lunes, 6 de enero de 2014

Nueva York, demócrata


Revista Debate

Luego de dos décadas de gobiernos conservadores, la ciudad eligió a un demócrata que habla de las desigualdades sociales. Cinco áreas clave.

La feliz y aplastante victoria de Bill de Blasio sobre Joe Lhota en las elecciones para alcalde de Nueva York brinda una oportunidad única por generación para que los progresistas tomen las riendas del poder en la mayor y más simbólica ciudad de Estados Unidos. El resto del país estará observando cómo este liberal se maneja para cumplir con su promesa de “no dejar relegado a ningún neoyorquino”. La lista de tareas del nuevo alcalde será extensa, y lo que sigue no tiene como objetivo abarcarlo todo; pero presentamos cinco áreas donde vemos posibilidades inmediatas para un cambio significativo en la ciudad con De Blasio al frente.

La economía y la inequidad
“La historia de dos ciudades” de la campaña de De Blasio se centró en el problema fundamental de la ciudad de Nueva York: el drástico aumento de la brecha en los ingresos, tendencia que se aceleró fuertemente bajo el mandato del alcalde saliente Michael Bloomberg. Como hemos resaltado en el artículo “La Ciudad Dorada”, el 1 por ciento más rico de los neoyorquinos contó con el 39 por ciento de la participación de ingresos de la ciudad en 2012, en comparación con el 12 por ciento en 1980. Llevar a cabo la propuesta de campaña de De Blasio de que aquellos con ingresos de 500 mil dólares sean los que más tributen para un servicio médico universal sería un buen modo de revertir la tendencia, aunque tiene que persuadir a la Legislatura del Estado a que lo respalde, y puede llevar algún tiempo implementar el plan.
Mientras tanto, hay otros pasos que el alcalde electo puede dar para manejar la inequidad que él denominó, en su discurso luego de la victoria, “el desafío definitorio de nuestro tiempo”. Deberá tapar los vacíos en el sistema tributario y persuadir al Estado a finalizar las bandas tributarias para las propiedades de lujo, terminar con la elusión impositiva en las empresas y recortar los subsidios para los desarrolladores (los que se incrementaron casi diez veces bajo el mandato de Bloomberg). ¿Y por qué implementar nuevamente el impuesto a los viajes? Hay muchos cambios en la estructura impositiva de la ciudad que suenan improbables -y la combinación del impuesto a las ganancias personales y a los ingresos de las empresas ya es relativamente progresista- pero detener las ofrendas a los ricos es esencial si la ciudad desea ocuparse de las apremiantes necesidades sociales.
La herramienta más poderosa con la que cuenta el alcalde es el presupuesto de 72 mil millones de dólares de la ciudad, el cual puede utilizar para promover un desarrollo económico equitativo y servicios bien financiados para todos. Puede realizar inversiones en infraestructura que ahorren dinero y energía en el largo plazo para lograr que la ciudad pos huracán Sandy se fortalezca frente al cambio climático, mientras que incrementa los tipos de trabajos e industrias que ofrecen seguridad económica y movilidad social para el neoyorquino común.
Incluso pequeños cambios podrían significar una gran diferencia para mucha gente. Por ejemplo, la ciudad otorga miles de millones de dólares en contratos a organismos sin fines de lucro para servicios sociales, como el cuidado de los niños, salud pública y programas para ancianos, jóvenes e indigentes. Pero hasta 50 mil trabajadores de estas agencias son pobres o casi pobres, según James Parrott del Instituto de Política Fiscal. El intendente podría otorgarles un salario digno como parte del presupuesto ejecutivo preliminar para 2015, con vencimiento el 16 de enero.
Trabajo La mejora de la clase trabajadora de Nueva York exigirá el regreso de los sindicatos. Este intendente proclive al incremento de puestos de trabajo probablemente cumpla su promesa de recobrar la seguridad del trabajo de los conductores de transporte escolar de la ciudad, quienes hicieron una huelga poco exitosa este año. La ciudad también debe aumentos a maestros, enfermeros y otros trabajadores municipales, quienes contribuyeron enormemente a la ciudad y sólo vieron disminuir sus ingresos. Pero así como lo admiten en privado muchos sindicatos del sector público, deberá haber negociaciones ya que 150 gremios que trabajaron bajo el mandato de Bloomberg sin contrato buscan acuerdos con el nuevo intendente.
El tema más crítico para el trabajador es sin duda otro: la organización del sector privado. De Blasio ha prometido respaldar la formación de sindicatos de los trabajadores del sector privado, y asistió a manifestaciones realizadas por empleados de empresas de comida rápida y lavaderos de autos durante su campaña. Ahora puede utilizar la autoridad moral de su cargo y la capacidad de la ciudad para potenciar los sindicatos. A este respecto, puede emular el modelo del antiguo alcalde de Nueva York Fiorello La Guardia, que usó sus poderes para ayudar activamente los derechos de los trabajadores en disputas industriales.
Para ayudar a los trabajadores de bajos recursos de maneras diferentes, De Blasio puede expandir la ley de los días por enfermedad pagos para cubrir a 300 mil trabajadores que quedaron fuera de la medida sancionada por el Consejo de la Ciudad este año. Y con aliados progresistas en el Consejo, puede profundizar la limitada ley de salario mínimo, sancionada el año pasado con el veto de Bloomberg.
Viviendas e indigentes La respuesta usual del intendente Bloomberg cuando se le recordaban los 50 mil indigentes viviendo en refugios cada noche era criticar sus elecciones personales o sugerir que los refugios se habían tornado demasiado atractivos. De Blasio tiene una actitud diferente, gracias a su comprensión de la indigencia como un problema económico. Ha expresado su apoyo a reformas clave planteadas por defensores de indigentes, por ejemplo, direccionar asistencia accesible para viviendas (incluyendo los vouchers de la Sección 8 y parcelas destinadas a la vivienda pública) a las familias indigentes.
En términos de viviendas accesibles en general, el alcalde electo prometió construir 200 mil unidades en diez años. Es una meta elogiable, pero es crucial que las nuevas unidades sean realmente accesibles. El plan de Bloomberg destinó sólo un tercio de las unidades a inquilinos de muy bajos ingresos, y sólo el 4 por ciento para los indigentes. En un momento en que el gobierno federal hace poco por la vivienda, eso no es suficiente. El nuevo alcalde puede también usar su poder para nombrar miembros del Directorio de Pautas de Alquiler con el fin de asegurar que la ciudad continúe habitable para aquellos que no pueden pagar alquileres de mercado estratosféricos; y puede fortalecer las zonas de inclusión para asegurar que los desarrolladores construyan unidades accesibles o establecer un fondo para dicho propósito.
Educación Al asumir De Blasio el liderazgo de las escuelas públicas de Nueva York, deberá decidir cómo construir sobre los logros de Bloomberg mientras se ocupa de los problemas aún existentes. Hay discusiones acerca del número, pero es claro que con Bloomberg las tasas de graduación se elevaron sustancialmente, y se crearon muchas escuelas, mejores que los enormes y viejos colegios que reemplazaron. Aun así, hay áreas de fuerte debilidad que exigen un nuevo enfoque:
1. La formación de estudiantes anglohablantes. Bajo Bloomberg, las necesidades de esta creciente población fueron ampliamente ignoradas, a pesar de las elevadas tasas de deserción y el bajo desempeño académico.
2. Respaldo a las escuelas más débiles. El enfoque de Bloomberg fue cerrarlas en vez de brindar redes de soporte, especialmente a aquellas de estudiantes en situación precaria.
3. Alianzas estratégicas en barrios de alta pobreza. Las escuelas en estas áreas necesitan trabajadores sociales, psicólogos y clínicas de salud para solucionar la vasta diversidad de problemas que conlleva la pobreza. Aproximadamente el 70 por ciento de los niños de escuelas públicas de Nueva York proviene de familias cerca o por debajo de la línea de pobreza.
4. Una evaluación justa del sistema y un paquete de compensación ecuánime para los maestros. Si el intendente desea expandir programas para niños muy pequeños y fuera del horario escolar, deberá lograr que la Federación de Maestros respalde un nuevo contrato que brinde los recursos para estas iniciativas.
Policía y Justicia Penal Ante todo, el intendente debe abolir los denominados “objetivos de productividad” de la Policía de Nueva York, un eufemismo para un sistema de cupos que con Bloomberg y el jefe de policía Ray Kelly ha conducido a arrestos indiscriminados o falsos arrestos, controles ilegales y otras técnicas de acoso que socavan la relación de la policía con las comunidades y derivan en políticas de control injustas y contraproducentes.
Suceda lo que suceda con los controles ilegales en los tribunales, el alcalde deberá dar pasos no sólo para limitar, sino para terminar con esta práctica indeseable, que tiene como objetivo a los negros y latinos. Es también crucial terminar inmediatamente con el control ilegal de las comunidades musulmanas. Como lo resalta el Proyecto de Reforma Policial, se necesita también una revisión general sobre las prácticas policiales que elimine el enfoque agresivo y punitivo -a veces denominado “control policial proactivo”- y orientarlo a la comunidad, con medidas tendientes a solucionar problemas que se centren en involucrar a los líderes y residentes barriales, programas de servicios locales, centros comunitarios e iglesias.
Algunos pueden decir que De Blasio tiene una gran tarea por delante. Pero también tendrá una gran cantidad de gente que lo respalde, lo que parece ser un número récord de aliados en la bancada progresista del Consejo de la Ciudad que lo apoyarán, pero que también lo responsabilizarán. Luego de doce años de Bloomberg, es extraordinario que la liberal Nueva York haya obtenido un socio acorde.
Traducción: Jorge Reparaz
 Copyright: The Nation
Fuente: Rebelion

