por Claudio Katz
La generalizada oposición que afrontó el bombardeo a Siria obligó a
Obama a cancelar el operativo. El pretexto de las armas químicas no
alcanzó para crear el clima belicista que exigía esa acción. Por eso el
gendarme -que ostenta un insólito premio Nobel de la Paz- aceptó la
propuesta rusa de instaurar un control internacional sobre el arsenal.
Pero las inspecciones en Damasco requerirían un despliegue de tropas que
nadie quiere enviar y un complicado proceso de traslado de armas que
todos descartan.
El rechazo al bombardeo fue contundente dentro de Estados Unidos. Las
encuestas ilustraron el descreimiento de la población, luego de la
estafa sufrida con las armas de destrucción masiva de Irak. Tampoco
funcionaron las imágenes del sufrimiento sirio que difundieron los
medios.
Ya es sabido que las incursiones de “protección humanitaria” no se
circunscriben a objetivos militares y afectan a la población civil. Hay
cierto desgaste del discurso hipócrita que propaga el principal
proveedor mundial de sustancias químicas. Estados Unidos encubrió
recientemente el uso de fósforo blanco por parte de Israel en Gaza y es
culpable de Hiroshima y de los mutilados de Vietnam.
Obama tampoco logró la cobertura de Naciones Unidas para disfrazar su
matanza con normas de derecho internacional. Las invasiones que ampara
ese organismo nunca son resueltas por la “comunidad internacional”.
Invariablemente emergen de algún contubernio entre las cinco potencias
con derecho a veto en el Consejo de Seguridad.
Los socios tradicionales del sheriff global se negaron esta vez a
repetir el acompañamiento aportado a las invasiones de Irak, Afganistán y
Libia. En el G 20, Estados Unidos sólo obtuvo el apoyo de Francia,
Turquía y Arabia Saudita, frente al llamativo rechazo de Alemania y el
repliegue de Inglaterra.
Pero la suspensión del bombardeo constituye tan sólo un episodio de la
contraofensiva imperial en Medio Oriente. Debe lidiar con la pérdida de
varios dictadores y el deterioro de gobiernos adversarios que
garantizaban la estabilidad regional. Estados Unidos busca contener a
sus rivales, aplastando al mismo tiempo todas las expresiones de
resistencia popular.
En una región explosiva se han intensificado las disputas entre los
imperios, los sub-imperios, los emiratos y las castas militares por la
apropiación del petróleo y el control de las rutas estratégicas. Pero
las potencias occidentales, el islamismo reaccionario y los ejércitos
represivos están conjuntamente embarcados en el entierro de la primavera
árabe. Siria concentra estas múltiples dimensiones del problema.
Multitud de conflictos geopolíticos
En Siria se registró una sublevación con demandas democráticas
semejantes a Egipto o Túnez y se formaron comités populares para exigir
reformas políticas. Pero la respuesta oficial fue brutal y el conflicto
derivó en una guerra civil con rasgos inter-comunitarios. Los yihadistas
que se sumaron a la oposición elevaron el nivel de crueldad y el país
quedó desgarrado en un mar de víctimas.
Este conflicto se agravó por el papel central de Siria en la región. Su
gobierno es un aliado tradicional de Rusia, está asociado con Irán y se
opone a Israel-Estados Unidos. Obama apoya a un sector de la oposición
armada (ELS), pero maneja con cautela la entrega de armas, para evitar
su captura por los yihadistas (Al Nusra, EIIL).
El presidente del imperio busca disciplinar a la enorme variedad de
grupos opositores mediante un juego maquiavélico. No quiere repetir lo
ocurrido en Afganistán, alimentando una fuerza de talibanes bajo la
protección norteamericana. Destruir a un régimen adversario sin alumbrar
otro Bin Laden es la gran dificultad que enfrenta Obama.
Para equilibrar ambos objetivos sostiene a la oposición cuando pierden
terreno y la abandona cuando acumulan victorias. Es la política del
desangre que ha explicitado un conocido estratega (1). Obama justamente
decidió el bombardeo luego de varios triunfos militares del gobierno.
