grandes monopolios de la información, aquellos que moldean nuestro punto de vista día a día, minuto a minuto, los que imponen lo que se debe pensar y lo que no? ¿Se consultó a la población planetaria para formar un infame Consejo de Seguridad en el seno de la Organización de Naciones Unidas con derecho a veto formado sólo por cinco Estados? ¿Por medio de qué elecciones populares se deciden las guerras? ¿Hubo alguna consulta democrática para decidir la catástrofe medioambiental que produjo la voracidad del gran capital? ¿Algún ciudadano del mundo votó para terminar con los bosques, con la capa de ozono, para secar fuentes de agua dulce? ¿Quién eligió, y por medio de qué mecanismo, lo que tenemos que consumir para divertirnos? –léase: películas de Hollywood o videojuegos, cada vez más extendidos… ¡y violentos!–. ¿Quién es el que decide sobre quién puede tener armas nucleares y quién no: la gente con su voto? Y todos los llamados “grupos vulnerables” (minorías étnicas, discapacitados, homosexuales, seropositivos, niñez en riesgo, discriminados por el motivo que sea) ¿qué participación real tienen en el ejercicio del poder? ¿Algún negro eligió democráticamente ser pobre? ¿Alguna mujer decidió ser condenada a trabajar más que un varón y a ganar menos?

Es decir, si se profundiza la estructura íntima de los sistemas políticos, siguen surgiendo las preguntas: ¿a quién representan los representantes del pueblo en las democracias formales? Los políticos profesionales de las democracias parlamentarias, ¿representan a los pobres, a los excluidos, a las mujeres hechas a un lado, a los indigentes, a los desesperados de toda laya que pueblan la Tierra? ¿Por qué hay tan pocas mujeres, o indígenas, e negros en los cargos electivos de cualquier país?

Las decisiones que marcan el destino del mundo –la economía, la guerra, los modelos culturales dominantes– jamás se toman democráticamente. Luego de decididas por unos pocos –la citada observación de Valéry es más que oportuna entonces– se busca “evitar que la gente tome parte en los asuntos que le conciernen” pero haciendo creer que participa, que decide. En buena medida, hasta ahora eso es la política. Tal como dijo alguna vez el escritor argentino Jorge Luis Borges: al menos hasta ahora, tal como la conocemos, “la democracia es una ficción estadística”.

Ahora bien: esto abre una serie de reflexiones que es muy importante desarrollar.

La idea respecto a que “la masa es estúpida y no piensa” es, como mínimo, muy sencilla. Sin dudas, tal como se ha venido dando la organización de todas las sociedades de clases, la minoría en el poder supo manipular a las grandes masas. Pero eso no significa que la gente sea intrínsecamente tonta; menos aún, que merezca ser tratada como tonta. No hay ninguna duda –la historia y la experiencia lo enseñan– que la psicología de las masas presenta características peculiares que no pueden entenderse desde el punto de vista de lo individual. Puestos en masas, transformados en hombre-masa, todos desaparecemos como sujeto para constituirnos en un colectivo y seguir la corriente; y es cierto que, en tanto colectivo, en tanto grupo indiferenciado, no hay razonamiento crítico. Pero esto no invalida la posibilidad de reflexión, y mucho menos, no autoriza a la manipulación de la masa. ¿En nombre de qué, con qué derecho una elite puede manipular a una gran mayoría? No se puede ser tan superficial, tan falto de rigor científico y decir que “a la gente le gusta eso” Más que superficial, eso escamotea la verdad –por no decir que es totalmente cuestionable en términos éticos–.

Como formulación de ciencia social explicar algo en función de una presunta “estupidez” connatural es restringido: la gente podrá ser “tonta” (ahí está Homer Simpson como su ícono), pero hay límites a la tontera. Si fuéramos tan tontos y prefiriésemos “naturalmente” nuestra condición de esclavos, seguiríamos bajo el látigo del amo esclavista. ¡Pero hay Espartacos! Por todos lados en la historia han surgido Espartacos, y siguen surgiendo. Y cada vez más las poblaciones (esas masas manipulables a las que se intenta conformar con el pan y circo –ayer gladiadores, hoy Hollywood, fútbol y telenovelas–), cada vez más van abriendo los ojos, despertando, exigiendo derechos, dando saltos hacia delante, aunque también sigan consumiendo los que se les ordena y pensando lo que las usinas mediáticas informan. Cada vez más la historia nos muestra poblaciones que se rebelan y protestan, alzan la voz, participan en su vida política.

La democracia formal, la democracia representativa de los parlamentos modernos con su división de tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), no termina de ser en su plenitud el gobierno del pueblo. En realidad, más allá de la declamación formal, resta mucho para ser verdaderamente un ejercicio de poder horizontal de todos, una democracia deliberativa.

El mejoramiento de las condiciones económico-sociales es un factor de gran importancia para el progreso de las sociedades; pero eso no es todo: la población tiene que tomar parte activa en los asuntos que le conciernen, involucrarse, sentir que la toma de decisiones le es algo propio. La equidad, la justicia, la democracia definitiva, es el avance en todos los aspectos: los económicos y también los políticos.

La democracia, si se queda sólo en lo formal, es vacía, no es democracia. Es el gobierno de los grandes grupos económicos secundados por los políticos de profesión y por todo el andamiaje cultural y militar que permite seguir con la misma estructura, dándose el lujo incluso de jugar a la participación de la gente en las decisiones. Pero la gente no decide. La población, la gran masa, es consumidora (hay que atenderla bien para que siga comprando), o electorado (hay que atenderlo bien para que me sigan votando).

O también puede ser televidente, y ya es sabido lo que ello implica: ¿decide algún usuario de los medios masivos de comunicación, más allá de cuestionables programas “participativos” (¡los reality shows!, por ejemplo), decide algo de lo que consume? Si ese ciudadano consumidor que vota cada tantos años protesta demasiado… es considerado un “subversivo”; entonces ahí están los aparatos de control. Pero nunca participa en las decisiones básicas de su vida, aunque viva en democracias formales donde nunca hay golpes de Estado.

Es real que en algunos lugares del planeta esas democracias representativas dan resultado, pues ahí nadie pasa hambre y tiene cuotas más o menos altas de beneficios. Pero para mantener esas “democracias occidentales”, el 80 % de la población mundial pasa grandes sufrimientos. O democracia para todos, o si no hay algo que no funciona. No puede haber democracia sólo para un 20 %; eso no es poder para todos. La misma idea de democracia incluye a la totalidad, no sólo a fragmentos, a sectores.

El sistema político democrático, para ser tal, debe incluir realmente a la totalidad de la población en la toma de decisiones: democracia deliberativa, democracia participativa. Si no, no termina de ser genuinamente el “gobierno del pueblo”. Sin la participación ciudadana genuina no hay ciudadanía; hay actos


[1] Bobbio, Norberto et alia. “Diccionario de Política”. México, 2007. Siglo XXI Editores. Tomo I
[2] PNUD. “La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos”. Buenos Aires, 2004. PNUD.

Entrevista a Junior Garcia Aguilera