Luces y sombras de la sociedad de la información

por Marcelo Colussi
Hoy por hoy las tecnologías de la información y la comunicación (TICs)* parecen haber llegado para quedarse. No hay marcha atrás. Ya constituyen un hecho cultural, civilizatorio en el sentido más amplio. Según lo que vamos empezando a ver, una considerable cantidad de jóvenes –fenómeno que se da en mayor o menor medida en todo el mundo, con variaciones según los distintos países pero todos, en general, con notas bastante comunes– ya no concibe la vida sin estas tecnologías. Sin dudas, están cambiando el modo de relacionarnos, de resolver las cosas de la cotidianeidad, de pensar, ¡de vivir! La pregunta inmediata es: ¿en qué medida contribuyen al genuino mejoramiento de las cosas? ¿Traen desarrollo?

Algunos años atrás decía Delia Crovi (2002) refiriéndose a este proceso en curso: “En 2001, el Observatorio Mundial de Sistemas de Comunicación dio a conocer en París los resultados de un estudio sobre el equipamiento tecnológico en la SIC [sociedad de la información y la comunicación]. Este estudio afirma que en el año 2006 una de cada cinco personas tendrá un teléfono móvil o celular, el doble de los disponibles ahora que tenemos un aparato por cada diez habitantes. El mismo estudio señala que en 2003 habrá más de mil millones de celulares en el mundo, y en los próximos cinco años se registrarán 423.000.000 de nuevos usuarios (Tele Comunicación, 27/6/2001). Sin duda, estos datos podrían alimentar la idea de que estamos construyendo a pasos apresurados y a escala planetaria, una sociedad de la información, idea que sobre todo promueven los fabricantes de hardware y software, así como buena parte de los gobiernos del mundo.”

En Guatemala, Manuel Ayau –“oligarca latinoamericano arquetípico de la extrema derecha”, según lo describiera Lawrence Harrison, de la Universidad de Harvard–, fundador del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES) y de la Universidad Marroquín, ambas instituciones baluartes del pensamiento liberal en Centroamérica, dijo unos años atrás que “el día en que cada indio [sic] tenga su teléfono celular, ahí entraremos en el desarrollo”. Hoy día, con alrededor de 15 millones de habitantes, hay en el país más de 20 millones de teléfonos legales (más una cantidad desconocida de equipos robados que se siguen utilizando), es decir, más de un aparato por persona en promedio, 1.2 para ser precisos, pero la nación (típica banana country) está lejos de entrar en la senda del desarrollo.

En estos momentos –esto con fuerza creciente– nadie puede escapar de la marea de las TICs que pareciera cubrirlo todo. Podría afirmarse, sin temor a equivocarse en la apreciación, que “para estar en la modernidad, en el avance, en el mundo integrado (¿globalizado y triunfador?), hay que estar conectado”. Si no se siguen esos parámetros, se pierde el tren del desarrollo. O, al menos, eso es lo que dice la insistente prédica dominante.

¿Comunican más estas tecnologías de la comunicación? ¿En qué medida son un factor al servicio de un verdadero desarrollo equilibrado, sostenible y con equidad?

Las TICs llenan una necesidad (necesidad de comunicarse, de expresarse)

No cabe la menor duda que la comunicación es una arista definitoria de lo humano. Si bien es cierto que en el reino animal existe el fenómeno de la comunicación, en lo que concierne al ámbito específicamente humano hay características propias tan peculiares que pueden llevar a decir, sin más, que si algo define a nuestra especie es la capacidad de comunicarnos, que no es sino otra forma de decir: de interactuar con los otros. El sujeto humano se constituye en lo que es sólo a partir de la interacción con otros. La comunicación, en ese sentido, es el horizonte básico en que el circuito de la socialización se despliega.

Nos comunicamos de distintas maneras; eso no es nuevo. A través de la historia se encuentran las más diversas modalidades de hacerlo, desde la oralidad o las pinturas rupestres hasta las más sofisticadas tecnologías comunicacionales actuales gracias a la inteligencia artificial y la navegación espacial. Pero sin dudas es un hecho destacable que con los fenómenos ocurridos en la modernidad, con el surgimiento de la producción industrial destinada a grandes mercados y con la acelerada urbanización de estos últimos dos siglos que se va dando en toda la faz del planeta, sucedieron cambios particulares en la forma de comunicarnos. En esa perspectiva surge la comunicación de masas, es decir: el proceso donde lo distintivo es la cantidad enorme de receptores que recibe mensajes de un emisor único. El siglo XX ha estado marcado básicamente por ese hecho, novedoso en la historia, y con características propias que van definiendo en términos de civilización las modalidades de la modernidad. Lo masivo entra triunfalmente en escena para ya no retirarse más.

En este mundo moderno que va surgiendo desde Europa y su novedosa industria, la masividad hace su aparición con la invención de la imprenta, que permite una difusión más allá del pequeño grupo selecto que tenía el monopolio cultural. De allí rápidamente se llega a la difusión masiva con los periódicos así como con nuevas formas de comunicación que rompen barreras espaciales y permiten el acercamiento de grupos cada vez mayores. Surgen entonces el telégrafo, el teléfono, y ya en pleno siglo XX aparecen modalidades basadas en adelantos tecnológicos que llevan esa masividad a niveles nunca antes conocidos en la historia. Encontramos así la radio, el fonógrafo, el cine, la televisión.

En las últimas décadas del siglo XX, ya en plena explosión científico-técnica con una industria que definitivamente ha cambiado el mundo extendiéndose por prácticamente todos los rincones del planeta, las tecnologías comunicacionales van marcando el ritmo de la sociedad global. Es a partir de ese momento que efectivamente se puede hablar, retomando la idea de Marshall McLuhan, de una verdadera “aldea global”, un mundo absolutamente interconectado, intercomunicado, un mundo donde las distancias físicas ya no constituyen un obstáculo para la aproximación de todos con todos.

Las nuevas tecnologías de la comunicación, cada vez más rápidas y eficientes, borran distancias y acercan a inmensas cantidades planetarias de población. Las pautas que marcan el ritmo de la sociedad mundial se van volcando definitivamente hacia estas nuevas tecnologías digitales. Es decir, procesos técnicos en que un “sistema de transmisión o procesamiento de información [donde] la información se encuentra representada por medio de cantidades físicas (señales) que se hayan tan restringidas que sólo pueden asumir valores discretos. En contraposición a los sistemas digitales están los sistemas analógicos en los cuales las señales tanto de entrada como de salida no poseen ningún tipo de restricción y pueden asumir todo un continuo de valores (es decir, infinitos). La principal ventaja de los sistemas digitales respecto a los analógicos es que son más fáciles de diseñar, de implementar y de depurar, ya que las técnicas utilizadas en cada una de esas fases están bien establecidas. […] El mejor argumento a favor de la mayor flexibilidad de los sistemas digitales se encuentra en los actuales ordenadores o computadoras digitales, basados íntegramente en diseños y circuitos digitales”.