Ese resultado y no el uso de armas químicas fue “línea roja” que alarmó
al imperialismo.
Pero la intervención fue también concebida como una advertencia a Rusia,
que maneja una base naval en Siria y provee de pertrechos al gobierno.
Se buscó retomar la ofensiva iniciada hace una década con el ataque a
Serbia y el despliegue de misiles en Europa Oriental. Estados Unidos
está empeñado en impedir el resurgimiento de su principal rival de la
guerra fría.
Esta pulseada geopolítica tiene correlatos económicos directos. Rusia
proyecta un gasoducto desde sus yacimientos hasta el Mediterráneo (South
Stream), en competencia con el conducto promovido por Estados Unidos y
los emiratos del Golfo (Nabucco). Siria está ubicada en el medio de
estas redes, como un centro de pasaje y almacenamiento de combustible.
Además, Rusia está directamente interesada en impedir la expansión de
los islamistas en las ex repúblicas soviéticas que rodean sus fronteras.
(2)
También Turquía afronta serios dilemas frente al estallido de Siria.
Actúa como la principal sub-potencia de la zona, alberga bases de la
OTAN y promueve el debilitamiento de su vecino. Pero al mismo tiempo
comparte con Siria la oposición a la independencia de los kurdos que
habitan en ambos territorios. La guerra de Irak ya abrió el camino para
el surgimiento del temido Kurdistán.
El bombardeo a Damasco constituía, además, un sustituto del postergado
ataque a Irán, que continúa desarrollando una política nuclear
independiente. Estados Unidos e Israel han saboteado esa economía,
asesinado científicos y desplegado presiones diplomáticas para frenar el
procesamiento del uranio. Pero no están en condiciones políticas de
concretar el bombardeo a Teherán. El frustrado ataque a Siria era una
advertencia a los Ayathollas
Obama se disponía a repetir la “zona área de exclusión” que instauró en
Libia para preparar la caída de Gadafi. Pero existen significativas
diferencias con ese precedente, puesto que Libia no es un centro del
ajedrez geopolítico internacional. Allí prevaleció la unanimidad
imperialista, Rusia jugó un papel secundario, Irán no fue determinante y
las potencias que financiaron a la oposición se repartieron
amigablemente el petróleo. Las tensiones tribales al interior del estado
libio nunca alcanzaron relevancia y los yihadistas no lograron
prosperar frente al control impuesto por la OTAN.
El laberinto sirio induce a Estados Unidos a una intervención más
cuidadosa. Esa cautela genera vacilaciones en las elites republicanas y
demócratas que definen la política exterior e indecisiones en el
Ejecutivo. Por eso el Congreso resistía el bombardeo, repitiendo el
escollo que enfrentó Cameron en el Parlamento inglés.
El margen de acción norteamericano está recortado luego de la caída de
los mandatarios fieles a Occidente (Mubarak, Ben Alí) y el colapso de
sus sustitutos (Morsi). No es fácil restaurar el manejo imperial frente
al eje de Irán-Rusia-Chiitas. Medio Oriente se está incendiando más que
de costumbre y predomina el descontrol sobre sucesos imprevisibles. (3)
Frente a estas restricciones Estados Unidos retomó las negociaciones con
Rusia, para consumar una “transición” parecida al cambio de fachada
concertado en Yemen, mediante el desplazamiento del presidente Saleh.
El régimen sirio navega en esta tormenta con su pragmatismo habitual.
Choca con Estados Unidos pero participó en la primera guerra del Golfo.
Confronta con Israel pero disciplina a los palestinos. Rivaliza con
Turquía pero obstruye el Kurdistán. Durante mucho tiempo acantonó tropas
en el Líbano para ordenar las fracciones en conflicto. Pero esta vez
enfrenta una dislocación sin precedentes.
