lunes, 28 de abril de 2014

El Triángulo Norte: Los países que no lloran a sus muertos

por Suchit Chavez and Jessica Avalos*
Escena del crimen en Tegucigalpa, Honduras Escena del crimen en Tegucigalpa, Honduras
En los tres últimos años, 48.947 personas fueron asesinadas en el triángulo norte, la región más violenta del mundo, conformada por Guatemala, Honduras y El Salvador. En esos tres años, estos países lograron condenas para 2.295 de estos casos, dejando en la impunidad al 95 por ciento de los homicidios. Esta es la realidad de miles de víctimas en la región: Estados que no garantizan justicia ni programas especiales de atención a las víctimas de esta excesiva violencia.
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Cuando mataron a la niña, ella tenía dos años y yo 16. Era mi primera y única hija. Ese día íbamos para una vigilia. Íbamos caminando en la calle. Cuando habíamos pasado por donde estaba manchado por los mareros, salió un hombre que iba algo bolo. Atrás de él venía otro con un arma y empezó a disparar. La niña iba caminando a la par de nosotros. Cuando yo volví atrás, porque se oían como que eran cohetes, uno le estaba disparando al otro. Quisimos irnos, pero ya le había caído un disparo a la niña. El papá la chineó. Ni vimos cómo fue que le cayó. La niña iba con vida, pero al poco que caminamos ya no. Hubiera sido peor verla sufrir. Son cosas que pasan.
Los siguientes son extractos de un artículo que apareció originalmente en La Prensa Gráfica y fue publicado con el permiso de los autores. Vea el artículo original aquí.
Después oímos que habían capturado al hombre ese, pero a saber si será el mismo porque agarraron a varios. No se sabe si estará preso. ¿Y va a salir en el diario que hoy aquí vivo? Muy peligroso, mejor ni mencione mi nombre. Y tampoco que diga para dónde nos vinimos. Desde octubre estoy aquí. Aquí es más tranquilo, no es como en Mejicanos, aunque hoy casi en todos lados está igual.
(La niña de dos años quedó en medio de fuego cruzado en Mejicanos, en San Salvador. La madre de la niña, que hoy tiene 17 años, espera a su segundo hijo. Tiene cinco meses de embarazo).
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El epíteto de Triángulo del Norte fue originalmente recibido como un distintivo comercial, muy lejos de lo que ahora significa: un sinónimo de violencia. El Salvador, Guatemala y Honduras comenzaron a ser conocidos como el triángulo norte después del 12 de mayo de 1992, tras la firma de un tratado comercial en Nueva Ocotepeque, Honduras. Aunque el nombre se hizo popular años después, en 2001, luego del inicio del Tratado de Libre Comercio con México.
Han pasado 13 años y lo comercial ha dado paso a otra fama. Durante 2013, el triángulo norte volvió a ser la región más violenta del mundo. Volvió. El calificativo se lo puso Naciones Unidas un año antes, cuando la tasa de homicidios, la que sirve para determinar la incidencia de la violencia, superó las 50 muertes por cada 100.000 habitantes.
Solo en 2013 hubo 15.328 homicidios en el triángulo norte. Cuando se amplía la vista hacia atrás, entre 2011 y 2013, las cifras dan idea del cementerio centroamericano: 48.947 tumbas en esos tres últimos años. La multiplicidad de homicidios ha devenido en que el triángulo deje de nombrar sus víctimas y solo las cuente, las acumule.
Cada país, en mayor o menor escala, ha puesto su cuota. En Guatemala, por ejemplo, hubo 18.450 homicidios entre 2011 y 2013. El secretario de política criminal del Ministerio Público de ese país, Alejandro Rodríguez, aporta una muestra de cómo los homicidios, la violencia, se trivializaron entre los guatemaltecos. Rodríguez cuenta que desde 2009, cuando Guatemala tenía una tasa de 46 asesinatos por 100,000 habitantes, a Nuestro Diario, uno de los periódicos guatemaltecos, ya no le decían Nuestro Diario: le apodaban Muerto Diario.