Si la comunicación siempre ha estado presente en la dinámica humana como un factor clave, las formas de las actuales tecnologías digitales sirven para, literalmente, inundar el mundo de comunicación, entronizándola. Ello asienta en nuevas formas de conocimiento, cada vez más sofisticadas y complejas. Todo ese proceso de ampliación de las fronteras comunicacionales y del conocimiento técnico en el que asientan es lo que ha llevado a pensar en una sociedad “de la información y del conocimiento”. La clave de la nueva sociedad, también llamada “sociedad digital”, está en una acumulación fabulosa de información. La “aldea global” se construye sobre estos cimientos. El principal recurso pasa a ser el manejo de información –cuanto más y más rápidamente manejada, mejor–, el capital humano capacitado, lo que se conoce como el know how.

“Desde el auge de la computación, el concepto de información ha pasado a tener un protagonismo sobredimensionado en la economía, la educación, la política, en la sociedad en su conjunto. La información ha desbancado de sus lugares de privilegio a conceptos como sabiduría, conocimiento, inteligencia; términos todos éstos que hoy se ven reducidos al primero. Una lógica según la cual procesar muchísimos datos a velocidad infinitesimal, equivale a ser inteligente, desestimando así cualidades como la creatividad, la imaginación, el raciocinio; pero también la ética y la moral”.

En esa perspectiva, la nueva sociedad que se perfila con la globalización, y por tanto sus herramientas por excelencia, las llamadas TICs –la telefonía celular, la computadora, el internet–, abren esas preguntas: ¿más información disponible produce por fuerza una mejor calidad de vida y un mejor desarrollo personal y social? Esas tecnologías, ¿ayudan a la inclusión social, o refuerzan la exclusión? O, por el contrario ¿sólo generan beneficios a las multinacionales que se dedican a su comercialización, contribuyendo a un mayor y más sofisticado control social por parte de los grandes poderes globales? ¿Tal vez una cosa no riñe con la otra?

La respuesta no está en las tecnologías propiamente dichas, por supuesto. Las tecnologías, como siempre ha sido a través de la historia, no dejan de tener un valor puramente instrumental. Lo importante es el proyecto humano en que se inscriben, el objetivo al servicio del que actúan. En ese sentido, para romper un planteo simplista y maniqueo: no hay técnicas “buenas” y técnicas “malas” en términos éticos. “Más allá de las conexiones, son los usos concretos y efectivos los que pueden llevar o no a mantener o profundizar las brechas que de hecho existen en el mundo real. Con lo cual la apertura infinita que supone el mero acceso formal a la red no necesariamente alcanza para hablar de una democratización de la sociedad o incluso del acceso a la información. Mucho menos si se trata de información de relevancia para el proceso de toma de decisiones o de participación en el ingreso socialmente producido. Con internet se abren ciertos accesos, pero no se democratiza la sociedad ni la cultura”.

Por supuesto que el acceso a tecnologías que permiten el manejo de información de un modo como nunca antes en la historia se había dado brinda la posibilidad de un salto cualitativo para el desarrollo. Sucede, sin embargo, que esas tecnologías, más allá de una cierta ilusión de absoluta democratización, no producen por sí mismos los cambios necesarios para terminar con los problemas crónicos de asimetrías que pueblan el mundo. Las tecnologías, si bien pueden mejorar las condiciones de vida haciéndolas más cómodas y confortables, no modifican las relaciones político-sociales a partir de las que se decide su uso.

Hoy días estas nuevas tecnologías las encontramos cada vez más omnipresentes en todas las facetas de la vida: sirven para la comercialización de bienes y servicios, para la banca en línea, para la administración pública (pago de impuestos, gestión de documentación, presentación de denuncias), para la búsqueda de la más variada información (académica, periodística, de solaz), para el ocio y esparcimiento (siendo los videojuegos una de las instancias que más crece en el mundo de las TICs), para la práctica de deportes, para el desarrollo del arte, en la gestión pública (algunos gobiernos están incorporando el uso de redes sociales como Twitter, Facebook, Youtube y otras cuando las autoridades dan a conocer su posición sobre acontecimientos relevantes), se usan en la guerra y en la paz, y desde las profundidades de la selva Lacandona, por ejemplo, un movimiento armado lleva adelante su lucha, con un personaje mediático que es más conocido por el uso de estos medios electrónicos que por su fusil, habiendo incluso todo un campo relacionado al sexo cibernético, el cual da para todo, desde la búsqueda de pareja hasta la pornografía infantil. En definitiva: estas tecnologías sirven para todo, absolutamente: para estudiar, para salvar una vida, para extorsionar.

Definitivamente, comienzan a ser omnímodas. Están en todos lados, y la tendencia es que seguirán estándolo cada vez más. Como un dato muy instructivo en ese sentido puede mencionarse que hoy día las TICs ya constituyen un medio de prueba en los procesos judiciales. Aún no están ampliamente difundidas y todavía encuentran muchas restricciones, pero sin dudas dentro de un futuro nada lejano serán pruebas contundentes.

“Las tecnologías de la información y la comunicación no son ninguna panacea ni fórmula mágica, pero pueden mejorar la vida de todos los habitantes del planeta. Se disponen de herramientas para llegar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de instrumentos que harán avanzar la causa de la libertad y la democracia, y de los medios necesarios para propagar los conocimientos y facilitar la comprensión mutua” , dijo acertadamente Kofi Annan como Secretario general de la Organización de las Naciones Unidas refiriéndose a estos temas.

La actual globalización va indisolublemente de la mano de las TICs

Se entiende por globalización el proceso económico, político y sociocultural que está teniendo lugar actualmente a nivel mundial por el que cada vez existe una mayor interrelación económica entre todos los rincones del planeta, por alejados que estén, gracias a tecnologías que han borrado prácticamente las distancias permitiendo comunicaciones en tiempo real, siempre bajo el control de las grandes corporaciones multinacionales.

La globalización que vivimos (económica y cultural) es el caldo de cultivo donde las TICs son el sistema circulatorio que la sostiene, haciendo parte vital de la nueva economía global centrada básicamente en la comunicación virtual, en la inteligencia artificial y en el conocimiento como principal recurso. Eso puede abrir grandes oportunidades para los sectores históricamente postergados, dado que posibilita acceder a instrumentos que permiten dar un salto adelante verdaderamente grande en orden al desarrollo; pero puede también contribuir a mantener la distancia entre los que producen esas tecnologías de vanguardia (unos pocos países del Norte), y quienes la adquieren (la gran mayoría de los países del Sur), dependiendo así más aún tanto comercial como tecnológicamente.

Si acceder a las TICs es un puente al desarrollo, la “brecha digital” que crea esta sociedad de la información, contraria a la “inclusión digital” global, indica que los sectores más desarrollados aumentan su distancia respecto de los excluidos. A nivel internacional es elocuente:

La tendencia en marcha refuerza la duda apuntada más arriba: las nuevas tecnologías digitales, más allá de la explosión con que han entrado en escena y su consumo masivo siempre creciente, no parecieran beneficiar por igual a todos los sectores. “En América Latina la presencia o el desarrollo de una SIC [sociedad de la información y la comunicación] está más ligada a la consolidación de grandes consorcios multinacionales del audiovisual, que a la incorporación de la convergencia a los procesos productivos. Esto último se ha polarizado en un sector capaz de desmaterializar la economía, en tanto que sobrevive otro gran sector que permanece al margen de los cambios tecnológicos y continúa trabajando dentro de un esquema de producción clásico, ayudado de herramientas que también podríamos definir como clásicas. En nuestros países sólo un sector de la población (muy probablemente el que acumula el consumo tecnológico de distintas generaciones), es la que se ha incorporado efectivamente al proceso de producción ligado a la información y el conocimiento”.