Yihadistas e islamistas
Arabia Saudita y Qatar financian a los batallones más activos de la
oposición siria (FILS) y probablemente apuesten a una ocupación
extranjera, siguiendo el modelo aplicado en el Líbano durante los años
80. Tienen intereses geopolíticos propios, influyen a través de Al
Jazeera en la formación de la opinión pública y operan a través de
vastísimas redes de caridad islámicas.
Las monarquías del Golfo intervienen, además, con un ojo puesto en sus
propios países. Han reprimido todas las protestas, golpeando
especialmente a los inmigrantes. Arabia Saudita despachó directamente
tropas para aplastar a la mayoría chiita de Bahrein.
Pero las columnas yihadistas que desembarcaron en Siria (Jabat al
Nusrah, EIL) recurren a una intimidación mucho más extrema,
especialmente contra otras confesiones. Los cristianos -que ya
abandonaron en masa Irak- ahora se escapan de Siria.
Los fundamentalistas son reclutados por todo el mundo árabe y conforman
un tejido transfronterizo que se financia con diversos negocios. Se
jactan de los asesinatos perpetrados en Afganistán, Bosnia, Chechenia e
Irak y han decretado una guerra santa contra el laicismo, la acción
sindical, los derechos de las mujeres y las conquistas democráticas. En
las zonas bajo su control restauran códigos medievales de regulación de
la vida social.
Los yihadistas cumplen una función semejante al fascismo de Europa.
Conforman una fuerza internacional de terror que utiliza la religión
para restablecer retrógradas jerarquías. Este rol fue visible por
primera vez en los años 80 con la irrupción de los talibanes, que
Estados Unidos financió en Afganistán para destruir un régimen
progresista asociado a la URSS.
Con el auxilio directo del estado pakistaní, esos grupos destrozaron
todos los logros de educación, transformación agraria y modernización
cultural, que había introducido un gobierno de izquierda. Los talibanes
se afianzaron posteriormente en Pakistán, creando una gran plataforma de
islamización reaccionaria. De esta red surgió Al Qaeda. (4)
Los yihadistas no sólo trasladan a Siria la guerra sectaria entre
sunitas y chiitas que ya desgarró a Irak. También se perfilan como una
atroz amenaza para la clase obrera. Basta registrar sus acciones en
Túnez para notar la magnitud del peligro. Allí declararon una guerra
abierta a la central sindical y asesinaron a un dirigente histórico de
la izquierda (Chukri Belaid). Ese crimen retrató como ambicionan
reconstruir el Califato sobre las cenizas de la organización obrera.
Túnez está en la mira de estas falanges por la vitalidad del
sindicalismo y la izquierda. Allí se desarrolló la irrupción más radical
de la primavera, cuando una rebelión de jóvenes auto-organizados tumbó
el régimen policial de Ben Alí.
El islamismo reaccionario intenta destruir este despertar político que
persiste en Túnez, luego de la victoria electoral de una variante
moderada del islamismo neoliberal (Nahda). Esa corriente gobierna
Turquía y gestionó Egipto durante el breve mandato de Morsi. Rechaza el
terror, pero promueve una islamización incompatible con los anhelos
democráticos de la población. (5)
Eclipse palestino y auge fundamentalista
La gravitación de los yihadistas es paralela a la tragedia de los
palestinos, que sufren la consolidación de la expansión colonial
israelí. El gobierno sionista bombardeó varias localidades de Siria pero
se ha manejado con cautela. Mantiene un status quo con su detestado
vecino en la frontera del Golán, para taponar Gaza y extender la
ocupación de Cisjordania. Israel quiere fortalecer su predominio, sin
afrontar una caótica “libanización” de Siria. Está muy interesado en
eliminar las armas químicas -que su contrincante acumuló para
contrapesar el poder atómico israelí- y que ahora manejan los dos bandos
de la guerra civil.
La estabilidad con Siria ha sido un ingrediente clave para impedir el
surgimiento de un estado palestino en los últimos 20 años. Israel
aprovecha los tratados con Egipto y Jordania (y la cobertura brindada
por los convenios de Oslo) para reforzar su extensión territorial. Como
no puede expulsar abiertamente a los palestinos, ni proceder a su
limpieza étnica, proclama su vocación de negociar mientras multiplica
las colonias.
