martes, 9 de septiembre de 2014

Preparing the West Indies for the Demise of PetroCaribe

By Thomas Andrew O’Keefe*
ariwriter / Flickr / Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 2.0 Generic (CC BY-NC-SA 2.0)
ariwriter / Flickr / Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 2.0 Generic (CC BY-NC-SA 2.0)
The English-speaking Caribbean nations – whose heavy dependence on imported diesel and fuel oil to generate electricity has placed them among the most heavily indebted countries in the world (on a per capita basis) – will face massive headaches if PetroCaribe collapses.  They eagerly signed up for the Venezuelan initiative, which sells them petroleum with one- or two-year grace periods and long repayment schedules ranging from 15 to 25 years at 1 or 2 percent interest.  Participating countries can even pay with products or services in lieu of hard currency.  In the case of Guyana, Haiti, Jamaica, and the Eastern Caribbean mini-states, PetroCaribe’s financing scheme represents an estimated 4 to 7 percent of their annual GDP.  The worsening economic turmoil in Venezuela, however, raises serious concerns about PetroCaribe’s future.  According to recent media reports, PdVSA, the Venezuelan national petroleum company, is shortening repayment periods and increasing interest rates.
No doubt this is one reason why the Obama administration launched the Caribbean Energy Security Initiative (CESI) in June.  CESI seeks to diversify the Caribbean’s energy matrix away from its current heavy reliance on fossil fuels by using Overseas Private Investment Corporation (OPIC) loans and credit guarantees to encourage private sector investment in renewable energy.  It is premised upon the Caribbean’s huge potential to generate energy from the sun, wind, geothermal sources, and maritime currents.  In the past, the principal bottlenecks to harnessing these abundant resources have been hefty startup costs and small populations that make it difficult, if not impossible, for the private sector to recover profits within a reasonable period of time.  Although the initial capital investment for solar- and wind-based technology has dropped considerably in the last few years, it is unrealistic to expect Caribbean nations to make a full switch to renewable energy resources anytime soon.  A more realistic, short- to medium-term alternative is to make greater use of natural gas.  Although still a fossil fuel, gas is more efficient – and therefore the generated electricity is less costly – than fuel oil and diesel.  Moreover, electricity generated from natural gas emits 70 percent as much carbon dioxide as oil, per unit of energy output.
The shale gas boom in the United States generated by innovations in hydraulic fracturing has led to calls to lift restrictions on U.S. natural gas exports to those countries with which it does not have a free trade agreement.  The Caribbean is potentially a major target market of this natural gas in liquefied form (LNG), but this would be a big mistake.  Lifting restrictions on exports will inevitably raise natural gas prices in the U.S., thereby hurting consumers and putting the nascent revival of domestic manufacturing at risk.  It would also require building expensive LNG offloading and regassification facilities in the West Indies, which would run up against the same economies of scale limitations (except in Jamaica and Hispañola) that have undermined a mass transition to renewable energy.  A more realistic alternative is to revive plans to build a natural gas pipeline from Trinidad and Tobago to Barbados, and then up through the Eastern Caribbean.  Proposed back in the early 2000s, it was scuttled with the appearance of PetroCaribe in 2005.  Trinidad and Tobago has ample reserves of natural gas; at one point before the shale gas revolution it was the largest source of imported LNG in the United States.  The pipeline would link islands with populations of under 100,000, where LNG is economically unviable, with the more densely populated French dominions of Guadalupe and Martinique.  It would also help revive the floundering Caribbean Common Market and Community (CARICOM).
* Thomas Andrew O’Keefe is President of San Francisco-based Mercosur Consulting Group, Ltd.
Source: Aula Blog

lunes, 8 de septiembre de 2014

La Virgen mambisa de todos los cubanos




Para ofrendar a nuestra Patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre, en un día como este, de comunión, Progreso Semanal ha preparado un especial que inicia con las notas de Don Fernando Ortiz sobre “La Virgen Mambisa”, extraidas de su libro La Virgen de la Caridad del Cobre. Historia y etnografía, una compilación de textos que se mantuvieron inéditos hasta 2008 en que vio la luz este volumen. Ortiz que de tantas maneras ha contribuido a devolvernos una imagen aclarada de nuestra cultura y de las raíces de nuestro pueblo, aborda en estas líneas la cubanización de esta virgen y sus vínculos con la intensa vocación independentista en nuestra historia.
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La Virgen mambisa (1)