Valga agregar aquí lo apuntado por Beatriz Busaniche: “el hecho de que las TICs en sí mismas mejoren la calidad de vida de las personas no está comprobado de ninguna manera en tanto no se saneen previamente las brechas sociales fundamentales: la pobreza, el hambre, el analfabetismo, las pandemias”. En relación a esto, retomemos lo expresado más arriba: en Guatemala hay más teléfonos celulares (muchos de ellos con acceso a Internet) que población: ¿se generó entonces el desarrollo sostenible? Los mitos desarrollistas del progreso técnico siguen estando presentes.

No está demostrado que por el hecho de utilizar alguna de las TICs se elimine automáticamente la exclusión social o se termine con la pobreza crónica. De todos modos, sabiendo que estas herramientas encierran un enorme potencial para el desarrollo, es válido pensar que no disponer de ellas propicia la exclusión, o la puede profundizar. Visto que la red de redes, el internet, es la suma más enorme nunca antes vista de información que pone al servicio de la humanidad toda una potente herramienta de comunicación, no acceder a él crea desde ya una desventaja comparativa con quien sí puede acceder. De todos modos, el desarrollo propiamente dicho, el aprovechamiento efectivo de las potencialidades que abren las TICs, no se da por el sólo hecho de disponer de una computadora, de hacer uso de las redes sociales o de un teléfono celular inteligente de última generación. Lo que hace la diferencia es la capacidad que una población pueda tener para aprovechar creativamente estas nuevas formas culturales. Si el internet “ha transformado la vida”, como tan insistentemente dice cierto pensamiento dominante (quizá desde una perspectiva más mercadológica que crítica, terminando por constituirse en “mito”, en manipulación mediática), ello lleva a pensar el porqué de esa tenaz repetición.

Lo que está claro es que alimenta muy generosamente a quienes lucran con su comercialización (empresas globales dedicadas a la producción y distribución de estos servicios). Google, por ejemplo, el motor de búsqueda más potente y con la mayor cantidad de consultas diarias en la red en todo el mundo, ha facturado 150.000 millones de euros en 10 años.

De todos modos, más allá de la manipulación que pueda haber en ese mito (visto que, por sí mismas, las TICs no terminan con la exclusión) algo hay que les ha permitido erigirse en el nuevo ícono cultural de la así llamada postmodernidad.

¿Por qué se imponen de esa manera las TICs?

Las TIC son especialmente atractivas, y con mucha facilidad pueden pasar a ser adictivas (de la necesidad de comunicación fácilmente se puede pasar a la “adicción”, más aún si ello está inducido, tal como sucede efectivamente).

De todos modos, más allá de la interesada prédica que las identifica con una panacea universal –no siéndolo, por supuesto– no hay dudas que tienen algo especial que las va tornando imprescindibles. En una encuesta sobre uso de estas tecnologías con aproximadamente 2.500 jóvenes en la que participé recientemente, un 49% de los encuestados reconoce que “no podría vivir sin las TICs”, mientras que un 63% puede “estar dejando de hacer cosas por estar conectado”, en tanto que un 35% “ha disminuido sus horas de sueño por estar conectado a internet”. Todo ello marca una tendencia que no se puede desconocer: las TICs atrapan, son adictivas. En esa misma investigación, en grupos focales se preguntó a los jóvenes (de entre 17 y 25 años): “si estás haciendo el amor y suena el teléfono celular, ¿contestarías?”, a lo que aproximadamente un 50% respondió que sí, incluso justificándolo: “es probable que sea algo importante; además, si no contesto me desconcentro porque me quedo pensando en quién podría haber llamado. Por eso es mejor contestar siempre”. Una respuesta, hilarante sin dudas, y única en toda la muestra (“una golondrina no hace verano”), pero que de todos modos no puede dejar de considerarse fue: “¡Por supuesto que contesto! ¡Podría ser mi novio!”

Estar “conectado”, estar todo el tiempo con el teléfono celular en la mano, estar pendiente eternamente del mensaje que puede llegar, de las llamadas redes sociales, del chat, constituye un hecho culturalmente novedoso.

La definición más ajustada para un teléfono celular (lo mismo se podría decir de las TICs en general) es que, poseyendo el equipo en cuestión –teléfono, computadora–, se está “conectado”, que es como decir: “estar vivo”. “Estoy conectado, luego existo”, podría afirmarse como síntesis de los tiempos, parafraseando a Descartes. Definitivamente todas estas tecnologías van mucho más allá de una circunstancial moda: constituyen un cambio cultural profundo, un hecho civilizatorio, una modificación en la conformación misma del sujeto y, por tanto, de los colectivos, de los imaginarios sociales con que se recrea el mundo.

Lo importante a destacar es que esa penetración que tienen las TICs no es casual. Si gustan de esa manera, por algo es. Como mínimo se podrían señalar dos características que le confieren ese grado de atracción: a) están ligadas a la imagen, y b) permiten la interactividad en forma perpetua.

La imagen juega un papel muy importante en las TICs. Lo visual, cada vez más, pasa a ser definitorio. La imagen es masiva e inmediata, dice todo en un golpe de vista. Eso fascina, atrapa; pero al mismo tiempo no da mayores posibilidades de reflexión. “La lectura cansa. Se prefiere el significado resumido y fulminante de la imagen sintética. Esta fascina y seduce. Se renuncia así al vínculo lógico, a la secuencia razonada, a la reflexión que necesariamente implica el regreso a sí mismo”, se quejaba amargamente Giovanni Sartori . Lo cierto es que el discurso y la lógica del relato por imágenes están modificando la forma de percibir y el procesamiento de los conocimientos que tenemos de la realidad. Hoy por hoy la tendencia es ir suplantando lo racional-intelectual –dado en buena medida por la lectura– por esta nueva dimensión de la imagen como nueva deidad.

“Es lindo estar frente a tu pantalla. Te resuelve la vida. Uno ya no estudia, no tiene que pensar. La tecnología te lo hace todo. Aunque uno quede embobado frente a lo que ve, aunque nos demos cuenta de eso, que nos volvemos cada vez más haraganes, no deja de ser cómodo”, expresaba sin ambages un joven entrevistado en esta investigación a la que aludíamos.

Junto a eso cobra una similar importancia la fascinación con la respuesta inmediata que permite el estar conectado en forma perpetua y la interactividad, la respuesta siempre posible en ambas vías, recibiendo y enviando todo tipo de mensajes. La sensación de ubicuidad está así presente, con la promesa de una comunicación continua, amparada en el anonimato que confieren en buena medida las TICs. “Me gustan las redes sociales porque puedo tener muchos amigos. Yo, por ejemplo, tengo más de 500”, agregaba otro.

La llegada de estas tecnologías abre una nueva manera de pensar, de sentir, de relacionarse con los otros, de organizarse; en otros términos: cambia las identidades, las subjetividades. ¿Quién hubiera respondido algunas décadas atrás que prefería contestar el teléfono fijo a seguir haciendo el amor?

Hoy día la sociedad de la información, por medio de estas herramientas, nos sobrecarga de referencias. La suma de conocimiento, o más específicamente: de datos, de que se dispone es fabulosa. Pero tanta información acumulada, para el ciudadano de a pie y sin mayores criterios con que procesarla, también puede resultar contraproducente. Puede afirmarse que existe una sobreoferta informativa. Toda esta saturación y sobreabundancia de ¿información?, y su posible banalización, se ha trasladado a la red, a las TICs en general, inundando todo. De una cultura del conocimiento y su posible apropiación se puede pasar sin mayor solución de continuidad a una cultura del divertimento, de la superficialidad. Las TICs permiten ambas vías.

Las TIC se adecuan especialmente a la cultura juvenil

Si bien las TICs se están difundiendo por toda la sociedad global, quienes más se contactan con ellas, las utilizan, las aprovechan en su vida diaria dedicándole más tiempo y energía, y concomitantemente viéndose especialmente influenciados por ellas, son los jóvenes.