Las áreas palestinas de Cisjordania se reducen diariamente. Fueron
recortadas por un serpenteo de muros, perdieron las fuentes de agua y
están sometidas a un hostigamiento militar que empuja a la emigración.
Esta “des-arabización” ya se ha consumado en los alrededores de
Jerusalén, mientras Gaza ha quedado convertida en un gueto de miseria y
olvido. (6)
La guerra civil en Siria permite legitimar esta silenciosa desposesión.
Israel afianza entre su población la presentación de los árabes como
“gente incivilizada”, que debe ser “tratada por la fuerza”. Este
terrible mensaje contribuye a contrapesar el descontento social que el
año pasado pusieron de relieve las marchas de 400.000 indignados. (7)
Los palestinos no sólo sufren torturas, encarcelamientos, asesinatos
selectivos y el probable envenenamiento de sus dirigentes (como Arafat).
También están acorralados por los gobiernos militares e islámicos que
sucedieron a Mubarak. El encierro de Gaza por los gendarmes egipcios es
un atroz efecto de su sometimiento financiero y militar a Estados
Unidos.
Israel también actualiza sus conspiraciones dentro del ámbito palestino.
Incentivó primero a los islamistas contra OLP y promovió posteriormente
una autoridad fantasmal contra el Hamas. La guerra en Siria induce a
nuevas maniobras, puesto que Hamas abandonó su alianza tradicional con
ese país, aceptó financiación de Qatar y tomó partido a favor de la
oposición. En cambio Hezbolah apoya con acciones militares al régimen de
Assad. La pertenencia a la vertiente sunita y a la Hermandad Musulmana
en el primer caso, y la adscripción al eje chiita junto de Irán el
segundo, han sido determinantes de estos alineamientos.
La expansión de los yihadistas en Medio Oriente está eclipsando la causa
palestina como prioridad común del mundo árabe. Frente a una oleada
confesional ha perdido centralidad el gran estandarte anticolonial de
las últimas décadas. Este giro ilustra las dificultades que afrontan en
la región los proyectos progresistas.
Mutaciones regresivas en Siria
El gobierno sirio reaccionó en forma brutal frente a los reclamos de su
población. Estas demandas tienen la misma legitimidad que las exigencias
del pueblo egipcio o tunecino. Son los mismos derechos enarbolados
contra tiranos prohijados por Estados Unidos o enemistados con la
primera potencia.
En Siria no se logró el triunfo alcanzado en los dos países que
iniciaron la primavera. La represión fue más sangrienta. Incluyó
disparos a mansalva, bombardeos de aldeas y asesinatos de familias. Los
100.000 muertos y millones de refugiados ilustran, además, el perfil
intercomunitario que asumió el conflicto (aluitas, sunitas, chiitas,
cristianos).
No es la primera vez que el país sufre este tipo de tragedias. En 1982
se perpetró una masacre contra las protestas en la región de Homs. Esos
desangres también se registraron en el Líbano. Son represalias en gran
escala que aparecen cuando los choques políticos-sociales se
entremezclan con tensiones étnico-religiosas. Estos desgarramientos
forman parte de la historia regional desde que Turquía masacró a los
armenios a principio del siglo XX.
La conversión de una lucha democrática en una guerra sectaria -con
sectores laicos dispersados a ambos lados de la trinchera- ha
distorsionado el sentido inicial de la sublevación. También acentuó la
dependencia de cada contrincante de su proveedor bélico externo. Esta
injerencia obedece a intereses geopolíticos totalmente ajenos a las
exigencias populares. (8)
El régimen actual de Assad no guarda el menor parentesco con el viejo
partido del Baath, que confrontó con el poder religioso para forjar un
estado nacional aglutinante de todas las comunidades. Ese propósito se
desvaneció con la degeneración dinástica, la corrupción de camarillas y
el enriquecimiento de una burguesía que impuso el giro neoliberal de las
últimas décadas. (9)
Esta involución se asemeja a lo ocurrido con el régimen de Sadam
Hussein. Compartieron originalmente el mismo tipo de partido político y
desembocaron en la misma criminalidad de estado
La comparación podría extenderse también a Gadafi, que debutó con
proyectos de reformas sociales y concluyó comandando un gobierno de
clanes mafiosos. Se arrepintió de su pasado panarabista, persiguió
militantes, detuvo inmigrantes africanos y hostilizó a los palestinos.