“Le cambiaron el nombre a Muerto Diario porque solo fotos de muertos ponían”, comenta Rodríguez el 11 de febrero de 2014, desde su despacho en Ciudad de Guatemala. Hace una pausa, se sonroja y suelta una carcajada.
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Los primeros días me fastidiaba ver la felicidad en las demás personas. La gente no tenía la culpa, pero yo tenía una amargura, un resentimiento a más no poder. Estaba reclamándole a Dios. Le decía: “Señor, ¿por qué? Si yo te los encargaba todas las noches: ‘Señor, te encomiendo a mis hijos, tú los ves, yo no’”. Pasé como tres meses que no quería saber nada de Dios. Me preguntaba por qué a esa edad, por qué de esa manera. Me dolía tanto pensar qué pudo haber sentido mi muchachito, qué dolor. Si una como madre dice “¡púchica, se me cayó mijo!”, y uno los levanta y aunque sea saliva les pone. Y yo no estuve con él en ese momento.
(Olinda Escobar, madre de Cristofer López Escobar, asesinado el 22 de enero de 2011 dentro de la iglesia El Calvario Bethesda, ubicada en el municipio de San Miguel Petapa, Guatemala. Cristofer, de 20 años, fue asesinado cuando participaba en el velorio de uno de sus mejores amigos).
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En total, 9.464 personas fueron asesinadas en El Salvador entre 2011 y 2013, con la tregua entre pandillas incluida, ese pacto que el presidente Mauricio Funes se ha negado a reconocer como estrategia propia, iniciado en marzo de 2012. La tregua, que disminuyó considerablemente la cantidad de homicidios en El Salvador, no ha conseguido, sin embargo, que la violencia cese en el país. Es más, los asesinatos han comenzado a incrementarse, pese al pacto, desde julio de 2013, algo que llevó a decir al director de la Policía Nacional Civil salvadoreña, Rigoberto Pleités, el 3 de marzo de este año, que la tregua “técnicamente ya no existe”.
En esos mismos tres años, los tribunales de Sentencia salvadoreños dictaron 490 condenas en casos de homicidios, según datos proporcionados por la Fiscalía General de la República. 490 condenas. Lo que equivale a poco más del 5 por ciento de los homicidios cometidos esos mismos años. Una resta deja poco margen de maniobra al optimismo: el porcentaje de impunidad en El Salvador supera el 94 por ciento.
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En la noche me mandó un mensaje. Como a las 8:20 me lo mandó, donde me decía que le dijera a mi papi y a mi mami que iba a venir más tardecito. Que no se preocuparan, que estaba bien. Cerca de las 9 de la noche yo oí el disparo. Cuando salimos era un gentío terrible. A él lo estaban montando en un carro, pero ahí no cabía. Entonces lo sacaron y lo metieron en un pick up, que hasta la vez no sabemos ni quién fue que nos llevó. Mis papás se quedaron, porque mi mami cuando llegó se impactó y ya no se pudo mover. Un primo y yo nos subimos para llevarlo al hospital. Prácticamente llevaba el balazo aquí y el ojo iba... Pero iba vivo porque… bueno, nosotros somos cristianos, y yo iba pidiéndole tanto al Señor que nos diera la fuerza para resistir. Entonces, él iba vivo porque me llevaba a mí agarrada de la mano, me la apretaba tan duro. Y entonces llegamos al hospital.
(Claudia, hermana de un joven asesinado en La Libertad, el 11 de febrero de 2011, quien prefirió no identificarse. Guardó el último mensaje que su hermano le envió a su teléfono durante dos años, el mismo que relata al inicio de esta historia. Lo perdió porque el teléfono se le arruinó).
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A la par de la morgue de Tegucigalpa hay una funeraria. Se llama Los Olivos. Tiene 40 años de fundación y 14 de tener esta sucursal. El olor a putrefacción es perceptible a oleadas espaciadas, en esta sala donde brilla el barniz de los ataúdes. Marta Ordóñez, una de sus encargadas, cuenta que la mayor parte de servicios son por homicidios. “Las muertes violentas son más que todo por los narcotraficantes”, dice. El trabajo no escasea aquí.