Cuando nos referimos al universo juvenil, es imposible hablar de “la” juventud. En todo caso, la sociedad global está marcada por profundas diferencias socioeconómicas y culturales que dejan ver, ante todo, un complejo mosaico de grupos e identidades. En contextos rurales del Sur a los 25 años ya se es todo un adulto/a, con varios hijos, cercano ya a la posibilidad de ser abuelos. En ciertos niveles del Norte, a esa edad todavía se vive lo que hoy denominamos “adolescencia tardía”. Pero pese a ello, más allá de esas por lo general infranqueables diferencias, hay una nota común entre los distintos jóvenes: en mayor o menor medida, son usuarios de las TICs.

Es evidente que la globalización en curso uniforma criterios sin borrar las diferencias estructurales; de ahí que, diferencias mediantes, las generaciones actuales de jóvenes son todas “hijas de las TICs”, o “nativos digitales”, como se les ha llamado. “Aquello que para las generaciones anteriores es novedad, imposición externa, obstáculo, presión para adaptarse –en el trabajo, en la gestión, en el entretenimiento– y en muchos casos temor reverencial, para las generaciones más jóvenes es un dato más de su existencia cotidiana, una realidad tan naturalizada y aceptada que no merece siquiera la interrogación y menos aún la crítica. Se trata en efecto de una condición constitutiva de la experiencia de las generaciones jóvenes, más instalada e inadvertida a medida que se baja en la edad”

Los jóvenes encuentran en las nuevas tecnologías un recurso para diferenciarse de la era de los adultos, simbolizada por el reino de la radio o de la televisión. Hasta se podría extremar esto hoy día, dado el aceleramiento vertiginoso de los cambios tecnológicos, a la diferencia entre usuarios de correo electrónico (¿ya envejecido?) y las llamadas redes sociales. Cuando se calibra el atractivo de estas nuevas tecnologías digitales, puede entenderse el encanto que encuentra gran parte de la juventud en ellas. Dicho esto, en esta utopía de la red lo más importante no es la fascinación técnica, porque toda persona joven en los países ricos vive ya desde los años 70 del pasado siglo envuelta en un universo técnico. Lo más importante es que la red se ha convertido en el soporte de los sueños eternos para una nueva solidaridad. Sin embargo se escapa la esencial diferencia en la comunicación de las TICs. Todavía se piensa que quien dice “comunicación” dice tener en cuenta el emisor, el mensaje y el receptor. Sin embargo, la gran diferencia está en que las TICs permiten como ningún otro medio masivo la interactividad, la comunicación de dos vías. Quien usa las TICs no es un mero receptor; su mensaje le llega de regreso a la presentadora de CNN que lee el mensaje que alguien acaba de mandar, así como todos los cientos de amigos que también lo reciben y que reaccionan a su vez. En el ámbito juvenil ese dinamismo echa sus raíces como en ningún otro segmento de población.

La identidad joven debe entenderse como ese momento de la vida en que se está experimentando, conociendo, abriéndose a experiencias nuevas. El mundo adulto hizo eso en su momento, y construyó lo que pudo: ya tiene una identidad y un proyecto. Los jóvenes, por el contrario, lo están elaborando. La posibilidad de estar contactando perpetuamente, abiertos de par en par a la comunicación, dispuestos todo el tiempo a intercambiar mensajes del tipo que sean con un (o varios) interlocutor(es), incluso al mismo tiempo, encuentra su campo más fértil en los jóvenes. De ahí que las TICs se amalgamen tan bien a ellos. Valga para graficar esto, lo que en estos momentos pasó a ser parte de la normalidad entre los jóvenes (de distinto estrato socioeconómico incluso): la realización simultánea de muchas tareas, todas ligadas a las TICs (cosa que para muchos adultos sería imposible): escuchar música, chatear, hacer las tareas usando internet (dicho sea de paso: cultura del copia y pega), contestar el teléfono y mirar televisión. Todo rápido, con urgencia, quizá cada vez menos analíticamente, cada vez más centrados en la imagen instantánea. Cultura de la inmediatez, podríamos decir. ¿Cultura de la liviandad?

En esa dimensión, lo importante, lo definitorio, es estar conectado y siempre disponible para la comunicación. De esa lógica surgen las llamadas redes sociales, espacios interactivos donde se puede navegar todo el tiempo a la búsqueda de lo que sea: novedades, entretenimiento, información, aventura, etc., etc. En las redes sociales, usadas fundamentalmente por jóvenes, alguien puede tener infinitos amigos. O, al menos, la ilusión de una correspondencia infinita de amistades. Ilusión, por supuesto, porque los cientos, miles en algunos casos, de “amigos”, desaparecen automáticamente cuando se apaga el equipo.

La superficialidad no es ajena a la cultura que va de la mano de las TICs. Pero hay que apurarse a aclarar que “superficialidad” puede haber en todo, también en la lectura de un libro o en una discusión filosófica. Nos son estos nuevos instrumentos los que la crean. En todo caso, lo cual puede abrir una discusión, la modalidad de estas tecnologías, su rapidez a veces vertiginosa, la entronización de lo multimedial con acento en la imagen por sobre la lectura reflexiva, podría dejar abierto un interrogante; por tanto debe verse muy en detalle cómo estas tecnologías comportan, al mismo tiempo que grandes posibilidades, también riesgos que no pueden menospreciarse. La cultura de la ligereza, de lo superficial y falta de profundidad crítica puede venir de la mano de las TICs, siendo los jóvenes –sus principales usuarios– quienes repitan esas pautas. Sin caer en preocupaciones extremistas, no hay que dejar de tener en vista que esa entronización de la imagen y la inmediatez, en muchos casos compartida con la multifunción simultánea, puede dar como resultado productos a revisar con aire crítico: “en términos mayoritarios [los jóvenes usuarios de TICs] adquieren información mecánicamente, desconectada de la realidad diaria, tienden a dedicar el mínimo esfuerzo al estudio, necesario para la promoción, adoptan una actitud pasiva frente al conocimiento, tienen dificultades para manejar conceptos abstractos, no pueden establecer relaciones que articulen teoría y práctica”.

Pero si bien es cierto que esta cibercultura abre la posibilidad de esta cierta liviandad, también da la posibilidad de acceder a un cúmulo de información y a nuevas formas de procesar la misma como nunca antes se había dado, por lo que estamos allí ante un fenomenal reto. Los jóvenes contemporáneos, sabiendo que en esto se marcan diferencias de acuerdo a su nivel socioeconómico, de todos modos “cuentan con una ventaja en la sociedad de la información impulsada por las nuevas tecnologías. A menudo son ellos los principales innovadores en el uso y difusión de las tecnologías de la información y la comunicación”.

Además, y como siempre ha pasado en la historia, son jóvenes los que ponen en marcha procesos de cambio. Las revoluciones, aunque se nutran de ideas de “viejos con espíritu de joven”, son siempre vehiculizadas por la sangre joven, por jóvenes de carne y hueso. También puede verse eso con el uso alternativo, crítico si se quiere, no light, que jóvenes le pueden dar a las TICs. Piénsese, por ejemplo, en la Primavera Árabe en el 2010 (más allá de haber sido luego cooptada por la derecha o por los mecanismos de inteligencia del sistema), los Indignados en España, el movimiento Yo soy 132 en México. Aunque ninguna de esas explosiones de ira y reacción ante situaciones de injusticia prosperó como proyecto revolucionario de transformación social –y por cierto no se reducen sólo a redes de personas comunicadas por estas tecnologías digitales–, es importante mencionarlas en tanto ejemplo del uso de esas tecnologías yendo más allá del pasatiempo banal, del distractor. Eso reafirma que las TICs son herramientas, ni “buenas” ni “malas”. Pueden servir para el mantenimiento del sistema… o para su crítica radical y la promoción de valores anti-sistema.

Luces y sombras con las TICs

Como todo proceso humano, el surgimiento de las TICs, en tanto fenómeno complejo con aristas tanto económicas como político-sociales, puede ser considerado desde distintos puntos. En cuanto tecnología, ninguna TIC –valga enfatizarlo– es “positiva” ni “negativa”. Es el proyecto en el que se dinamiza el que decidirá su uso, su utilidad social. Está claro que ninguna nueva tecnología puede pensarse con esa maniquea división: un cuchillo, por ejemplo, puede servir para trozar la comida, o para matar a alguien. Del mismo modo, la energía nuclear puede servir para iluminar toda una ciudad, o para hacerla volar por el aire. Es el uso, el proyecto humano (ético y político) el que define la “utilidad” de una herramienta, de un instrumento.