También buscó congraciarse con Occidente para asegurar los negocios de
las compañías petroleras.
Pero el mayor antecedente de masacres perpetrado por un régimen de
origen antiimperialista se localiza en Argelia durante la década pasada.
Ese sistema político destruyó un legado de historia anticolonial sin
parangón en el mundo árabe, a partir de un triunfo del FLN comparable a
las victorias revolucionarias de China y Vietnam.
La prolongada gestión de clanes militares que usufructuaron del poder
para su propio beneficio demolió esa herencia. Cuando en la década
pasada fueron sorpresivamente derrotados en las elecciones por los
islamistas del FIS, desconocieron los comicios y desataron una guerra
con infernales masacres en ambos bandos. (10)
La conducta del régimen sirio no constituye, por lo tanto, una
particularidad de ese país. Repite la trayectoria seguida por procesos
que tuvieron un origen semejante y registraron involuciones del mismo
tipo.
Destrucciones combinadas, reorganización imperial
La población siria ha quedado entrampada en una confrontación entre un
régimen represivo y una oposición plagada de yihadistas y solventada por
Estados Unidos y los emiratos. Esta combinación de actores
reaccionarios multiplica la tragedia, anulando los impulsos de lucha por
la democracia y las mejoras sociales.
Lo ocurrido en el Líbano y Argelia brinda una pauta de esta perspectiva.
Al cabo de muchos de años de confrontaciones entre bandos regresivos,
la población quedó agotada y sin disposición para participar en la
primavera.
Irak ofrece otro categórico retrato de esta combinación de sucesiones
destructivas. La primera demolición del país fue realizada por Sadam con
matanzas de kurdos y aventuras externas contra Irán instigadas por
Estados Unidos. La segunda devastación fue consumada por Bush, que legó
un dantesco escenario de aniquilamiento social. Nadie sabe el número de
víctimas, pero algunas estimaciones indican 600.000 muertos, cuatro
millones desplazados y dos millones exiliados.
La tercera destrucción está en curso a través de una guerra
sectario-confesional que genera decenas de muertos diarios. Chiitas y
sunitas dirimen supremacía en un laberinto de disputas clientelares, que
se procesa con voladuras de edificios y diseminación de coches-bomba.
(11)
Si en Siria prevalece cualquiera de estas variantes del desangre
reaccionario, el país perderá su rol geopolítico internacional y ningún
contrincante propiciará el mantenimiento del estado nacional unificado.
En ese caso se afianzará la misma fractura en tres partes que se observa
en Irak. Estas divisiones en micro-estados confesionales resucitarían
la cirugía colonial que padeció de Siria, cuando su territorio fue
repartido entre Francia e Inglaterra. (12)
El colapso de países bajo el doble efecto de agresiones imperialistas e
invasiones fundamentalistas es una tendencia que también salió a flote
recientemente en Mali. Varias columnas yihdistas llegadas desde Libia
derrotaron al ejército local e intentaron capturar todo el territorio.
Francia reactivó sus reflejos coloniales y despachó tropas para auxiliar
a los asediados gendarmes. Frenó a veteranos brigadistas de Afganistán y
Argelia, pero no ha ganado la partida.
Todos esperan el próximo round en una región africana plagada de
hambrunas y con cuantiosas riquezas minerales. Francia controla el
uranio que utiliza para abastecer su sistema energético, pero hay un
gran botín en disputa. (13)
Algunos analistas estiman que en este escenario las grandes potencias
pierden peso, frente a nuevos jugadores económicos y actores
multipolares. El retroceso de Estados Unidos es visto como el principal
resultado de este cambio. Pero habrá que ver cuán prologando será el
repliegue de la única potencia con capacidad militar para ordenar el
funcionamiento del capitalismo global.