Por Fernando Ortiz
Andando los siglos, la Virgen del Cobre, en Cuba, acaso la primera virgen cubana, debió la circunstancia de ser oriental, es decir, de tener su ermita en la región cubana más significativa en las épocas de los indios precolombinos, de la conquista española y de la independización nacional, el llegar a ser más cubana que las demás.(2)
La Virgen de la Caridad del Cobre que fue Virgen trigueña para los castellanos conquistadores, llegó a ser, por una frecuente paradoja de las creencias populares, la Virgen cubana, la Virgen mambisa y antiespañola, según decía el sentimentalismo de los patriotas cubanos exaltados, cuando el hervor de las contiendas separatistas; oponiendo entonces la Virgen de la Caridad del Cobre a la Virgen de Covadonga, que era tenida por la más intransigente metropolitana e integrista. La primera vestía siempre de blanco y azul, a la otra gustaban de adornarla con indumentos de oro y grana.
Así podía leerse en la prensa cubana revolucionaria de 1871 el siguiente texto:
Gente del Cobre ¡Ah!, se me olvidaba. El cura de la iglesia de la Caridad (español, no hay que decirlo) y ha invitado a sus feligreses para que le recen una novena a la Virgen, pidiéndole que se acabe la insurrección. Y ¿sabe usted por qué lo ha hecho? Pues, porque ha llegado a su noticia que en tiempo no lejano la Virgen era insurrecta, y se pasaba en la manigua semanas y meses seguidos, según cuenta la tradición, apareciéndose luego en su santuario de El Cobre, manchada de lodo, y cubierto de zarzas el vestido. (Las legendarias desapariciones ambulatorias de la Virgen de la Caridad, reaparecen ahora, por la exaltación de la fe patriótica.) ¡Hola! ¿Ya apeláis a los santos, nietos de Pelayo, y súbditos del hijo de rey que ha destronado al Papa? Amadeo, de la estirpe de los Saboya, hijo de Víctor Manuel II, que destruyó, el 20 de septiembre de 1870, el poder temporal de la Santa Sede romana. (3)
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Cuéntase que Carlos Manuel de Céspedes, al entrar en Bayamo con las fuerzas liberadoras, hizo decir una solemne misa en honor a la Virgen de la Caridad, poniendo bajo su protección al ejército revolucionario. Hoy cuenta la parroquia de San Salvador de Bayamo con una pintura mural al óleo, conmemorando esa ceremonia de proselitismo mambí.
Algo análogo ocurrió en México cuando la revolución independizadora de 1810. El cura patriota Hidalgo enarboló el pendón de la Virgen de Guadalupe (originaria de Extremadura), como patrona de los separatistas. Los españoles respondieron con la invocación a la Virgen de los Remedios, que en cierta ocasión fue vestida con el uniforme de capitán general español; así como la Virgen del Pilar fue contra los invasores franceses de España en aquella época, capitana de la tropa aragonesa, según reza en la canción popular. Cuando el triunfo de los separatistas mexicanos, a la Virgen de los Remedios, llamada por los victoriosos La gachupiana, se le expidió pasaporte para España y se le ordenó que evacuase el territorio de México republicano.(4)
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El doctor Fermín Valdés Domínguez, el fraterno compañero de Martí, escribía: «La milagrosa y cubana Virgen de la Caridad es santa que merece todo mi respeto porque fue un símbolo en nuestra guerra gloriosa.
»Camagüeyana era mi madre, y su religión –que era la del bien– solo tenía un culto positivo: la fe en la Virgen cubana, como ella decía: “Lleva, hijo mío, tu medalla al cuello y no le temas a las balas de los españoles: esos son siempre los judíos, los asesinos de Cristo y de todos los hombres que saben amar la libertad; esa medalla los asusta, ella es la voz de la justicia que los manda, como réprobos, al infierno.”
»Y cuando en el presidio secaba, amorosa y altiva, el sudor de mi frente; y quería curar con sus lágrimas las úlceras de mis pies, y arrancar con sus manos mis grilletes, entonces su plegaria era un grito de dolor: ¡Virgen de la Caridad, que triunfemos!» (5)
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Nos cuentan algunos sacerdotes cubanos que Antonio Maceo, el caudillo de la bélica invasión de la parte ponentina de Cuba, cuando la guerra liberadora, llevaba al cuello un escapulario de la Virgen de la Caridad, y ello se vio en grande, pues en ocasiones de celebrarse un baile para celebrar la llegada de los mambises victoriosos al extremo occidental de la patria, se le rompió la cinta del escapulario al famoso libertador y este pidió a una dama que se lo cosiera.
No faltan finas leyendas y curiosas anécdotas de la vida de la manigua liberadora en que la Virgen de la Caridad del Cobre apareciera «dando machete» a la tropa española, como Santiago acuchillaba…
Una copla cubanísima de la Guerra de los Diez Años, recogida por Carolina Poncet, cantaba:
Virgen de la Caridad,
Patrona de los cubanos,
Con el machete en la mano
Pedimos la libertad. (6)
Hoy la separatista Virgen de la Caridad del Cobre celebra su fiesta el mismo día de la integrista Virgen de la Covadonga, el 8 de septiembre, que la Iglesia consigna a la Natividad de la Nuestra Señora. En ese día del cumpleaños de María celébranse muchas otras advocaciones marianas. Se nos dice que el arzobispo del Cobre pidió a Roma que la Virgen de los cubanos tuviera misa y oficio propios, trasladándose su festividad para el 20 de mayo, o sea, para el aniversario del natalicio de la república cubana.
Para los españoles de Santiago de Cuba, la Virgen de la Caridad fue tenida mambisa y hubo mañado empeño en anularla, exaltando la devoción de otra Virgen, de rancia y ostensible prosapia española, o sea, la Virgen de los Desamparados, de Valencia, que fue traída a Cuba y desembarcada en Santiago con gran solemnidad eclesiástica, gran parada de tropas y de voluntarios, concurrencia de autoridades, Te Deum catedralicio, y demás propias del estado español unido a la Iglesia Católica en diferente disfrute del absolutismo colonial.
———
La Caridad en la copla popular del tiempo de la guerra del 95:
Dicen que Pancho Valeria
es un diario americano
por eso los cubanos
no pueden plantar bandera.
Ay Dios! Gran Dios!
Es menester que no hubiera
en El Cobre la Caridad
que allí esa señora está
pidiendo por los cubanos
con la bandera en la mano
que viva la libertad.
Ay Dios! Gran Dios!
(La música es del tipo tonada.)
(…)
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La Virgen Caridad del Cobre que se venera en El Cobre, allá en la provincia cubana de Oriente, y es la misma imagen dicen aparecida por gracia divina en tierra movilizada por reclutas mambises, anduvo por las maniguas patrias, y peleó por la independencia de Cuba, como la Virgen de Covadonga luchó en el ejército español por la permanencia del coloniaje, continuándose así la tradición belicosa de las imágenes marianas amparadoras de guerras, sea de Concepción, liberadora de los cristianos en Lepanto; como la Guadalupe, liberadora de México; como la Pilarica, liberadora de España, que según la copla:
no quiere ser francesa,
quiere ser capitana
de la tropa aragonesa.
La Virgen de la Caridad del Cobre quiere ser capitana de la tropa mambisa, levantada por los cubanos para ganar a la fuerza las libertades que entonces se ansiaban. Pero la Virgen de la Caridad no fue una poderosa guerrera, y sus favores marciales no fueron sino transitoria dedicación a que la obligaba la devoción del pueblo cubano, que desde comienzos del siglo XVII, la tiene por muy intercerona celestial y abogada influyente en la Suprema Corte de Ultramundo.
Los católicos españoles, pobladores de estas Indias americanas, veneraron en Cuba otras imágenes de la personificación de la maternidad divina, como la de Monserrate por la colonia catalana, la de Covadonga por la asturiana, la del Pilar por la aragonesa, o la Begoña por la vascongada, amén de otras advocaciones menos regionales que vinieron de España con los conquistadores y colonizadores, como Nuestra Señora de los Remedios, de Regla, la Asunción, de la Salud, del Carmen, del Rocío, de los Dolores, de Guadalupe, etc., las cuales alcanzaron aquí culto muy extendido, hasta fijarse y perdurar en la toponimia cubana; pero ninguna se cubanizó como la Virgen de la Caridad del Cobre, morenita ella y surgida de la fe popular entre indios y negros, entre esclavos; propicia, por la legendaria aparición, a la fe de las clases humildes, que en Cuba más miraban deprecatoriamente al cielo.
Notas:
1 Fernando Ortiz. “La Virgen Mambisa”, en La Virgen de la Caridad del Cobre. Historia y etnografía. Compilación, prólogo y notas de José A. Matos Arévalos. Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 2008. pp. 250-257.
2 La Virgen de la Caridad no fue en Cuba exclusiva de la región oriental, pues en la parroquia del Espíritu Santo de La Habana hubo cofradía de Nuestra Señora de la Caridad desde antiguo, según nos dice Arrate; pero el santuario de El Cobre, cerca de Santiago, ha sido siempre el asiento nacional y milagroso de la Virgen de la Caridad. La Virgen cobreña fue la más cubana.
3 Cita de Emilio Bacardí y Moreau. Crónicas de Santiago de Cuba. Santiago de Cuba, 1923, p. 133.
4 W. S. Walsh. Curiosities of Popular Customs, p. 835.
5 Y narra después una peregrinación anual que el 10 de octubre celebraban las mujeres católicas de los mambises para pedir a la Virgen cubana la independencia de la patria. «La Virgen de la Caridad», en el periódico Patria. Nueva York, 9 de junio 1894. Artículo fechado en Key West, 25 de mayo de 1894.
6 Carolina Poncet. «Cantares locales cubanos», en Archivos del Folklore Cubano, vol. I, No. 2, abril, 1924, p. 97.
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¿Qué representa La Virgen de La Caridad del Cobre para los cubanos? La respuesta es personal, es nuestra muy particular visión, que se trenza con la de otras tantas personas que han tenido en Cachita un sostén, una fe, un símbolo… Progreso Semanal indagó entre amigos, cubanos todos, en Cuba o emigrados, creyentes o ateos, blancos o negros, jóvenes y no tanto…