Etelinda López, asistente de patología de Medicina Forense de Honduras, explica que de cada 10 ingresos a la morgue, entre siete y ocho son por muertes violentas. Y mientras admite que existen deudas con los familiares de las víctimas para brindarles un tratamiento más digno –Honduras, como Guatemala o El Salvador, tampoco tiene una entidad de atención a víctimas–, revela precariedades de su trabajo: en ocasiones no tienen ni combustible para trasladar los cadáveres. Medicina Forense solo tiene tres oficinas donde se hacen las autopsias de todo el país: Tegucigalpa, San Pedro Sula y La Ceiba.
“No todas las muertes violentas se van por autopsia, porque en algunos casos no tenemos manera de transportar los cuerpos. Nosotros somos una regional que abarca toda la zona central, el sur y el oriente del país. Y dentro de estas zonas tenemos unas muy violentas, como Olancho, en las que hay una gran resistencia en que los cuerpos sean trasladados a Medicina Forense”, dice López. Para algunos, entonces, no hay autopsia. Si no la hay, no existe un documento que establezca siquiera si se trata de un homicidio o no. Y si no se establece, menos aún se judicializa. En Honduras, según datos de la Corte Suprema de Justicia, de cada 100 asesinatos solo en tres se condena al responsable. Otra manera de decirlo: la impunidad en el país más violento del triángulo norte es del 97,44 por ciento.
En Honduras han asesinado a 21.033 personas durante los últimos tres años, de 2011 a 2013. Eso es un promedio de 19 personas que han muerto de forma violenta cada día. Buena parte de estas tiroteadas, según las estadísticas del Observatorio de la Violencia del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Esto, en términos prácticos, es una inundación de imágenes de personas baleadas, desmembradas y estranguladas en los informativos televisivos hondureños, bajo etiquetas como “racha sangrienta”. Múltiples cuadros en el Bajo Aguán, en San Pedro Sula y en Tegucigalpa de víctimas para las que no hay responsables la mayor parte de las veces. Hay, incluso, reporteros destacados en la morgue de Medicina Forense. Si no ha habido fallecidos ese día, seguro que pronto habrá uno.
“El problema es que cuando un Estado no investiga y no judicializa, le da la oportunidad a las personas primero de que puedan armarse, que puedan tomar la justicia por sus propias manos. Cuando no evidenciamos la realidad y no somos transparentes en decirla, eso da pie para que mucha gente sienta que hay una impunidad. Pero luego es que necesita tomar la justicia por sus propias manos”, opina Migdonia Ayestas, directora del Observatorio de Violencia.
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La persona que me lo mató ya me lo tenía controlado y le dio por detrás. Una vecina, que vivía como a cuatro casas de la nuestra, me lo mandó a comprar una recarga. Cuando él regreso, esta persona me le disparó por detrás. El niño quiso defenderse porque tenía un disparo en la mano. Si me lo hubieran agarrado de frente, talvez me lo hubieran herido, pero no me lo hubieran matado, porque me le dieron en la cabeza. Me le dieron con qué odio... tenía disparos en la espalda y en la cabeza. Es duro. Créame que es duro. Trato de salir adelante porque tengo a mi otro hijo, pero mi vida cambió definitivamente. Yo abría el negocio de lunes a domingo y solo los fines de semana me iba a dormir a la casa. Mi mamá me los cuidaba de lunes a viernes, pero desde que pasó lo de mi hijo me di cuenta de que no vale la pena y ya no trabajo ni sábado ni domingo.
(Edith, quien escogió usar ese nombre para esta historia, madre de un joven de 15 asesinado en Soyapango el 19 diciembre de 2010. El hijo de Edith cursaba noveno grado).