Estados Unidos fracasó en su intento colonial de apoderarse del petróleo
iraquí. Pero dejó una sociedad descalabrada y sin recursos para
gestionar ese recurso. El país ha perdido autonomía en todos los
terrenos.
El sheriff del planeta aprovecha la coyuntura actual para reorganizar su
intervención militar. Busca reemplazar la acción de los marines por la
utilización de drones y misiles. Jerarquiza otras regiones (Asia, el
Pacífico), privatiza la acción bélica, incrementa el espionaje y
privilegia las operaciones encubiertas. (14)
Mediante este reajuste Washington reordena su guerra perpetua contra el
mundo árabe. Tiene recortados sus márgenes de intervención, pero no
sufrió una derrota comparable a Vietnam. No es lo mismo retroceder
frente a una revolución socialista, que replegarse ante los escenarios
caóticos y sin horizontes progresistas que se observan en Irak. (15)
La centralidad de Egipto
Afortunadamente el mundo árabe no sólo genera noticias sombrías. La
primavera recobra vitalidad en países como Egipto, que pueden definir la
tónica general. El epicentro inicial de las rebeliones democráticas
mantiene una incidencia decisiva sobre el resto de la región. La
gravitación de la clase obrera puede aportar, además, otro perfil social
a esa batalla.
En Egipto se registró el principal triunfo de la primavera con la
movilización que enterró al tirano Mubarak. El ejército asumió
inmediatamente el gobierno para preservar los intereses de las clases
dominantes. Actúa como un emporio económico estrechamente asociado al
Pentágono, pero mantiene el prestigio logrado durante las guerras contra
Israel.
Ese protagonismo político le permitió a las fuerzas armadas expropiar la
sublevación popular y embarcarse en maniobras gatopardistas, para
impedir cambios significativos en el régimen político. Después de muchas
vacilaciones convocaron a elecciones y aceptaron el triunfo de los
Hermanos Musulmanes.
Esa congregación emergió como la única fuerza política organizada, a
partir del extendido arraigo de sus redes de asistencia social. El
presidente Morsi intentó copiar el modelo turco de islamismo neoliberal,
manteniendo la impunidad represiva y el encarcelamiento de opositores.
También ratificó los acuerdos con el FMI y los pactos con Israel.
Resistió cualquier democratización del estado y preparó un borrador de
Constitución repleto de ingredientes totalitarios. Se prohibía incluso a
la justicia contradecir cualquier medida gubernamental.
Pero lo gota que rebalsó el vaso fue la islamización compulsiva mediante
leyes oscurantistas. Los sectores más extremos (salafistas)
emprendieron provocaciones sangrientas contra la minoría de los coptos.
La legitimidad del gobierno se esfumó en forma vertiginosa.
En la simbólica plaza Tahir se repitió el estallido de una gran
sublevación. El ejército desplazó a Morsi y prometió una nueva
transición para atemperar la belicosidad popular. Nuevamente confiscó un
gran movimiento de masas para evitar el colapso del estado. Derrocó a
un gobierno surgido del sufragio mediante un golpe, disfrazando el
perfil clásico de la asonada reaccionaria. Repitieron el libreto de la
intervención anterior bajo la presión de un inmenso clamor democrático.
Los militares tomaron el gobierno para impedir la concreción de las
demandas democráticas desde abajo.