María Isabel Alfonso, cubana, PhD. Vive en Nueva York, profesora universitaria. Directora de Cubanamericans for Engagement (CAFE). La Virgen de la Caridad es para mí un recordatorio de la especificidad de la cultura religiosa cubana dentro del contexto de mi experiencia newyorkina. Años atrás, siendo practicante del catolicismo en Cuba, te hubiera podido decir que tenía una resonancia más personal. Ahora, que no lo soy, al menos no como antes, La Virgen sigue aún teniendo un significado imantador pero con una arista mucho más social, dentro del mundo plural y ecuménico en que me desenvuelvo. Vivo en Jackson Heights, una de las ciudades más multiculturales del planeta, con un 65 por ciento de su población compuesta de emigrantes de todo el mundo: India, Blangladesh, Nepal, China, Korea, Filipinas, Pakistán, Burma, Polonia, Rusia, Colombia, Argentina, Uruguay, Ecuador. Todas estas culturas celebran sus identidades –incluyendo la religiosa—de manera visible y espontánea. Los musulmanes celebran el Ramadan, el noveno mes del calendario lunar islámico, a través de un ayuno durante las horas del día. Ninguna comunidad religiosa es tímida a la hora de exponer sus celebraciones y símbolos. Puedes ver en las calles estantes de libros en venta con el Korán junto a la Biblia. Esta yuxtaposición es para mí un símbolo de cómo debo entender y vivir mi propia identidad: sin sentidos de excepcionalismo, pues el mundo es muy ancho y a mí esta amplitud me entra por la ventana todos los días. Como consecuencia, cada día revisito, anhelo, y extraño mi propia cultura y de mi identidad religiosa, teniendo en cuenta la validez de todas las demás que me rodean. Tengo que confesar que es un proceso hermoso el cual me ha permitido tener un mayor respeto por mis raíces, al ver a sus símbolos dentro de un contexto global. En este sentido, La Virgen de la Caridad, de la cual tengo una pequeña estuatilla, no es sólo mi ancla a mis raíces sino el navío desde el cual puedo apreciar la belleza de la multiculturalidad religiosa que me rodea.
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Mónica Rivero, vive en un décimo piso habanero, tiene 25 años y es periodista. Mi abuelo Alberto murió cuando yo tenía apenas cuatro meses. Ya más entrada mi infancia le pregunté por él a mi madre, su hija. Ella me dijo que mi abuelo estaba en el cielo, y que desde ahí nos acompañaba. Pero acotaba un comentario importante: “Esto es un secretico entre tú y yo. No se lo puedes decir a tu papá”. Que nadie la juzgue, debe ser difícil hacer consenso para la crianza si de creencia (emoción, pálpito, fe) se trata. Mi papá era un hombre sensiblísimo. Se regodeaba siempre en describirme un detalle cualquiera para que yo captara el sentido oculto de una imagen; me entrenó esa mirada. Profesaba el sentimiento y una fe casi ciega en la gente. Pero decía que les envidiaba a los religiosos esa fe que “distraía” de la realidad trágica del destino y la vida, si bien él no lo veía como tragedia, sino como curso de la naturaleza, como parte de un ciclo. Sin embargo, no supo nunca –o sí y no lo dijo– que adondequiera que fue desde que conoció a mi madre, lo hizo con una estampita de la Caridad del Cobre bien apertrechada en su maleta. Entonces con Cachita –así le dice siempre mi mamá–, esa mujer buena, dadivosa, tengo una deuda de gratitud, y un sentimiento de proximidad por la complicidad en el secreto, en lo clandestino de su protección. Tengo una estampa suya en mi escaparate, para que siga viajando con mi padre, adondequiera que haya volado esta vez, para que viaje conmigo, con mi madre… concentrada en una piedra de cobre en todos los pasos que da mi amor.
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Amado del Pino, dramaturgo, periodista. Nació en Tamarindo y hoy vive en Madrid desde donde escribe muchas de sus añoranzas por Cuba. A mí –nacido hace 54 años en lo profundo del campo cubano; hijo de un maestro de escuela agnóstico y librepensador– la Caridad del Cobre me llega más bien por alusiones (buena parte de ellas rápidas, leves e instauradas en el valioso reino de la broma) a los tres Juanes que la acompañaban en el bote. Suelo querer más a la entrañable Patrona de Cuba cuando el trato con ella se asume desde el diminutivo. Ese trato confianzudo, ese chiqueo de la gente de a pie protegió su influencia hasta en los largos –y en buena medida lamentables– años de un férreo ateísmo como posición oficial y como modelo de conducta deseable, conveniente, casi obligatorio en escuelas o centros de trabajo.
En la célebre guaracha el protagonista insiste en que le traigan una virgencita de La Caridad. No se trata –en la lectura desenfadada en que la escuché y hasta alguna vez mal canté en algún bar de barrio o patio de las afueras en fiesta familiar– de una estampa para adorar todos los días.  “Y si vas al Cobre…” vaya, ya que te llegarás hasta el lindo pueblo de nuestra zona oriental, quiero una virgencita para que me acompañe, me proteja y “por si acaso”.
Más cerca he estado de la –¿equiparable? ¿prima hermana? ¿asociadas por comodidad clasista o pereza investigativa?– imagen de Oshún, como se sabe orisha esencial de la Regla de Ocha.  Ando entre la impresión y la certeza en cuanto cubano(a) –ellas más y mejor, como en tantas cosas- confiesa que tiene hecho o que es hija de “la santísima Caridad del Cobre”, lo dice con un énfasis que responde –de manera natural y orgánicamente incorporada durante generaciones– a un viejo disimulo de la espiritualidad popular ante la religión oficial y centro cultural. Cuando se organiza y se celebra el tambor o el cumpleaños de consagración, Ochún es llamada por su nombre propio y va acompañada de toda la riqueza de sus cantos, sus bailes, sus sensuales caminos.
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Melvis Sarduy Castellanos, tiene 53 años. Se autodenomina “Trabajadora por Cuenta Libre”. Soy atea, absolutamente atea. Tengo una estampa de la virgencita colgada en la puerta del cuarto de mis hijos que ya son unos grandotes. Mi suegra me la regaló con mucha fe y solo me pidió que era para proteger a sus nietos. Si de proteger se trata, ahí ella es guardiana, y solo le he pedido pocas cosas en la vida: salud y para ellos; lo demás me lo agencio sola. La Virgen es tranquila, humilde, preciosa… Está y no está, pero por el momento vive resguardando a mis niños. Tengo un relato lindo porque yo estudié en Santiago de Cuba y era una tremenda botellera. Un día salí al atardecer de becas Quintero y solo llegué cerca del Santuario. Me cogió la noche, anduve a oscuras y con miedo ese trecho y allí me dieron cobija. Yo tendría 22 años apenas. Cada cien pasos me detenía, respiraba y recogía una piedrita. Las conservo. Yo creo que la Virgen es una compañera que no hay que molestar mucho, sino venerarla. La Virgen es para mí sábanas blancas cuando tengo miedo y frío, salud y amor cuando hay varicela o una herida profunda en una pierna.
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Camilo Venegas escritor, poeta y periodista cubano que reside en República Dominicana. Soy nieto de un ateo y una devota. Mi abuelo nació en 1908 y, a miles de kilómetros de Moscú, sintió siempre una gran simpatía por los primeros comunistas. Nunca perdió la admiración por aquellos ilusos que pretendían un mundo sin explotadores ni explotados. Mi abuela nació en 1914 y, a cientos de kilómetros del Cobre, sintió siempre una gran devoción por la Virgen de la Caridad. Eso explica que hubiera una de yeso en un hogar donde se hablaba de Marx y de Trotsky con cierta regularidad. Como mi abuelo fue mi primera gran influencia, yo solo veía a la Virgen de la Caridad de las piernas para abajo, justo donde había tres navegantes que parecían sacados de “La isla del tesoro” o “El corsario negro”. En eso, para mí, consistía la divinidad de aquella representación, en la suerte de aquellos marineros. Muchos años después fue que entendí lo que significaba de verdad para los cubanos aquella mujer. Entonces a los marineros se sumaron el nombre de Ochún, el de Cachita, los girasoles, los ríos y la miel.
Diana le pone todos los sábados un ramo de girasoles a una Virgen de la Caridad que compramos en la Ermita de Miami. Se los encarga a una anciana que viene desde Haina con un balde lleno de flores sobre la cabeza. En esas flores veo a mi país, a mis abuelos y al resto de las cosas que me definen. A simple vista son siete girasoles dentro de un pomo con agua, pero en verdad ellos representan muchísimas más cosas, incluso para mí, que soy nieto de un ateo y una devota.
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Mayte Ávila, tiene 42 años. Es vendedora en una tienda por departamentos en La Habana. “Mi Santa”, “Mi Cachita”, “Mi Santísima Caridad del Cobre”, “Mi madrecita” o simplemente “Cacha”… Así la invoco muchas veces al día. Para mí significa mucho, forma parte de mis días, de todo lo que hago en mi vida… Todo. Sé que para unos es solo La Patrona de Cuba, para muchos una santa muy milagrosa y para otros no es más que la imagen de una mujercita con su hijo en brazos a la que en un momento de desesperación le piden o le hacen una promesa. Para mí no. Para mí es mi ángel de la guarda, mi protectora, mi guía, mi eterna acompañante, mi amiga. Siempre me agradó esa imagen, pero aprendí a quererla y creer en su protección durante mi embarazo. A los 4 meses de gestación me mandaron para mi casa con la condición de hacer reposo absoluto. Así empecé una espera donde me deprimía, lloraba, pensaba mil boberías que ahora entendí que son normales cuando se está en ese proceso. Un día recibí la visita de una señora que trabajaba conmigo. Recuerdo que en mi cuarto había una estampita puesta en un cuadrito, regalo de una amiga que había visitado El Cobre. Mirando la foto me dijo: “Pídele mucho, ella es muy milagrosa, es la dueña del vientre, protege a las embarazadas y a los niños”. No hizo falta escuchar nada más, noche tras noche le pedía que me regalara la posibilidad de verme como ella con mi hijo en los brazos, le pedía salud para mí y para mi bebé; le prometí que si todo salía bien yo iría a su iglesia en El Cobre llevando a mi hijo en brazos y un ramo de flores bien grande en la otra. Mi placenta dejó de ser previa, con el reposo subió y lo más increíble: mi parto fue natural. Ese día mientras esperaba la llegada de mi hijo, le pedí que me ayudara a que todo estuviera bien, que me diera fuerzas y salud para salir rápido, que mi niño naciera sin problemas … y así fue. En la actualidad mi hijo tiene 11 años, y todavía en las noches le agradezco por ese regalo que me dio. Le pido que siempre me lo cuide y me lo proteja. Mi promesa la cumplí y fue uno de los días más emotivos de mi vida, sentí que ella me estaba esperando, me sentí como una hija cuando va a ver su madre, me sentí en casa, sentí todas sus bendiciones. No me considero religiosa, ni cristiana, no soy santera, ni espiritista, yo soy ”CACHISTA”, yo sola me nombré hija de La Virgen de la Caridad, hay muchos santos milagrosos, pero yo soy fiel devota de Cachita. Donde trabajo hay muchas personas que practican la religión yoruba. En varias ocasiones me han dicho que yo tengo que ser hija de Oshún. No imaginan la felicidad que siento y lo más gracioso es que lo afirmo como si conociera de esas cosas. Será porque lo deseo tanto que se ha hecho una idea fija en mí. Como muestra de mi devoción, en todos los cuartos de mi casa hay imágenes de la virgen y en mi mano izquierda llevo una pulsera donde se bambolea haciendo un sonidito único, una medallita con la estampa de la virgencita a la que le pido siempre, cuando las cosas me salen bien le agradezco y le doy un beso, cuando algo anda mal la miro y le pido. Sé que siempre me escucha. La Virgen de la Caridad es para mí una santa maravillosa que apareció justo cuando más la necesitaba y se quedó conmigo, acompañándome para que nunca estuviera sola por los caminos de la vida.