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“Escalofriante corrupción policial” fue el titular de portada del periódico hondureño El Heraldo el 5 de febrero de 2014. Esa publicación especial hizo referencia a 202 policías investigados por delitos de corrupción, sicariato y tumbes de droga. También se mencionaba que algunos policías, en vez de ser depurados y enjuiciados, estaban siendo retirados “con honores” de la Policía Nacional. El tufo a narcotráfico está impregnado en el imaginario de la violencia hondureña, como el de las pandillas en el salvadoreño.
El fiscal general de Honduras, Óscar Chinchilla, lo admite sin mucho problema. “Tenemos en alguna medida que fortalecer la situación de nuestro país con el tema del control y el ingreso de las drogas. No todos los homicidios tienen como causa el narcotráfico pero sí un componente fuerte es la violencia que se genera por este tema”, explica el funcionario.
El fiscal Chinchilla, en una entrevista realizada el 7 de febrero en su despacho de Tegucigalpa, se negó a proporcionar la cifra de efectividad en investigación y el número de fiscales asignados a la Unidad de Vida, creada en 2013 específicamente para casos de muertes violentas. Tampoco brindó la carga de casos por cada fiscal. Honduras (eso sí lo confirmó) tiene 619 fiscales distribuidos en todas las unidades del país. Si todos estos se dedicaran únicamente a investigar homicidios, para resolver los 21.033 de 2011 a 2013, tendrían una carga de 33 casos cada uno.
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Cuando mi esposo se paró en el portón, se me fue la vida. Yo lo miré llorando. ¡Ay, Dios mío, lo perdí entonces! Mi hijo, que no compraba nada si yo no le daba el visto bueno. Cuando mi hijo vivía aquí, mi esposo decía: “Están los dos novios platicando”, porque él me contaba todo. Era un hijo... Y su iglesia no la dejaba. Y con sus hermanos también... Yo hasta la vez me cuestiono y me digo “¿Por qué?” Es que aquí no hay justicia, no hay justicia.
Yolanda Ávila, 62 años, madre de Érick Alexánder Martínez Ávila, asesinado en Tegucigalpa el 7 de mayo de 2012, a los 33 años. La primera vez que Yolanda vio llorar a su esposo fue cuando mataron a su hijo. Tienen 36 años de casados).
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El Observatorio de la Violencia donde trabaja Migdonia Ayestas es parte de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. La rectora que menciona Yolanda Ávila, madre de una de las miles de víctimas de violencia en Honduras, es Julieta Castellanos. Su hijo, Rafael, fue asesinado Tegucigalpa en 2011.
Ayestas, la directora del Observatorio de IUDPAS en Honduras, señala que la Secretaría de Seguridad les ha negado, desde julio de 2011, algunas estadísticas de homicidios que solo tiene la Policía. Pero el observatorio se vale de la contabilización cruenta de los medios de comunicación para suplir ese subregistro, pero ¿cuál es el problema?
“Si no registramos un homicidio, si un familiar o mi familiar no se registró, obviamente no existe. Sigue vivo. O está desaparecido. Pero esa persona murió. Hay evidencia de que lo enterraron, que tiene nombre, apellido, sexo, un contexto en que ocurrió”, advierte la directora del IUDPAS.
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Sí, a mí me dieron una bala también en la espalda. Fue el 7 de diciembre de 2011. Íbamos a diligencias normales de una pareja. Era un día bueno, porque yo estaba sin empleo. Estaba con consultoría entonces. Consultoría a veces hay y a veces no hay. Para él era un buen día, porque su modesto, muy modesto, sueldo que tenía como asesor le tocaba cobrarlo. Y a mí me salía una nueva consultoría. O sea, quiere decir que era un día radiante para nosotros, un día feliz. Pues bajamos y nos dispararon en el camino. Le dispararon a él. Yo no me di cuenta porque a mí me balearon también. Nos estrellamos contra un poste. Pero mi esposo ya estaba medio muerto. Yo me estrellé porque lo vi que estaba herido de muerte. Donde lo vi, inmediatamente como por arte de magia, salió la policía. La policía resguardando. O sea, todo estaba muy custodiado. Yo creo que fue un crimen totalmente… No fue un policía quien lo mató, pero la policía cuidó que el asesinato saliera muy bien.