Pero esta vez fueron más allá y descargaron una feroz represión contra
los Hermanos Musulmanes. Dispararon contra manifestantes desarmados y
asesinaron a1000 personas. El freno de la islamización forzosa -que
exigía un vasto conglomerado de progresistas y laicos- quedó totalmente
ensombrecido por esta abominable masacre. (16)
Lo ocurrido brindó un nuevo ejemplo del comportamiento reaccionario que
tienen los gendarmes enfrentados con el islamismo. En Egipto abrieron el
camino para repetir el desangre consumado en Argelia y Siria. Pero
hasta ahora gozan de una gran protección diplomática internacional. Como
todas las potencias necesitan la estabilidad de Egipto, Estados Unidos
hizo la vista gorda, Europa y Rusia se mantuvieron en silencio y Arabia
Saudita, Qatar e Israel aprobaron enfáticamente al ejército.
Sólo Turquía levantó la voz y no sólo por el debilitamiento de su
proyecto poder regional junto a los Hermanos Musulmanes. El mismo
movimiento democrático que congregó a millones de manifestantes en El
Cairo irrumpió en Estambul.
La sorpresa en Turquía
La reacción contra la islamización convirtió en mayo pasado a la Plaza
Taksim, en un espejo de la Plaza Tahir. Una marea de manifestantes ocupó
ese lugar durante semanas para rechazar las restricciones religiosas.
La movilización estuvo precedida por luchas contra la brutalidad usual
de la policía. Contingentes de trabajadores precarizados confluyeron con
los jóvenes de clase media opuestos a las prohibiciones confesionales.
A diferencia de Egipto los recortes al laicismo no fueron una
improvisación de líderes recién llegados al gobierno. Desde hace once
años Turquía padece una administración islámica conservadora. Asumieron
con promesas de renovar el viejo estatismo nacionalista, desprestigiado
por décadas de autoritarismo y corrupción (Kemalismo). Pero
implementaron un viraje neoliberal que acrecentó la desigualdad social.
La gran movilización modificó la realidad de un país agobiado por
agresiones sociales y retrocesos democráticos. El contagio de Egipto
ilustró cómo se transmiten los anhelos populares en un espacio del
Mediterráneo que desborda al mundo árabe
En Turquía no se lograron las victorias obtenidas en Egipto o Túnez,
pero el gobierno de Erdogan quedó muy debilitado. Ya no puede
presentarse como un ganador de la primavera, ni continuar con tanta
displicencia sus peregrinajes para disputar hegemonía regional con
Arabia Saudita y las monarquías del Golfo.
La clase dominante turca tantea sus posibilidades sub-imperiales. Ha
lucrado con el alto crecimiento de los últimos veinte años y ya forjó
fuertes lazos con la Unión Europea y las economías árabes. Pero la
inesperada irrupción popular amenaza sus proyectos. Turquía es parte de
las revueltas y no un modelo para superarlas. El usurpador potencial de
las protestas ha quedado contagiado por la oleada que pensaba
desactivar. (17)
El gobierno afronta un efecto adicional más severo de esta convulsión.
La confluencia de guerras circundantes y demandas democráticas ha
potenciado las posibilidades de independencia de los kurdos. Los
derechos nacionales de esta comunidad son negados por todos los países
de la región. Pero los kurdos han logrado establecer una región autónoma
en Irak y están consumando esta misma construcción en Siria. Allí
batallan en forma simultánea contra los gendarmes de Assad y los
batallones yihadistas.
El paso siguiente sería la extensión de esa conquista a zonas kurdas de
Turquía. Al cabo de treinta años de heroicas luchas están forzando una
negociación con el gobierno. Esas tratativas son favorecidas por la
conmoción que sacude a la región. (18)
Las respuestas democráticas contra la islamización forzosa se perfilan
en varios países como un camino de prolongación de la primavera. El otro
sendero es la resistencia a los crímenes del yihadismo. Túnez ocupa un
lugar central en esa batalla. La manifestación de repudio al asesinato
del líder de la izquierda congregó un millón de personas y rompió todas
las restricciones a la presencia de mujeres. En medio de una huelga
general dio lugar a la movilización más imponente de la historia de ese
país. (19)
Claudio Katz es Economista, Investigador, Profesor. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).
Notas:
1) Luttwak Edward, “In Syria, America Loses if Either Side Wins,” New
York Times, 24-8 2013. También: Alba Rico Santiago, “La intervención
soñada”, www.cuartopoder.es, 31/8/2013.