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Violeta Rodríguez Chaviano, actriz, 42 años. Mi abuela llegó a La Habana muy joven, pobre y con dos hijos. Se instaló en un modesto apartamento de Centro Habana y ejerció disímiles labores procurando el bienestar familiar. Tenía, colgada en la pared de la sala, como buena cubana, su estatuilla de La Virgen de la Caridad del Cobre a la que un día, cansada de tanta miseria, tumbó de un solo golpe con el palo de trapear. “Ay, mi madre, tú estás loca”, le dijo una vecina que en ese momento se asomaba a la puerta de su casa. Mi abuela, con la entereza y testarudez que siempre la han caracterizado y con toda la seguridad del mundo le contestó: “Cuando ella les dé de comer a mis hijos yo la vuelvo a poner en su sitio”. No sé si mi abuela Argelia volvió a colgar en su casa la imagen de la Caridad o si la dejó castigada para siempre. Yo nunca la vi. Crecí escuchando este cuento henchida de admiración por el coraje de mi abuela. Porque evidentemente la Virgen de la Caridad era algo que merecía especial respeto y mi abuela Argelia la había desafiado. Con los años, andando por la vida, descubrí que esa virgen a la que mi abuela le había metido un escobazo era muy querida, respetada y hasta temida por los cubanos. Que era nuestra protectora y que su fuerza se proyectaba también en otras culturas (la identificaban como Oshún), y que la gente ofrecía rituales en su honor y la cortejaban con ofrendas y promesas. Y supe que durante las guerras de independencia el Ejército Libertador sentía gran devoción por la Virgen y a ella se encomendaban. Esa virgencita que mi abuela había tumbado de la pared era La Patrona de Cuba.
Visité su Santuario solo una vez. La única que estuve en Santiago de Cuba. Atravesé el umbral de su humilde estancia impresionada y perpleja ante tanta devoción. Sintiendo otra vez aquella misma escalofriante y antigua sensación. Me paré muy seria frente a ella convencida de que me señalaría con el dedo y como la hereje que era me condenaría para siempre. Ella, intacta, perfecta en su inmovilidad me miraba contundentemente. Me abrí paso, cobarde, entre la muchedumbre, y en voz muy baja y con mucha vergüenza le confesé que yo era la nieta de aquella irrespetuosa señora que la había tumbado, hacía muchos años, de su altar. Le pedí que perdonara a mi abuela y le rogué salud para los míos. Su mirada clavada en la mía. Su ojo sembrándome en el terror. Y aunque todo el cuerpo me temblaba, logré, como buena cubana, pedirle también bendición para mi pueblo. Y fue entonces, en ese justo momento, al tiempo en que mi débil y quejumbroso aliento largó la palabra “Cuba” que sentí caer su velo inmenso, tibio y protector sobre mi persona junto con el inconfundible desenfado de su sonrisa. Entonces supe que Cachita no solo había perdonado a mi abuela: también la acompañaría siempre.
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Yudy Fundora, cubana, graduada de Comunicación Social de la Universidad de La Habana. Vive en Atlanta desde 2011. En Atlanta, Georgia, donde la gente se entrega con igual devoción a dos cosas: el trabajo y Dios, un customer de un restaurante donde tengo un part-time job a las afueras de la ciudad me preguntó hace unos días: Do you believe in God? Which religion do you practice? A lo que respondí: Bueno yo de Dios no se mucho ni de practicar tampoco, pero creo que soy católica porque soy devota de la Virgen de la Caridad del Cobre. “Believe”, that’s what counts”, me dijo el tipo.
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Rebeca Chávez, directora de cine. ¿Qué es para mí la Virgen de la Caridad? Es ahora, en mi adultez, que tengo una idea más precisa de ella. Antes me sentía más inclinada por Santa Bárbara. Mi mamá tenía una imagen de esta santa con una espadita que se podía sacar y poner en otras posiciones. Ella (pensaba yo) oía a mi mamá y se ajustaba más a sus estados anímicos… Usé esta experiencia-vivencia en mi película “Ciudad en Rojo”. Con el tiempo descubrí a la Caridad del Cobre… y su historia con los mambises, el santuario en medio de las montañas, la leyenda de los tres juanes y así un día del 59 fui con otros miles a pie, por el camino viejo, desde Santiago hasta el Cobre pero no llegué a verla. Hubo un atentado. Un casquito batistiano que huía tiró una granada a la procesión. Mi hermana fue herida y otros muchos también. Muchos años después volví y sí la vi. Aquella imagen tan chiquita, en medio de aquel altar me impactó, no tenía idea de cómo era. Ahora la veo, mejor, la asumo y la sumo a la idea de la raíz de lo cubano, junto a Martí y a los Orishas africanos y también a lo más pagano que está en la vida y al lado de la Santa Bárbara de mi mamá.
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Mandy, editor de cine. Es de Santa Clara y vive en Centro Habana. Tiene 32 años. Mi primer acercamiento a algún tema religioso fue en el año 98, cuando insólitamente en mi familia, y en mi(s) escuela(s), se hablaba con “orgullo” del Vaticano, y de la religión católica. Era miércoles, y en mi preuniversitario nos anuncian que saldríamos de pase porque al otro día nos teníamos que concentrar en algún punto de la ciudad de Santa Clara, y “marchar” hasta un campo de fútbol abandonado que habían remozado fulminantemente porque iba a ser el lugar donde el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica ofrecería una Santa Misa. Algo estaba mal, pero yo no sabía, ni se bien. En mi casa, hasta ese año, cualquier tema religioso era tabú. Mi familia estaba constituida por: mi abuela, presidente del CDR; mi mamá, Cuadro (¿?) del PCC, y mi abuelo, desde bien joven, líder sindical, comunista en todo su ser, persona intachable además. Mi formación era, como se pueden imaginar, comprometida con los valores del socialismo soviético y sobre todo atea. Mis vecinos más cercanos eran católicos escondidos (hasta un día) y en casa de algunos de mis familiares veía algunos íconos y vínculos religiosos “un poco sospechosos”, porque nadie daba fe de sus creencias, no se podía. En mi infancia, cuando terminaba de ojear la revista “Misha”, o de garabatear la “Sputnik” de mi abuela, me daba por husmear en todo (admito que me metía en más de un problema por eso), y varias veces le preguntaba a mi abuela por una lámina con una imagen religiosa que estaba bajo resguardo, junto a un crucifijo metálico (desconozco qué tipo de metal) en el escaparate de mi abuelo, y siempre recibía alguna “curva”, pero nunca obtuve respuesta al respecto. Ese día, en enero del año 1998, asistieron miles de santaclareños y de lugares cercanos y distantes a la Santa Misa, donde el Papa transmitió un mensaje de amor, paz y esperanza a la familia cubana. Muchas cosas cambiaron a partir de ahí, mi abuela me confesó el porqué de la imagen, era un antiguo dibujo de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que mi abuelo atesoraba, algo de lo que no podía desprenderse, porque era parte de sí mismo. Quizás alguien como yo, que sigo siendo ateo, no comparta sentimientos afines con determinadas religiones o situaciones religiosas, pero qué cubano no se identifica con esa imagen de la virgen María cargando al niño Jesús y los tres pescadores. Es y será parte de todos nosotros, a pesar de todo.
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Maykel Colón Pichardo, graduado de Historia en la Universidad de La Habana. Investiga temas relacionados con la raza. Vive en Barcelona desde 2011. La Patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre, Oshún o simplemente Cachita está de fiesta. Por ello quiero hacer mías las palabras del Caballero del Son, para venerarla. Este lunes “va a empezar la ceremonia, vamos a hacer caridad”, y contra todos los males y en busca de la luz, posaré ante su venerable imagen y “voy a pedir pa´ ti, lo mismo que tu pa´ mi”.
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Daniel Salas González, profesor universitario. Estudia en Canadá su doctorado. He podido ir muchísimas veces al Santuario de la Virgen en El Cobre, Santiago de Cuba, y a pesar de no tener formación ni creencias religiosas organizadas, cada vez que llego ahí tengo la experiencia de llegar a un lugar al que uno pertenece. Sin saber rezar realmente, le he solicitado salud, prosperidad, alegrías para mi gente querida y los cubanos en general. Es también un paseo de curiosidad que deja ver las ofrendas entregadas por todo tipo de gente. Hoy la llevo en la cartera en un sellito plasticado, un resguardo, que gana valor cuando -como ahora- estoy lejos. A raíz del reciente aniversario redondo de la aparición de su imagen leí con interés sobre su historia: pude entrever por qué ha sido una imagen clave para nuestro pueblo por varios siglos. Sus milagros a los esclavos, su relación con el pueblo de El Cobre, sitio de una rebeldía indómita que no se reconoce como es debido en la historia más manoseada, y más tarde con las luchas por la independencia. Es conocer esa historia lo que me ha permitido encontrar razones no exclusivamente religiosas para querer la imagen como algo propio, una especie de abuelita protectora y justa que comparto con la gran familia cubana.
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José María Vitier, músico. Yo tengo una formación creyente, católica específicamente, en la cual la Virgen de la Caridad, digamos, era como el caso particular de la Virgen María en Cuba. Pero no estaba enfocado realmente en la figura, en la imagen y en la trascendencia de la Virgen de la Caridad como patrona de Cuba y por lo tanto, como patrona también de todos los cubanos y patrona personal. Fueron circunstancias muy específicas y también en parte dolorosas de mi vida las que me pusieron en el camino, se puede decir, de una devoción sí ya muy personalizada, muy profunda, por esa imagen de la Virgen María, que es la Virgen de la Caridad. A mí siempre me gustó la imagen del cobre, porque el cobre es una sustancia como humilde, ¿no?, que ya de entrada está hablando de la humildad. Y, bueno, el sentido de la caridad, que es un sentido que no es privativo de los creyentes ni mucho menos de los católicos, sino que es esencial para el ser humano. Así que por todos esos motivos yo tenía una afinidad, pero una afinidad que no había pasado todavía por el sentimiento, por la vivencia. La vivencia surge por una circunstancia que tuvimos mi esposa y yo, relacionada con la salud de nuestro hijo que, de repente, por un desdichado evento, estuvo en peligro, estuvo en peligro mortal, realmente. Y en esa circunstancia es en la que nosotros, cada uno a su manera, porque al final siempre los momentos dolorosos tú los puedes compartir pero son propios, son de cada quien, hicimos esta invocación. Era una situación en la que estaba involucrada la vida de nuestro hijo a partir de un accidente. Es un cuento que he hecho otras veces y que no todos los días tengo ganas de recordar por completo. Pero, bueno, así fue. Y la sensación de haber sido escuchado y la vivencia concreta de que todo tuvo un desenlace venturoso, en fin, ese sentirse realmente compadecido, realmente apoyado, en un momento de nuestras vidas, muy jóvenes todavía nosotros, nos cambió la vida. Nos cambió la vida y ese día, recuerdo, Silvia me dijo, “Algún día tendremos que hacer algo para dar gracias por esto”. Y de ahí salió la Misa Cubana a la Virgen de la Caridad del Cobre, que yo vine a estar dispuesto y en capacidad de componer, bastantes años después.
Así que ese es el vínculo, que ya para nosotros es indisoluble, es parte de nuestras vidas, nos partió en dos la vida y nos hizo que ya esta sea una devoción que nos acompaña para siempre. Y no solo hicimos la Misa Cubana, que a su vez también ha reforzado por muchos motivos este sentimiento en nuestras vidas, sino además de eso, yo seguí escribiendo cosas. No hace mucho escribí la canción “Al pie de tus altares”, sobre el tema de la importancia de la Virgen para el pueblo cubano y un poco también para los cubanos, donde quiera que estén, y como ha sido un símbolo unitivo, es un símbolo patrio, no solamente un símbolo religioso. Es muy curioso, porque tocando tantas y tantas veces, más de cien veces, los conciertos de la Misa Cubana, me ha llamado mucho la atención como, a veces, más de la mitad de los músicos son ateos, pero sin embargo a la Virgen de la Caridad nadie le dice que no en este país. No importa cuál sea tu filiación, con la Virgen de la Caridad primera, no se juega, y, segundo, se respeta por encima de todo. Y eso es muy bonito, porque los cubanos, que somos tan irreverentes, es muy bonito que tengamos algo que todos respetamos. Y esa es la Virgen de la Caridad.
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De la misma forma que estos amigos quisieron dejar su testimonio este 8 de septiembre especial para todos los cubanos, día en que la fe y el simbolismo se anudan, también lo invitamos a usted a colaborar en esta historia. Puede compartir en la zona de comentarios su propia visión sobre La Patrona de Cuba, homenajeada hoy y amada todos los días.


