
Los
estudiantes de Indiana visitaron Cuba como parte de un programa de
investigación auspiciado por el Illinois College. Trabajaron con
botánicos, maestros y médicos para examinar los beneficios y las
desventajas del sistema cubano de atención a la salud. Foto: Daily
Journal.
Durante más de 40 años el turismo estadounidense en Cuba estuvo
vetado. Una prohibición a los viajes a la isla vigente desde la década
de 1960 básicamente puso fuera de alcance a uno de los países más
fascinantes del mundo.
Pocos estadounidenses han podido saborear la combinación de ajo,
comino y orégano en las empanadas cubanas o disfrutar del expreso cubano
con azúcar de la isla. Este año, sin embargo, Jordyn Perry, de
Greenwood, pudo experimentar la cultura cubana en persona.
Perry, de 21 años, visitó Cuba como parte de un programa de
investigación auspiciado por el Illinois College. Trabajó con botánicos,
maestros y médicos para examinar los beneficios y las desventajas del
sistema cubano de atención a la salud con miras a su propia carrera como
terapeuta ocupacional, según informó
el Daily Journal.
El viaje
la ayudó a corregir algunas nociones erradas que
tenía sobre el supuesto odio de los cubanos hacia Estados Unidos y le
permitió observar una tierra a la que los viajeros estadounidenses no
han tenido acceso por años.
“No pensé que los cubanos pudieran o estuviesen dispuestos a hablar
con nosotros, pero estaban felices de hacerlo”, comentó. “Creo que
(hablar) le daba a la gente la sensación de que las cosas están
cambiando allí”.
Agregó que la gente con la que se cruzó a menudo ayudaba más que muchas personas que conoce en Estados Unidos.
En La Habana, ella y sus compañeros de estudio se las veían en
figurillas para descifrar los mapas de los autobuses. Tomaban taxis para
que los llevasen a la parada indicada de buses con los que exploraban
la vida nocturna de la capital.
Al no hablar español, se sentían perdidos.
Debía ser obvio que no sabían para dónde ir porque una familia se les
acercó un día y comenzó a hablarles en inglés. En cuestión de minutos,
la familia consiguió taxis para los muchachos y les contó de su vida
diaria.
“Nos hablaron de su cultura y nos dijeron dónde trabajaban, las
escuelas a las que iban sus hijos”, relató Perry. “La gente hacía todo
lo que estuviese a su alcance para asegurarse de que podíamos ver y
disfrutar su país”.
“Eso es algo que no se ve en Estados Unidos”.
El viaje a Cuba fue parte del programa
BreakAways del Illinois College, una universidad de artes liberales de Jacksonville. Las excursiones son encabezadas por profesores durante recesos del año académico.
La experiencia busca aportarle al estudiante una perspectiva
diferente de cómo funciona el mundo, dijo Steven Gardner, profesor de
español y uno de los organizadores del viaje.
“
Cuba está a apenas 90 millas (145 kilómetros), pero es
probablemente la cultura que menos conocemos. Las noticias que recibimos
tienen un tinte ideológico y político“, manifestó. “Pensamos
que era importante dejar que nuestros estudiantes fuesen a una sociedad
como la cubana y la pudiesen observar sin estas interferencias”.
Debido al bloqueo económico que rige desde 1962, la mayoría de los
turistas estadounidenses no han podido visitar Cuba, pero el presidente
Barack Obama “suavizó” esas restricciones en 2011, facilitando los
viajes de organizaciones académicas, culturales y religiosas.
Los estudiantes observaron el sistema de salud visitando consultorios
médicos y hospitales. Para informarse del cuidado de los menores,
trabajaron en centros educativos de La Habana.
“Elegimos Cuba porque es un país que se supone hay que visitar antes
de que se venga un gran cambio. De hecho, observamos cambios mientras
estábamos allí”, expresó Lawrence Zettler, director del departamento de
biología del Illinois College y uno de los supervisores del viaje.
El viaje le dio a Perry la oportunidad de estudiar temas relacionados
con su meta de ser terapeuta. Cursa estudios en el Illinois College y
está involucrada en una cantidad de actividades mediantes las cuales
trata de mejorar su cultura general. Integra el equipo de natación,
estudia psicología y participa en un programa de ayuda a niños con
incapacidades.
Su consejera académica, Elizabeth Rellinger-Zettler, le recomendó que viajase.
“Desde una perspectiva psicológica, Cuba tiene una cultura fascinante
no solo por las diferencias que vemos en la vida familiar y en la
identidad cultural, sino también por su política de ofrecer educación y
atención médica a todos sus ciudadanos”, manifestó Rellinger-Zettler.
El grupo viajó a Cuba el 31 de diciembre. A su llegada, Perry se
sintió de inmediato impresionada por las paradojas del país, empezando
por su sistema de salud. Pocas personas tienen autos y a menudo hay que
esperar horas para conseguir un taxi para ir al almacén. Pero todos
reciben atención médica de calidad.
“Si vas al médico, tienen optómetras, especialistas en ortodoncia, y
todos reciben esos servicios. No se rechaza a nadie”, dijo. “Todo el
mundo recibe la visita de un médico en su casa una vez al año”.
Los estudiantes visitaron un centro psicológico donde los pacientes reciben terapia ocupacional diaria.
“Parte de lo que queríamos hacer fue mostrarles el éxito en los
campos de la salud y la educación y ofrecerles modelos que funcionan
muy, muy bien, con recursos limitados”, afirmó Gardner. “Queríamos que
viesen lo que están haciendo en Cuba, cómo puede hacer para darle
cobertura médica y educación a todos”.
Perry también notó que el cubano es más extrovertido y hablador.
Los estudiantes cenaban platos típicos en restaurantes administrados
por el estado. De vez en cuando iban a paladares, como se denomina a los
restaurantes que funcionan en casas particulares.
Donde quiera que iban había músicos y artistas que actuaban a cambio de propinas.
“En casi todos los restaurants había alguien que tocaba tambores, cantaba o bailaba”, dijo Perry.
El grupo regresó a Estados Unidos el 11 de enero y Perry dijo que el viaje le cambió su forma de ver la vida.
Fuente: Cubadebate