(Hilda Calderas, 56 años de edad, esposa de Alfredo Landaverde, experto en temas antidrogas y exasesor de seguridad asesinado el 7 de diciembre de 2011 en Tegucigalpa, a los 71 años. Antes de comenzar la entrevista hizo una pausa silenciosa de un minuto, mientras el pianista del Hotel Honduras Maya tocaba la canción “Hello Dolly”, la que siempre tocaba cuando ellos entraban a ese hotel, el mismo donde se casaron el 5 de febrero de 1981. Exactamente 33 años antes de esta entrevista).
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El Salvador tiene una Dirección Nacional de Atención a Víctimas, que fue creada en 2011. Esa oficina, adscrita al Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, tiene 20 empleados y un presupuesto anual de US$172.000. Esas 20 personas atendieron a 143 personas el año pasado, en su mayoría víctimas de violencia intrafamiliar, de trata de personas o amenazas. Ningún familiar de víctima de homicidio.
“Es primera vez que en tema de seguridad se mete el tema de dar repuesta a todo el drama que sufren la víctimas en El Salvador, porque siempre se habían dejado de lado. Se está iniciando con la fase de procurar la atención psicológica, jurídica, social a las víctimas. Se requeriría mucho más dinero para poder ayudar a las víctimas de homicidio”, reconoce la directora de Atención a Víctimas, Fátima Ortiz.
La dirección hizo el cálculo de cuánto le cuesta al país la atención de cada una de las víctimas. Atender a una víctima de violación, por ejemplo, supone una erogación de US$5.000, que incluyen: asesoría legal, psicológica, víveres, alojamiento, alimentación y transporte durante seis meses. Han estimado que la atención para las víctimas de violencia rondaría los US$3.500. Necesitarían por lo menos US$8.7 millones para atender al menos a un familiar (madre, hijo, esposa, esposo) de las 2.499 víctimas de homicidio de 2013.
“Dentro de nuestro objetivo dice ‘restaurar el tejido social’, porque sabemos que si no va a seguir la enfermedad, pero también al nacer se nos dio el mandato superamplio: homicidios, todos los delitos. Sabemos que tendríamos que focalizar. Creo que va a ser parte del nuevo gobierno que venga a tomar ese tipo de decisiones”, agrega Ortiz.
* El reportaje para este artículo se realizó como parte de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas, un proyecto del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés) en alianza con CONNECTAS. Este artículo apareció originalmente en La Prensa Gráfica y publicado con el permiso de los autores. Vea el original aquí.
Fuente: InSight Crime

martes, 22 de abril de 2014

El uso de drones en Latinoamérica: riesgos y oportunidades

                                                                          por Marguerite Cawley
Avión no tripulado israelí "Hermes" en Brasil Avión no tripulado israelí "Hermes" en Brasil
El uso de aviones no tripulados con fines de vigilancia está ganando popularidad en los países de Latinoamérica debido a sus ventajas tecnológicas, pero actualmente, su uso carece de un marco legal. Aunque comúnmente las personas asocian a los aviones no tripulados con ejecuciones extrajudiciales, su uso sin una reglamentación en esta región plantea un conjunto diferente de cuestiones, relativas a los Derechos Humanos y a la soberanía.
Actualmente catorce países de la región poseen vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés), comúnmente conocidos como drones. Si bien su uso, o su uso previsto, ha incluido el seguimiento de actividades agrícolas o la filmación de protestas para la cobertura de los medios de comunicación, varios ejércitos han estado aumentando su despliegue en operaciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR, por sus siglas en inglés).