Cortesía de Eric Silva. Proyecto ALTER-NATIVO (el otro nativo), Xilografia 50x70.
Cortesía de Eric Silva. Proyecto ALTER-NATIVO (el otro nativo), Xilografia 50×70.
Fotos y video: Claudio Pelaez Sordo
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Fuente: Progreso Semanal

martes, 2 de septiembre de 2014

La transformación de la comunidad cubanoamericana

  por Jorge Duany,
  Instituto de Investigaciones Cubanas. Universidad Internacional de la Florida,    Miami

Desde hace varios años se viene anunciando la transfiguración demográfica y política de la población cubana en los Estados Unidos, sobre todo en el sur de la Florida. En un ensayo de 1997, el sociólogo cubanoamericano Lisandro Pérez predijo que el surgimiento de una nueva generación de cubanos nacidos en ese país, junto con otros factores históricos, provocaría el “fin del exilio” en su sentido convencional.

Según Pérez y otros estudiosos, el desplazamiento de la primera por la segunda generación de inmigrantes conllevaría un cambio de mentalidad entre los cubanoamericanos, que los acercaría ideológicamente a otras minorías étnicas en los Estados Unidos, como los grupos oriundos de México, Puerto Rico o República Dominicana. Este cambio se traduciría, entre otras cosas, en una creciente adhesión al Partido Demócrata. También implicaría un esfuerzo por “normalizar” las relaciones de los inmigrantes cubanos con sus comunidades originarias, relaciones conocidas técnicamente como transnacionales o diaspóricas en otros contextos históricos y contemporáneos.

Comenzaré señalando que la composición de la población cubanoamericana ha cambiado drásticamente en las últimas dos décadas. Según los cálculos del censo, para el año 2011, había 1.829.495 personas de ascendencia cubana residentes en los Estados Unidos. De estas, 58,3% había nacido fuera del país. Entre los nacidos en el extranjero, 50,6 % había inmigrado después de 1990. Aunque la mediana de edad de los cubanoamericanos es relativamente elevada (40,3 años), una quinta parte tiene menos de 18 años. Dos tercios de la población de origen cubano residen en la Florida, más de la mitad concentrada en el área metropolitana de Miami-Ft. Lauderdale-Pompano Beach.

Estos datos sugieren que la comunidad cubanoamericana se ha renovado y ampliado notablemente con la inmigración masiva desde Cuba desde la década de 1990. Asimismo, los resultados censales confirman que los representantes de las primeras oleadas migratorias (1959-1973) ya no constituyen la mayoría de la población de ascendencia cubana en los Estados Unidos. Después de cinco décadas de éxodo constante, la comunidad cubanoamericana ha madurado en términos demográficos.