De todos modos hoy, tan recientes como son, las TICs no dejan de abrir algunos interrogantes que no se pueden soslayar en un análisis equilibrado. Sólo como recurso académico permítase diferenciar efectos “positivos” y “negativos”, en el sentido de “las cosas buenas que posibilita” y “las dudas que se abren”:

Efectos positivos Efectos “negativos” (o cuestionables)

Amplía las posibilidades del desarrollo humano integral Son adictivas
Facilita la comunicación con familia extensa que esté fuera del alcance físico directo o en el extranjero Afecta la socialización en el entorno familiar
Abre grandes posibilidades en el ámbito educativo Pueden servir como distractores (“perder el tiempo”)
Ayuda a disminuir aislamiento Se las puede utilizar para fines criminales, como extorsión, redes de tráfico de personas, fomento de la pornografía infantil
Se desarrollan nuevas habilidades de manejo electrónico y motricidad Los videojuegos puedan contribuir a crear climas culturales de violencia
Conecta con enorme cantidad de gente Pueden contribuir al aislamiento y la retracción, pues obligan a pasar horas y horas en soledad

En definitiva, nada de lo encomiable ni de lo despreciable que conoce el ser humano nace específicamente con las TICs . En todo caso, como tecnologías que se mueven a una velocidad vertiginosa, potencian todo, lo “bueno” y lo “malo”, lo hacen más evidente, lo sacan a la luz con una facilidad antes desconocida. Pero debe quedar claro que ni las diferencias económico-sociales existentes en la estructura social se deben a ellas –así como no se deben a ninguna tecnología específicamente, sino que responden al modo en que se ejercen los poderes–, ni la violencia es su “culpa” (haciendo entrar allí todo lo que se desee, desde el bullyng a las masacres que cada vez más regularmente producen “normales” ciudadanos sin explicación aparente). ¿Somos más violentos porque hay una enorme cantidad de videojuegos violentos en el mercado? La respuesta debe ir más allá de un mecanicismo simplista.

Una visión alarmista en torno a ellas puede contribuir a no ver su enorme potencial, que por cierto lo tienen. Ni “diosas” ni “demonios”. De hecho, estas reflexiones llegan a tu persona por medio de este tipo de medios, y esperamos fervientemente con esto no contribuir al mantenimiento acrítico de un sistema injusto sino, todo lo contrario, a cuestionarlo llamando a su transformación. ¿Sirven a ese cometido las TICs entonces?

A modo de conclusión

• Desde hace unas tres décadas se vive un proceso de globalización económica, tecnológica, política y cultural que achicó distancias convirtiendo a todo el globo terráqueo en un mercado único. Esa sociedad global está basada, cada vez más, en la acumulación y procesamiento de información y en las nuevas tecnologías de comunicación, cada vez más rápidas y eficientes.
• En ese proceso en curso, las modernas tecnologías digitales de la información y la comunicación (TICs) juegan un papel especialmente importante, en tanto son el soporte de la nueva economía, una nueva política, una nueva cultura de las relaciones sociales y científicas.
• Estas nuevas tecnologías (consistentes, entre otras cosas, en la telefonía celular móvil, el uso de la computadora personal y la conexión a la red de internet) permiten a los usuarios una serie de procedimientos que cambian de un modo especialmente profundo su modo de vida, teniendo así un valor especial, pues permiten hablar sin duda de un antes y un después de su aparición en la historia. El mundo que se está edificando a partir de su implementación implica un cambio trascendente, del que ya se ven las consecuencias, las cuales se acrecentarán en forma exponencial en un futuro del que no se pueden precisar lapsos cronológicos, pero que seguramente será muy pronto, dada la velocidad vertiginosa con que todo ello se está produciendo.
• El desarrollo portentoso de estas tecnologías, de momento al menos, no ha servido para aminorar –mucho menos borrar– asimetrías en orden a la equidad entre los países más y menos desarrollados en el concierto internacional, así como entre los grupos socialmente privilegiados y las capas más postergadas a lo interno de las distintas naciones. Por el contrario, ha estado al servicio de proyectos políticos que remarcaron las históricas exclusiones socioeconómicas en que se fundamentan las sociedades, ayudando a concentrar más la riqueza y el poder.
• Al mismo tiempo, aunque no contribuyeron hasta ahora a terminar con problemas históricos de la humanidad en orden a las inequidades de base, abren una serie de posibilidades nuevas desconocidas hasta hace muy poco tiempo, poniendo al servicio de toda la población herramientas novedosas que, directa o indirectamente, pueden servir para democratizar los saberes, y consecuentemente, a la participación ciudadana y al acceso a la toma de decisiones.
• El hecho de contar con herramientas que sirven para ampliar el campo de la comunicación interactiva y el acceso a información útil y valiosa constituye, en sí mismo, una buena noticia para las grandes mayorías. De todos modos, por sí mismo la aparición de nuevas tecnologías no cambian las relaciones estructurales, pero sí pueden ayudar a nuevos niveles de participación y de acceso a bienes culturales.
• Si bien hoy día estas tecnologías están incorporadas en numerosos procesos que tienen que ver con el mundo de la producción, la administración pública y el comercio en términos generales, en su aplicación masiva en toda la sociedad son los grupos jóvenes quienes más rápidamente y mejor se han adaptado a ellas, haciéndose sus principales usuarios.
• En términos generales son los jóvenes los principales consumidores de estas tecnologías, estando más familiarizados que nadie con ellas, siendo ellos mismos capacitadores de sus propios padres y generaciones adultas en general.
• En estos momentos, reconociendo que hay grandes diferencias entre jóvenes del Sur y del Norte del mundo, y que además se dan marcadas diferencias entre jóvenes ricos y pobres dentro de esas categorías Norte-Sur, las tecnologías de información y comunicación marcan a todos los jóvenes de la actual “aldea global”; la identidad “ser joven”, hoy por hoy tiene mucho que ver con el uso de estas herramientas. Sin embargo, hay marcadas diferencias en el modo de uso, y por tanto, las consecuencias que de ese uso se deriven. Las marcadas exclusiones sociales que definen la sociedad mundial se siguen haciendo presente en el aprovechamiento de las TICs. La brecha urbano-rural sigue crudamente presente, y los sectores históricamente postergados no han cambiado en lo sustancial con el advenimiento de estas nuevas tecnologías.
• Aunque las TICs no constituyen por sí mismas una panacea universal, ni una herramienta milagrosa para el progreso humano, en un mundo globalizado cada vez más regido por las pautas de la información y la comunicación, pueden ser importantes instrumentos que contribuyan al mismo. No apropiárselas y aprovecharlas debidamente coloca a cada individuo y al colectivo social en una situación de desventaja comparativa en relación a quien sí lo hace. De ahí que, considerando que son herramientas, pueden servir –y mucho– a un proyecto transformador.


Bibliografía:
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Fuente: Argenpress

La soledad latinoamericana


america-latinaAmérica latina vivió la soledad de los años noventa, cuando sólo existía en los procesos de privatización y en las crisis financieras. Afuera de ahí, sólo noticias deportivas o una que otra elección que escogía nombres distintos para el mismo tipo de gobierno hablaban del continente fuera de sus fronteras.