2) Almeyra Guillermo, “Antes que sea tarde”, www.jornada.unam.mx,
01/09/2013. Cinatti Claudia, “La primavera árabe” y el fin de la ilusión
democrática burguesa”, Izquierda n, 3, septiembre 2013.
3) Ver: Achcar Gilbert, “Toda la región está en ebullición” A l´Encontre
kaosenlared.net,/ 09/02/2013. Achcar Gilbert, “Ou en sont les
revolutions”, Inprecor decembre 2011-janvier 2012. También Alba Rico
Santiago, “A un año del inicio de la revuelta. Todo es posible salvo la
revolución”, www.rebelion.org, 18/03/2012.
4) Ver: Rousset Pierre, “Le Pakistán, théatre de guerres”, Inprecor
573-574, mai-juin 2013. Caillet Roman, “Relativizar la importancia del
fenómeno yihadista”, www.abacq.org, 20-11-2013
5) Ver: Zoghlami Jalel Ben Brik, “Les mobilisation peuvent affablir ou
meme remettre en cause le gouvernement”, Inprecor 590, fevrier 2013.
Alba Rico Santiago, “Túnez: territorio yihadista”,
www.aporrea.org/internacionales, 26/05/201.
6) Ver: Pappé Ian, “La solución de dos estados murió hace una década”,
ariaenpalestina.wordpress.com,15/9/13. Salinguer Julién, “Análisis de la
situación”, A L´Encontre, 16-11-2012. Nuestra visión en: Katz Claudio,
“Argumentos pela palestina”, Revista Outubro, n 15, junio 2007, Sao
Paulo.
7) Assaf Adiv, “Israel mondialise”, Warschawski Michel, “Faire Le lien”, Inprecor juillet, aout-septembre 2011.
8) Saadi Elias, “Elementos de análisis”, Socialismo o Barbarie, 07/09/2013 www.sobhonduras.org/index.php
9) Naisse Ghayath, “Une revolution en marche” Inprecor juillet, aout-septembre 2011.
10) Almeyra Guillermo, “El Ben Bella revolucionario que conocí” www.jornada.unam.mx/ 15/04/2012
11) Naba René, “Diez años después de Irak”, www.vanguardiaps.com.ar, 11/09/2013
12) García Gascón Eugenio, “Siria camino a la partición”, brecha.com.uy, 1-9-2013
13) Ver: Ramonet Ignacio “¿Qué hace Francia en Mali?”, www.rebelion.org
02/02/2013. Amin Samir “Mali, Janvier 2013” www.legrandsoir.info/
09/02/2013
14) Ver: Gelman Juan, “Robotizando la guerra”
www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/09/02/2012. Engelhardt Tom,
“Washington, capital de la guerra”, www.elpuercoespin.com.ar 30/07/2013.
15) Nuestro enfoque general en: Katz Claudio, Bajo el imperio del capital. Edición argentina, Luxemburg, diciembre de 2011
16) Amin Samir “Egipt to day: the challenges for the democratic popular
moviment”, 24-8-2013 samiramin1931.blogspot.com. Fuentes Pedro, “Triunfo
o derrota de la primavera árabe”, www.redaccionpopular.com,
04/07/2013. Kahairy Chedid, “Coup de force des fréres musulmans et
réactiones popoulaires”, Inprecor 590, janvier 2013.
17) Ver: Rodríguez Olga, “Turquía”, eldiario.es, 6-6-2013. Kurkcigil Masis, “Apres la revolte”, Inprecor 595-596.
18) Ver: Mohamed Hasan, “Entrevista” responsable de relaciones exteriores de PYD luchainternacionalista.org 08/05/2013
19) Alba Rico, “Túnez funeral, resurrección, peligro”, Rebelión www.rebelion.org, 09/02/2013.
Fuente: ARGENPRESS.info
Tiempos de cambios: Estados Unidos, Latinoamérica y Cuba ante los problemas de Seguridad Global
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