La pregunta política clave es si las nuevas generaciones de cubanoamericanos se distancian ideológicamente de sus padres o si reproducen sus corrientes dominantes. También vale la pena examinar si los cubanos residentes en los Estados Unidos están convergiendo con las tendencias políticas prevalecientes entre otros grupos latinos. Varias encuestas recientes de opinión pública permiten abordar estos temas con base en datos empíricos. No obstante, algunos de los hallazgos de estas encuestas son inconsistentes entre sí, debido a las características propias de la metodología utilizada, especialmente el procedimiento de muestreo.

En octubre de 2012, el Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) colaboró con el periódico The Miami Herald en un sondeo del electorado latino. La muestra aleatoria consistió en 1.012 votantes latinos inscritos en los Estados Unidos y 720 en la Florida. Esta encuesta, dirigida por el politólogo boliviano Eduardo Gamarra, encontró diferencias recurrentes en las preferencias políticas de los cubanos y otros latinos en la Florida y en todo el país. En casi todos los asuntos planteados, los entrevistados de origen cubano se apartaban del resto de la población de origen latinoamericano. (Lamentablemente, al momento de redactar este ensayo no estaban disponibles los datos desagregados por edad y lugar de nacimiento).

Según el sondeo de Gamarra, 54,4% de los cubanos en los Estados Unidos había votado por el senador John McCain en las elecciones presidenciales de 2008, comparados con 24,6% de todos los latinos. La proporción de cubanos afiliados al Partido Republicano (57,3%) duplicaba la de todos los latinos (28,1%). Los cubanoamericanos tenían una imagen mucho más negativa del presidente Obama que los demás latinos, tanto en el manejo de los asuntos económicos, la reforma migratoria y el cuidado de la salud, como en la política exterior de los Estados Unidos. Por lo tanto, 61,7% de los encuestados de origen cubano tenía la intención de votar por el gobernador Mitt Romney para presidente, mientras apenas 31,2% de los latinos expresó esa preferencia electoral.

Sin embargo, los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses en noviembre de 2012 sugieren que la comunidad cubanoamericana se ha “latinizado” más rápidamente en sus preferencias políticas de lo que muchos observadores anticipaban. La firma de consultores Bendixen & Amandi International, presidida por el empresario peruano Sergio Bendixen, entrevistó a 4.866 votantes de origen hispánico al salir de las urnas eleccionarias en varios condados de la Florida el 8 de noviembre de 2012. Los resultados arrojaron que 48% de los cubanos votó por el presidente Obama, comparados con 61% de los latinos. (Otras encuestas, como la del Centro de Investigación Hispana Pew, calcularon que Obama recibió más votos cubanos en la Florida que el gobernador Romney).

Más sorprendente aún es que 60% de los cubanos nacidos en los Estados Unidos favoreció al presidente, a diferencia del 45% de los nacidos en Cuba. El estudio de Bendixen & Amandi también incluye una serie cronológica que muestra un aumento sostenido del voto cubanoamericano por los candidatos presidenciales demócratas, de 15% en 1988 a 48% en 2012. Estas cifras constatan que las amplias brechas tradicionales entre electores cubanos y latinos en los Estados Unidos están cerrándose.

Otra fuente de información valiosa sobre las actitudes políticas cambiantes de los cubanoamericanos es la encuesta periódica realizada por FIU, dirigida por el sociólogo de origen cubano Guillermo Grenier con una muestra al azar de 648 residentes en el condado de Miami-Dade en el año 2011. Los hallazgos de este sondeo revelan numerosas divergencias en las opiniones públicas de los cubanoamericanos según su año de llegada a los Estados Unidos, edad y lugar de nacimiento. Aquí me concentraré en los principales contrastes entre los nacidos en Cuba y los nacidos en Estados Unidos.

En la encuesta de FIU del 2011, 47% de los entrevistados nacidos en los Estados Unidos se opuso a continuar el embargo estadounidense a Cuba, comparados con 44% de todos los encuestados. El 79% de los nacidos en los Estados Unidos, comparados con 58% del total, apoyaba un diálogo nacional entre exiliados, disidentes y representantes del gobierno cubano. Los nacidos en Estados Unidos favorecen el envío de medicinas, comida y dinero a Cuba, así como los viajes sin restricciones, con más frecuencia que todos los entrevistados. Además, 71% de los nacidos en los Estados Unidos apoya el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, comparados con 58% de toda la muestra. En síntesis, según el sondeo de FIU, las personas de origen cubano nacidas en los Estados Unidos suelen respaldar una política de acercamiento hacia Cuba más firmemente que los nacidos en la Isla.

En conjunto, las encuestas reseñadas apuntan a patrones emergentes de pensamiento y conducta de la comunidad cubana en los Estados Unidos, particularmente en el sur de la Florida. Más allá de las diferencias metodológicas entre las investigaciones aludidas, subrayaría dos hallazgos congruentes. En primer lugar, la transición ideológica de la diáspora cubana hacia una postura más afín a otras minorías étnicas en Estados Unidos ha avanzado sustancialmente. La segunda generación de cubanoamericanos se parece más a otros grupos de latinos que al llamado “exilio histórico” en su creciente orientación hacia el Partido Demócrata en las elecciones presidenciales.

Esta tendencia se debe principalmente a que ese Partido se ha asociado más estrechamente que el Republicano con causas liberales como la defensa de los derechos civiles, los programas de bienestar social y la reforma migratoria, asuntos que conciernen al grueso de los latinos y otras minorías desaventajadas en los Estados Unidos. También se entronca con el aumento en el número de inmigrantes cubanos de clase trabajadora.

En segundo lugar, el que poco más de la mitad de los cubanos residentes en los Estados Unidos haya llegado después de 1990 tiene múltiples repercusiones demográficas, socioeconómicas y políticas. Entre otras, los inmigrantes más recientes se inclinan a sostener lazos familiares, culturales y emocionales con su país de origen más que los que se establecieron en la nación norteña durante las décadas de 1960 y 1970. Los miembros de las oleadas migratorias de Cuba a partir de la década de 1980 son los más propensos a viajar a la Isla, llamar por teléfono, enviar remesas y paquetes y preservar vínculos transnacionales al margen de las discrepancias entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos.

Para concluir, cabe preguntarse por qué tales cambios generacionales e ideológicos aún no se reflejan adecuadamente en la cúpula política de la comunidad cubana del sur de la Florida. Actualmente, cinco de los siete congresistas estadounidenses de origen cubano son miembros del Partido Republicano. Un factor explicativo es que la mayoría de los inmigrantes cubanos recientes no son ciudadanos estadounidenses (59% de los llegados después de 1994 aún no se ha naturalizado, según el sondeo de FIU dirigido por Grenier) y por ello no tienen derecho al voto. Otro dato pertinente de esta encuesta es que, entre los votantes inscritos, 56% está afiliado al Partido Republicano. Indudablemente, gran parte del electorado cubanoamericano aún simpatiza con los candidatos y la ideología conservadora del Partido Republicano.

Pero esta preferencia está socavándose a medida que muchos cubanos emigrados en las últimas dos décadas y los jóvenes nacidos en los Estados Unidos se inscriben para votar y se incorporan a la política nacional. Si bien parece prematuro proclamar el “fin del exilio”, las recientes mutaciones demográficas y políticas de la comunidad cubanoamericana han acelerado su “latinización”. A mi juicio, los cubanos en Norteamérica están en proceso de convertirse en una minoría étnica, que difiere del resto de la población en sus prácticas culturales y lingüísticas, se identifica cada vez más con el Partido Demócrata e intenta mantener una relación significativa con su país de origen.
Fuente: Ventana Politica

sábado, 30 de agosto de 2014

Cada vez más jóvenes europeos legalizarían la marihuana

En los 15 y los 24 años, el 45 % pide su regulación, en 2011 solo lo hacían el 34 %