Era una soledad con las promesas de que la vía escogida entonces sería la de la integración en la globalización. Uno que otro mandatario, como Fernando Henrique Cardoso, era invitado a alguna cumbre de la llamada “tercera vía”, para demostrar que todavía quedaba algo de vida inteligente en el sur del mundo.
Pero en general eran personajes despreciados –como Carlos Menem, Alberto Fujimori, Carlos Salinas de Gortari, Fernando Collor de Mello, Fernando de la Rúa.., justamente porque aceptaban, de forma subordinada, los dictámenes del FMI, del Banco Mundial, de la OMC, con la esperanza de que la globalización trajera a nuestros países más que capitales especulativos y sus respectivas crisis.
Hoy Latinoamérica vive de nuevo en soledad. Pero otro tipo de soledad. Varios de sus gobiernos despliegan políticas posneoliberales, a contramano de los vientos que vienen del centro del capitalismo, que siguen siendo vientos neoliberales. Así, esos gobiernos logran escapar de la recesión impuesta a los países del centro del sistema y que se reproducen en tantos otros de la periferia –varios en la misma América latina.
Aprendiendo de las mismas experiencias europeas, esos gobiernos reaccionaron frente a la larga y profunda crisis generada en los países del Norte, lanzando políticas anticíclicas que nos han permitido defendernos de la recesión. Mientras, paradójicamente, en Europa se intensifica la recesión con medidas de corte ortodoxo.
Con esas políticas, países latinoamericanos como Argentina, Venezuela, Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia no sólo han resistido a la recesión, también han disminuido la desigualdad, la pobreza y la miseria, mientras ellas aumentan en Europa, en Estados Unidos y en Japón.
Por eso esos gobiernos, dedicados a procesos propios de intensificación de sus relaciones, están, sin embargo, aislados respecto a otras regiones del mundo. Hay un intenso mercado con China, es cierto, pero ello no ha significado, hasta ahora, la creación de una fuerza política que proponga alternativas al agotado neoliberalismo.
Existen, es cierto, los Brics, que han tomado importantes iniciativas, como por ejemplo la creación del banco de financiamiento propio y apoyo a esos países emergentes. Pero los Brics no han todavía definido una política y un marco de alianzas que pueda congregar a un conjunto del sur del mundo.
García Márquez decía, en su extraordinario discurso de recibimiento del Nobel de Literatura, que los otros aceptan la originalidad de la creación artística de nuestros países, pero se resisten a aceptar que nosotros desarrollemos esa misma creatividad para definir nuestros destinos. Ahora esos países han encontrado el camino para, de forma original y creactiva, construir el destino latinoamericano. Encontramos un destino común, aunque todavía al precio de vivir una nueva soledad. Pero, por lo menos, la vivimos con sociedades más solidarias, menos desiguales, soberanas.
Fuente: Página 12, Argentina

“Coman papel picado”, dijo el Congreso estadounidense a los desempleados



Democracy Now!


¿De verdad deseamos comenzar el nuevo año retirando el seguro por desempleo a más de un millón de estadounidenses que perdieron su trabajo? El acuerdo presupuestario aprobado por ambos partidos en el Congreso y promulgado por el Presidente Barack Obama en la última semana del año protege el gasto militar pero promete empujar a quienes se encuentran en la situación más desesperada de nuestra economía a pasar aún por más dificultades financieras, obligando así a cientos de miles de familias a vivir por debajo de la línea de pobreza. La actual tasa de desempleo prolongado en Estados Unidos es la más alta que se haya registrado desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que el porcentaje de personas que perciben prestaciones por desempleo se encuentra en su punto más bajo en la historia. Al mismo tiempo, los banqueros de Wall Street no paran de descorchar botellas, para celebrar un año excepcional para la bolsa de valores. Mientras que los agentes de bolsa esperan sus gratificaciones de fin de año, muchos desempleados más irán a hacer fila para recibir asistencia social.

“Se trata, para nuestra economía, de una decisión equivocada en el momento equivocado”. Estas son palabras de Imara Jones, que trabajó para la Casa Blanca en el área de comercio internacional durante el gobierno de Clinton y actualmente escribe sobre justicia económica para el sitio Colorlines.com. “El seguro de desempleo es en realidad un estímulo para la economía, a la que, de hecho, le aporta mucho. Por cada dólar que se entrega a alguien por seguro de desempleo se genera un dólar y sesenta centavos en actividad económica”. La gente que vive económicamente al límite gasta lo que tiene para sobrevivir, pero quienes se encuentran en los estratos más altos de la sociedad, el 1% de más arriba, puede tomar sus ganancias y guardarlas o ponerlas en una cuenta en el exterior.

Históricamente, el programa de seguro de desempleo otorgaba a los trabajadores que pierden su empleo por motivos ajenos a su responsabilidad 26 semanas de pago en reemplazo del salario. La extensión de los beneficios promulgada por el Presidente George W. Bush prolongó el período de tiempo a 99 semanas. En promedio, los subsidios ascienden a sólo 300 dólares por semana. Según el periódico The Washington Post, la búsqueda de empleo lleva en promedio unas 35 semanas, por lo que las 26 semanas que se otorgan en la actualidad generarán una carga adicional de stress a familias que se encuentran ya en dificultades.

El Congreso podría renovar la extensión del subsidio por desempleo. El Senador demócrata de Rhode Island Jack Reed y el Senador republicano de Nevada Dean Heller presentaron un proyecto de ley por el que se mantendría la extensión de las prestaciones durante tres meses más. En un comunicado de prensa, Heller expresó: “Brindar una red de seguridad a quienes lo necesitan es una de las funciones más importantes del gobierno federal. La tasa de desempleo de Nevada se mantiene entre las más altas del país, por lo que muchas personas y muchas familias de mi estado no saben cómo van a hacer ahora para satisfacer sus necesidades básicas”.

A pesar de que esta propuesta proviene de legisladores de los dos principales partidos, se espera que los republicanos la bloqueen cuando se someta a votación de procedimiento alrededor del 6 de enero, salvo que se logre convencer a otros cinco senadores republicanos de que la apoyen. Aunque el proyecto fuera aprobado por el Senado, debería luego enfrentarse a la Cámara de Representantes, la cual se encuentra bajo control de los republicanos, que en general se muestran hostiles a este tipo de extensión.

En el otro extremo de la economía, se espera que una reunión de fin de año de la bolsa de valores defina las inmensas gratificaciones que se prepara a entregar Wall Street a sus ejecutivos. Según trascendió, las compañías más grandes de Wall Street destinaron más de 91.000 millones de dólares a los pagos extras de fin de año. En respuesta, un grupo activista llamado The Other 98% (El otro 98 %) lanzó una petición en la que llama a los empleados del Chase Bank, el Citigroup, Wells Fargo, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Bank of America a donar sus gratificaciones de fin de año a los diez millones de estadounidenses desplazados por la crisis inmobiliaria.

Alexis Goldstein trabajó durante años en Wall Street y actualmente es la directora de comunicaciones del grupo The Other 98% (El otro 98 %). Durante un programa de Democracy Now! nos dijo: “Proponemos que se destinen 60.000 millones de dólares del dinero de Wall Street para financiar por dos años algo llamado Fondo Fiduciario Nacional de Vivienda. Se trata de un programa que fue creado por George Bush en el año 2008. Es un programa que, de obtener una financiación de 30.000 millones de dólares por diez años, podría poner fin a la situación de calle en Estados Unidos". Goldstein señala que las gratificaciones se financian básicamente con fondos públicos, dado que los bancos de Wall Street obtienen fondos de la Reserva Federal a tasas de interés muy bajas. Según dijo además, estos bancos pueden permitirse otorgar gratificaciones gigantescas porque, en sus palabras, “continúan cometiendo delitos muy rentables. Este año se llegó a un acuerdo millonario con JP Morgan. Fue un acuerdo por 13.000 millones de dólares, a consecuencia de hipotecas fraudulentas que vendieron durante la crisis inmobiliaria, hipotecas muy sospechosas presentadas de manera engañosa. Los inversores perdieron 26.000 millones de dólares en eso. Por lo que 13.000 millones suena como un gran acuerdo, pero en realidad es sólo una parte del dinero que perdió esa gente". Goldstein mencionó también un acuerdo de 300 millones de dólares por manipulación de tarifas de electricidad en California.

El problema de la desigualdad ingresó al debate nacional gracias al activismo del movimiento Occupy Wall Street. Su fría realidad económica comenzó a azotar esta semana a más hogares estadounidenses tras el vencimiento de las prestaciones por desempleo. El Congreso puede y debería renovarlas. Que lo haga depende de que haya gente que haga oír su voz.