El País (España)
Lunes, 25 de agosto, 2014
cannabis-club-weighingAtrás quedan los años en los que la sociedad —jóvenes incluidos— rechazaba prácticamente en bloque la legalización de la marihuana. Así se desprende del último Eurobarómetro sobre la relación entre juventud y drogas, que revela que, aunque siguen siendo mayoría los europeos de entre 15 y 24 años que se oponen a legalizar el cannabis, el porcentaje que pide su regulación ha pasado del 34% al 45% en los tres últimos años.
En España, la variación es incluso superior: del 35% de 2011 al 47% actual. De seguir esta tendencia, en la encuesta de 2017 serán mayoría los jóvenes españoles y europeos que pidan la legalización, tal y como ya sucede en República Checa, Eslovenia, Italia, Irlanda, Polonia, Eslovaquia, Austria y Países Bajos — el único Estado miembro en el que es legal.
¿Qué ha ocurrido para que se produzca este cambio de actitud? Martin Jelsma, coordinador del programa de Drogas y Democracia del Transnational Institute y una eminencia internacional en la materia, apunta a la “discusión abierta” en la sociedad europea y española y valora la contribución de los clubes cannábicos que han proliferado en varios países y, muy especialmente, en España, en la “normalización” del debate sobre la viabilidad de una distribución legal.
El experto matiza que aunque estas asociaciones no representan una legalización propiamente dicha, las cifras evidencian que los clubes cannábicos no han incrementado el consumo entre los jóvenes. “No tiene ningún sentido reprimir a los clubes pensando que es un fenómeno que aún puede desparecer. Más bien al contrario, es urgente aprobar normas jurídicas y de conducta claras para su funcionamiento y abrir el debate sobre una legalización del cannabis desde la siembra hasta la venta”, subraya. “No hay vuelta atrás”.
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Fuente: Eurobarómetro.
El barómetro encargado por la Comisión Europea muestra dos detalles interesantes para el debate: el rechazo persistente de los jóvenes (por encima del 90%) a la legalización de drogas como la heroína, la cocaína o el éxtasis y la disociación entre consumo y conveniencia de legalización del cannabis en la UE (solo el 22% de los jóvenes españoles y el 17% de los europeos afirman haber consumido esta sustancia en el último año). “El acceso a esta sustancia no ha aumentado, lo que ha crecido es el debate sobre su legalización”, opina Jelsma.
Para Òscar Parés, subdirector del centro de estudios del cannabis y de políticas sobre drogas ICEERS, gran parte de la normalización de la marihuana tiene que ver con la eliminación paulatina del estigma de la heroína tras el dramático ascenso en su consumo en los años ochenta. “En los últimos años ha cambiado mucho. Los jóvenes perciben netamente las diferencias entre el consumo de cannabis y el de drogas más duras”. Parés remarca que el consumo responsable de marihuana es mayoritario — “el 80% de los casos”— y admite que en caso de una potencial legalización, la demanda podría aumentar en un “primer momento” pero, a cambio, no aumentaría el consumo problemático de esta droga. “Si la venta fuese legal, se podría dar mejor atención a los consumidores con problemas y se tendría mayor control de estos casos por parte de las autoridades sanitarias”, alega.
Pese al cambio de tendencia en los últimos años, la sociedad europea no está entre las más favorables a la legalización de la marihuana. En 2013, según una encuesta de Gallup, los estadounidenses a favor de la regulación de esta sustancia (el 58%) ya superaban con creces a aquellos que optaba por que su consumo permaneciera en la ilegalidad (39%). “Es un proceso gradual”, añade Jelsma en referencia a la legalización de cannabis para uso recreativo en los Estados de Washington y Colorado a finales de 2012.
A principios de año, Uruguay abrió una espita en América Latina al aprobar la venta de esta sustancia en farmacias. “Estos ejemplos demuestran que el problema del cannabis no es la propia droga sino la ausencia de regulación. Es una cuestión puramente política”, concluye.

Clubes para comprar

Los clubes cannábicos —centros en los que, a cambio de una cuota anual que suele rondar los 20 euros, sus socios tienen derecho a retirar, previo pago, una cantidad estipulada para consumo propio— han ganado adeptos en los últimos años. Están registrados como asociaciones y tienen sus propios estatutos, pero solo algunos Ayuntamientos como San Sebastián o Girona han ensayado regulaciones pioneras.
“Es importante diferenciar entre las asociaciones de consumo y los coffeeshops”, señala Òscar Parés, del centro de estudios del cannabis ICEERS, en referencia a los populares establecimientos holandeses en los que, además de tomar café, los clientes pueden comprar marihuana. “Los clubes no permiten la entrada a cualquiera, solo a sus asociados y, por tanto, no fomentan el consumo”, explica.
Desde el punto de vista legal, los clubes se encuentran en un limbo —o “zona gris”, como prefiere este experto—. “No están legalizados, pero el consumo es completamente legal en España”, destaca. Hasta ahora se han abierto cerca de 50 causas contra administradores de estos espacios y “ninguno ha acabado en la cárcel”.
La primera de estas asociaciones nació en Tarragona hace dos décadas. Desde entonces, el fenómeno ha ido desarrollándose hasta el punto de que, según sus datos, hoy hay cerca de 1.000, casi todos en Cataluña (unos 400) y País Vasco (150).
fuente: TNI

miércoles, 27 de agosto de 2014

Report: Washington's Marijuana Legalization Grows Knowledge, Not Just Pot

New WOLA/Brookings report analyzes legal marijuana program in Washington state
WOLA/Brookings Report
August 25, 2014
By Philip A. Wallach, Fellow, Governance Studies, The Brookings Institution
On November 6, 2012, voters in Washington and Colorado made the momentous and almost entirely novel choice to legalize and regulate recreational marijuana. While many places around the world have tried out forms of marijuana decriminalization or legalized medical uses, none had ventured to make the production, distribution and recreational use of the drug legal, let alone erect a comprehensive, state-directed regulatory system to supervise the market. In spite of the lack of experience, and in spite of a clear conflict with federal drug law, solid majorities in Washington and Colorado decided that their states should lead the way through experimentation. (In 2013, Uruguay would follow.) The opening of state-legal marijuana shops has been a reality in Colorado since January, and has finally come to pass in Washington as of July 8.
While Colorado is justifiably garnering headlines with its ambitiously rapid (and, in many respects, impressive) legalization rollout,2 there is a case to be made that Washington is undertaking the more radical and far-reaching reform. It is, in effect, attempting not just to change the way the state regulates marijuana, but also to develop tools by which to judge reform and to show that those tools can be relevant amid the hurly-burly of partisan political debate. Washington has launched two initiatives. One is about drug policy; the other is about knowledge. In the world of drug policy, and for that matter in the world of public administration more generally, this is something fairly new under the sun.
This second reform, though less heralded than the attention-grabbing fact of legalization, is in many ways just as bold. Washington’s government is taking its role as a laboratory of democracy very seriously, tuning up its laboratory equipment and devoting resources to tracking its experiment in an unusually meticulous way. Several innovative features are especially noteworthy:
  • A portion of the excise tax revenues from marijuana sales will fund research on the reform’s effects and on how its social costs can be effectively mitigated. In effect, the state has built test equipment into its policy reform from day one, with a dedicated funding stream to provide continuity and political independence.
  • Coordination of research efforts is taking place across multiple state agencies, including the Department of Social and Health Services, the Department of Health, and the Liquor Control Board. Instead of relying on just one point of view or information source, the state is focusing many lenses on the issue, attempting to create a multifaceted picture.
  • A cost-benefit analysis is to be conducted by the state’s in-house think tank, the Washington State Institute for Public Policy (WSIPP), and will be nearly unprecedented in its scope and duration. If well executed, this effort will provide a yardstick for success that can help focus and discipline the political debate.
By combining these techniques, Washington’s policymakers seek to empower themselves not only to proactively regulate legal marijuana but to proactively inform and influence the informational battles that will surround legal marijuana. That is no mean feat in a policy area so full of passionate, and often intemperate, advocates. As the battle lines harden in the information wars between legalization’s champions and critics, the state’s knowledge-building efforts offer its officials the chance to transcend the breathless rhythms of the news cycle and set their sights on more consequential time horizons. Reformers across the country—in marijuana policy and beyond—would do well to learn from this second experiment as much as from the first.
This paper outlines Washington’s side-by-side experiments: the marijuana experiment and the knowledge experiment. It will weigh the potential and the pitfalls of the state’s knowledge experiment. And it will offer some thoughts on how to get the most out of Washington’s innovations—both for those who care about drug policy and for those who care about making policy reform of any sort work better.
To read the full report, please click here.

lunes, 25 de agosto de 2014

El apuro de niños migrantes en la frontera muestra la necesidad de invertir en Centroamérica

Por Geoff Thale, Director de Programas, WOLA
El presidente Obama ha anunciado recientemente una nueva iniciativa para responder al aumento dramático de los niños migrantes no acompañados que están entrando ilegalmente a los Estados Unidos por la frontera sur. Más de 47.000 niños migrantes no acompañados han llegado a los Estados Unidos durante este año fiscal—casi 35.000 provenientes sólo de El Salvador, Guatemala y Honduras—lo que llevó al presidente Obama a designar a la Agencia Federal de Gestión de Emergencias de Estados Unidos (Federal Emergency Management Agency, FEMA) a gestionar la respuesta.
La impresión de ver a todos estos niños, literalmente a los pies de nuestra puerta, debe impulsar a los políticos a hacer un examen de conciencia acerca del por qué los menores huyen, por qué los padres les permiten huir, y si tiene sentido gastar mil millones de dólares deteniendo y deportando a niños centroamericanos mientras se gastan tan sólo US$98.700.000 en ayuda de desarrollo para El Salvador, Guatemala y Honduras, y US$161.5 millones para estos y otros países como parte de la Iniciativa de Seguridad Regional de América Central (Central America Regional Security Initiative, CARSI) para este año fiscal.
El número de menores que están llegando a la frontera estadounidense es impresionante, especialmente si se considera el tamaño de la población centroamericana. Por ejemplo, 9.850 menores no acompañados de El Salvador fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza de EE.UU. en el período entre octubre de 2013 y mayo de 2014. En El Salvador hay 2.37 millones de niños, según los datos de UNICEF, lo que significa que aproximadamente uno de cada 240 niños de ese país ha tratado de cruzar a los Estados Unidos y fue detenido por la Patrulla Fronteriza en el transcurso en los últimos ocho meses. Los porcentajes para Honduras son semejantes y un poco más bajos, pero todavía impactantes, para Guatemala.
Te hace vacilar, la imagen de un niño o adolescente, sin padres ni guardianes, buscando hacer el largo viaje desde San Salvador o San Pedro Sula hasta los Estados Unidos. Algunos de estos niños son transportados por contrabandistas, quienes en muchas ocasiones están en colusión con el crimen organizado, y algunos otros viajan solos. Todos son vulnerables a los numerosos peligros que plagan a los migrantes durante sus viajes por México: bandas criminales que demandan dinero a los migrantes que viajan en el tren hacia el norte, quienes a menudo son tirados del tren si no pueden pagar, oficiales inescrupulosos buscando sobornos y el crimen organizado en busca de víctimas para secuestro o mulas para transportar drogas. ¿Qué motiva a una persona a confrontar todos estos peligros e incertidumbres?
Las notas de prensa en las semanas recientes han sugerido que mujeres y niños migrantes están llegando a los Estados Unidos bajo la percepción de que se les permitirá permanecer en el país. Puede ser que los contrabandistas también estén promoviendo esta idea en busca de más clientes. El gobierno de Obama ha dejado claro que su política de control migratorio no ha cambiado, y, de hecho, la infraestructura fronteriza y la fuerza de trabajo han incrementado en la última década. El viaje del vicepresidente Biden a Guatemala en la semana pasada reiteró este mensaje.
Sin embargo, más importante que la fuerza de esta percepción son los factores de "empuje" que impulsan esta ola de migración, los factores que hacen que los posibles migrantes, especialmente los niños y los adolescentes, decidan abandonar El Salvador, Honduras o Guatemala para venir a los Estados Unidos.
Detrás de esta ola migratoria se destacan dos factores subyacentes. El primero es la amenaza de violencia en las comunidades de origen de los migrantes, de la cual la juventud está especialmente en riesgo. La violencia es un problema grave en algunas partes de Centroamérica. Honduras tiene la tasa de homicidios más alta del mundo. La violencia doméstica y el maltrato infantil se han generalizado. Las pandillas se involucran en disputas violentas del terreno, la extorsión de las empresas y los residentes locales, el tráfico de drogas a pequeña escala, y reclutan especialmente a los jóvenes. Las pandillas se han convertido en difíciles fenómenos sociales y criminales en los países del llamado “Triángulo del Norte” de Centroamérica durante la última década.
Existen pocas protecciones contra la violencia porque las instituciones eficaces de seguridad pública son no existentes. Las fuerzas policiales son mal pagadas y tienen poco personal en sus divisiones de patrulla, las cuales no pueden impedir la delincuencia. Las policías investigadores no pueden investigar efectivamente ni el crimen ni la corrupción policial y la infiltración criminal de la policía permite que la delincuencia y la violencia florezcan con poca respuesta de las autoridades gubernamentales.
Además del problema de la violencia existe la falta de oportunidades, especialmente para los jóvenes, los pobres y la clase media-baja. En zonas rurales, los pequeños agricultores enfrentan barreras difíciles para producir para los mercados locales. El 75 por ciento de los que viven en las zonas rurales de Honduras viven en la pobreza. Los trabajos estacionales en las fincas más grandes que exportan café, azúcar y otros cultivos son mal pagados. El café, el principal cultivo comercial en Centroamérica, está sufriendo de un hongo devastador llamado "roya del café". The New York Times informó que "el veinte por ciento de los medio millones de puestos directamente ligados al cultivo en Guatemala ya han desaparecido".
En las ciudades, los trabajos en el sector formal que proporcionan prestaciones de salud y seguridad social y que pagan impuestos pueden ser escasos, y los salarios son relativamente bajos. Un estudio del Banco Mundial de 2012 declaró que el empleo en Centroamérica sigue siendo principalmente en empleos de baja calificación con trabajadores poco calificados, lo que subraya la necesidad de crear más puestos de trabajo, en particular los "puestos de trabajo que pueden romper el ciclo de pobreza y contribuir a un crecimiento económico sostenido". En las comunidades pobres, donde el acceso a los recursos es escaso y los niveles de educación son relativamente bajos, muchos jóvenes ven la vida de pandillas (viviendo por la extorsión y el tráfico de drogas a pequeña escala) como una de las pocas alternativas económicas viables.
Dado este contexto, no es de extrañar que los menores preocupados consideren que huir de sus entornos, o que los padres y parientes les ayuden a buscar la seguridad mediante la migración a los Estados Unidos.
En un estudio reciente de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados se entrevistaron a 300 menores no acompañados procedentes de Centroamérica que habían sido detenidos por la Patrulla Fronteriza, sobre sus razones para abandonar sus países. La pobreza y la falta de oportunidades fueron factores clave en la decisión de emigrar. Además, el 31 por ciento notaron la violencia o amenazas de violencia de pandillas o grupos delictivos organizados como un factor principal en su decisión de irse, y el 16 por ciento enumeran otras formas de violencia social. El 20 por ciento mencionaron el abuso o la violencia en el hogar.
Estos son problemas profundamente difíciles, y no hay una solución mágica para resolverlos. No obstante, se debería hacer más para mitigar los problemas arraigados causando que tantos menores, por desesperación, emprendan un viaje peligroso a los Estados Unidos.
¿Qué se puede hacer para mitigar los factores de empuje?
Los niveles de violencia se pueden reducir. En el suburbio salvadoreño de Santa Tecla, por ejemplo, un esfuerzo de varios años que comenzó en el año 2003 está dando sus frutos. A través de los consejos comunitarios y los programas de prevención de la violencia local, la ciudad, con una gran población y problemas sociales significativos, ha sido capaz de lograr una reducción del 40 por ciento de los homicidios en comparación con las tasas de las comunidades cercanas.
La evidencia sugiere que continuar invirtiendo en las iniciativas cautelares para la violencia comunitaria, que involucre a los grupos comunitarios locales, las iglesias, la policía, y las agencias de servicio social y del gobierno, puede marcar una diferencia importante. Como se ilustró en un reporte reciente por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, cuando se combinan estas iniciativas con los esfuerzos serios para eliminar la corrupción policial y mejorar la eficacia y la moral de la policía, el impacto puede ser significativo.
De manera similar, los esfuerzos dirigidos a crear oportunidades de empleo pueden tener efectos positivos. Estos esfuerzos requieren un compromiso por parte de los gobiernos nacionales y locales de Centroamérica, y una inversión de capital político de los Estados Unidos y otros contribuyentes (la Unión Europea, las Naciones Unidas, etcétera). Pero, estos dan resultados: pueden reducir el crimen y la violencia, y las fuerzas que obligan a los menores a intentar emigrar ilegalmente hacia los Estados Unidos.
Comparados a los estándares de lo que ahora estamos invirtiendo en la gestión migratoria—18 mil millones dólares al año—y lo que estamos pensando en invertir en viviendas y centros de detención provisional para menores no acompañados—más de mil millones de dólares—nuestra presente inversión en la prevención de violencia y en la asistencia para el desarrollo en Centroamérica palidece.
Fuente WOLA

Entrevista a Junior Garcia Aguilera