© 2014 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente: Rebelion

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Uruguay: cómo funcionará la producción y venta de marihuana

Uruguay se convirtió este martes en el primer país latinoamericano en legalizar la producción, distribución y venta de marihuana, y el primero en el mundo en poner en manos del Estado el control de todos estos aspectos.
El proyecto de ley fue aprobado por el Senado, con lo que sólo queda la firma del presidente, José "Pepe" Mujica, que se da por descontada.
Se trata de una normaque, según el gobierno, tiene como objetivo arrebatar el mercado a los carteles del narcotráfico y evitar que los uruguayos se inclinen por consumir drogas duras.
Pero, ¿en qué consiste la normativa? ¿Y cómo se aplicará?
BBC Mundo repasa los principales aspectos del proyecto de ley.
clic Lea: Uruguay legaliza la producción y venta de marihuana

En manos del Estado

Marihuana
Los consumidores registrados tendrán que ser mayores de 18 años.
El Estado asume el control y la regulación de las actividades de importación, producción, adquisición a cualquier título, almacenamiento, comercialización y distribución de la marihuana o sus derivados.
Se creará un organismo estatal, el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), que dependerá del Ministerio de Salud Pública y que emitirá licencias y controlará la producción, la distribución y compraventa.
En definitiva, en cada etapa del proceso habrá de alguna manera u otra una presencia del Estado.

¿Quiénes podrán comprar y cultivar?

Podrán comprar en farmacias autorizadas todos los uruguayos o residentes en el país, mayores de 18 años, que se hayan registrado como consumidores para uso recreativo o medicinal de la marihuana.

Opiniones de los uruguayos

Adicionalmente, los usuarios podrán acceder al producto por dos vías:
  • Autocultivo personal (hasta seis plantas y un máximo de 480 gramos por cosecha al año).
  • Cultivo en clubes con membresía (con mínimo de 15 socios y un máximo de 45, y un número de plantas proporcional con un máximo de 99).
La tenencia máxima de una persona será de 40 gramos. También se establece en idéntica cifra el límite máximo que se podrá expender por persona al mes.
Aún no está claro cuál será el precio de la marihuana legal. Aunque el gobierno pretender competir con el narcotráfico estableciendo precios similares (por ejemplo, 1US$ por gramo), organizaciones de consumidores del cannabis aseguran que esta meta será difícil de cumplir.
Se podrá cultivar también con fines científicos y de uso medicinal, que se podrá obtener con receta médica y se habilita la producción del cannabis no psicoactivo conocido como cáñamo industrial.
También podrán cultivar productores en el país, que tendrán que contar con licencias del estado.

¿Cómo se otorgarán las licencias?

Datos

  • Según cifras de la Junta Nacional de Drogas, el 20% de los uruguayos de edades entre los 15 y los 65 años consumió marihuana alguna vez en su vida y el 8,3% lo hizo en el último año.
  • La plantación de entre 10 y 20 hectáreas de cannabis en invernáculo serían suficientes para abastecer la demanda, de acuerdo con estimaciones preliminares del oficialismo.
  • Según una encuesta de la consultora Cifra, el 63% de los uruguayos está en contra del proyecto de regulación de la marihuana, una cifra muy similar a la registrada hace un año, cuando el presidente de Uruguay, José Mujica, presentó la propuesta.
El proyecto de ley no especifica qué criterios se aplicarán para otorgar licencias, cuál será su costo, o a quiénes serán autorizados.
Lo que sí establece es que se crearán los registros correspondientes para la producción, el autocultivo y el acceso a la marihuana a través de farmacias.
Estos registros se enmarcarán en la ley de protección de datos sensibles o ley de habeas datas.
Y serán administrados por el Instituto de Regulación y Control del Cannabis.
El volumen de marihuana previsto es de unas 25 toneladas anuales, que es lo que se consume en el mercado negro, de acuerdo a estimaciones del gobierno.
Según le dijo a BBC Mundo el director de la Junta Nacional de Drogas de Uruguay, Julio Calzada, se prevé que se adjudiquen pocan licencias para la producción de marihuana, al menos al principio (podrían ser unas 20), a cultivadores que garanticen la seguridad y los niveles de cosecha necesarios para satisfacer la demanda.
Las primeras licencias se empezarán a otorgar a mediados del año que viene.
Toda plantación no autorizada deberá ser destruida con intervención de un juez y el IRCCA será el encargado de aplicar las sanciones por infracciones a las normas en materia de licencias.

¿Cómo afectará a otros países?

El cannabis se va a producir en Uruguay, pero las semillas podrán provenir de diferentes países.
"Algunos países, como México o Brasil, han mostrado su preocupación ante esta ley"
Además, Uruguay podría salir al mercado global a vender sus semillas y podría exportar su producto a otras naciones donde sí es legal el uso medicinal o recreativo de la marihuana.
Según Calzada, ya "hay un movimiento interesante de productores, agricultores, tanto a nivel nacional como internacional que supera largamente las eventuales licencias que el estado vaya a otorgar".
"Sobre todo de empresas y en algunos casos de algún gobierno de otros lugares que tienen interés en licencias para el uso medicinal y que les permita llevar marihuana para sus propios países", asegura.
Algunos países, como México o Brasil, han mostrado su preocupación ante esta ley.
"No les decimos que esta política es la que ellos tienen que adoptar", asegura el director de la Junta Nacional de Drogas, "pero queremos darle la garantía a otros países de que la marihuana que se va a producir legalmente acá no va a terminar en su mercado negro. Es nuestro compromiso".
El presidente Mujica pidió al resto del mundo apoyar su "experimento".

¿Aumentará el consumo?

José Mujica
El presidente Mujica pidió al resto del mundo apoyar su "experimento".
Según el gobierno, no se ampliará el mercado de marihuana: simplemente se regularizará, por lo que no se fomentará el uso de la sustancia. Sin embargo, opositores a la ley temen que los jóvenes puedan sentirse más atraídos hacia esta droga ahora que será legal.
El gobierno elaborará planes de prevención del consumo y estará prohibida la publicidad y la venta a menores de 18 años.
La normativa determina la creación de una Unidad de Evaluación y Monitoreo de la aplicación y cumplimiento de la ley.
Según el gobierno, los ingresos logrados con esta regularización servirán para financiar programas de prevención, rehabilitación y asuntos sociales.

¿Puede crecer una industria del cannabis?

Mientras el gobierno asegura que la prioridad es arrebatarle el negocio al narcotráfico y fomentar la prevención, hay quien señala que esta ley podría traer incluso beneficios económicos para el país.
Según el colectivo de organizaciones en favor del proyecto, Regulación Responsable, "se abren oportunidades de negocio para los productores nacionales, las farmacias y otros actores que participen de la cadena productiva".
"En los últimos años se ha iniciado en el mundo un proceso de investigación y generación de conocimiento en torno a la marihuana, especialmente en el campo médico y farmacéutico", le dice a BBC Mundo Martín Collazos, de Regulación Responsable.
"Hay cannabis con fines psicoactivos, pero también industriales: cáñamo para producción de telas, papel, biocombustibles y un sin fin de oportunidades de incorporar valor agregado a la producción de cannabis", asegura.
Actualmente, el mercado de la marihuana ilegal en Uruguay está valorado en unos US$30 millones anuales.
clic Lea también: El verde negocio de la marihuana
fuente: BBC Mundo

ONU dice que ley de marihuana en Uruguay viola tratados internacionales

La ONU dice que la nueva ley viola los tratados internacionales.
La agencia antinarcóticos de Naciones Unidas criticó la decisión de Uruguay de legalizar la producción y venta de marihuana.
La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU afirma que la iniciativa uruguaya viola los términos de los acuerdos internacionales sobre control de drogas.
El presidente del organismo, Raymond Yans, acusó a Uruguay de ignorar la evidencia científica sobre los riesgos a la salud de la marihuana.
Agregó que la nueva ley no protegerá a los jóvenes y alentará la experimentación prematura con drogas.
Con la ley aprobada el martes, Uruguay se convierte en el primer país que legaliza el cultivo, procesamiento y venta de marihuana.
clic Lea también: Uruguay: cómo funcionará la producción y venta de marihuana
Fuente: BBC Mundo

Entrevista a Junior Garcia Aguilera