Actualmente, Brasil tiene el mayor número de aviones no tripulados en la región, y también está haciendo grandes esfuerzos para aumentar la producción nacional de UAVs. El ejército y la policía del país han utilizado aviones no tripulados israelís para controlar el tráfico de drogas y el contrabando, particularmente en las regiones fronterizas, mientras que la marina emplea pequeños aviones no tripulados para vigilar la costa.
Mientras tanto, se ha informado que el mercado de aviones no tripulados de México se multiplicó por siete el año pasado, convirtiéndolo en el mayor mercado en Latinoamérica para esta tecnología. Adicionalmente, Argentina, Chile, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela, todos poseen aviones no tripulados y se encuentran trabajando en el desarrollo de su propia tecnología de ellos.
Actualmente, Israel es el principal proveedor de aviones no tripulados de Latinoamérica, habiendo suministrando a la región US $ 500 millones en aviones no tripulados entre 2005 y 2012. La mayor venta que hizo el país durante este tiempo fue de 14 aviones a Brasil en 2010, por un total de US $ 350 millones. Por su parte, China, Rusia e Irán, proporcionaron asistencia a Venezuela en el desarrollo de su primer avión doméstico no tripulado.
A pesar de que Estados Unidos es uno de los principales proveedores de ayuda en seguridad que tiene la región, se ha mantenido, en gran medida, por fuera de la industria de aviones no tripulados en Latinoamérica. Esto se debe en parte a los controles relativamente estrictos en cuanto a quiénes tienen permitido vender las empresas manufactureras estadounidenses.
Sin embargo, Colombia ha estado utilizando aviones no tripulados estadounidenses desde 2006, según un cable de WikiLeaks; y Estados Unidos utiliza aviones no tripulados Predator B -la versión desarmada de su MQ-1 Predator, utilizado por sus homólogos en Irak y en Afganistán- en México para la vigilancia transfronteriza.
Actualmente, los aviones no tripulados de la región son vehículos desarmados utilizados para la recolección de inteligencia sobre grupos de narcotraficantes y guerrilleros, para monitorear la deforestación, y para controlar la inmigración ilegal. La potencial presencia de aviones no tripulados armados en Latinoamérica probablemente todavía está a años de suceder, según el Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA, por sus siglas en inglés), esto se explica por lo fuertemente custodiada que se mantiene esta tecnología en los países que la poseen. Sin embargo, la "sed de una mayor militarización" hace de los aviones no tripulados armados una posibilidad real para el futuro.

Análisis de InSight Crime

El uso de aviones no tripulados en Latinoamérica presenta una serie de oportunidades y desafíos sin precedentes. Ofrecen la posibilidad de monitorear territorio que antes no era controlado, lo que en las densas regiones selváticas de Latinoamérica podría ser una herramienta muy útil para hacer frente al tráfico de drogas, personas y armas, así como a otras actividades criminales. Los aviones no tripulados "Argus" de Estados Unidos pueden detectar movimiento en un área de 100 kilómetros cuadrados.
También han demostrado su eficacia: en junio de 2012, las autoridades bolivianas acreditaron a un avión no tripulado de vigilancia brasileño por el descubrimiento de 240 laboratorios de droga en el departamento de Santa Cruz, en Bolivia. Además, los aviones no tripulados requieren menos mantenimiento o combustible que los aviones tradicionales, son relativamente baratos, y no implican costos humanos en lo que respecta a la tripulación o a la pérdida potencial de vida.
Sin embargo, estas mismas ventajas tecnológicas también han planteado serias preocupaciones acerca de su uso. Mientras que mucha gente oye las palabras "avión no tripulado" y de inmediato se estremece, pensando en los ataques con aviones no tripulados armados por parte de Estados Unidos a los grupos terroristas de Medio Oriente que han matado a numerosos civiles, en Latinoamérica, las preocupaciones se centran sobre todo en la falta de regulación o supervisión civil frente al uso de aviones no tripulados desarmados.
En la actualidad, no existe un marco legal que regule el uso de los aviones no tripulados domésticos en los países de Latinoamérica, excepto en Brasil, mientras que el control de esta tecnología sigue permaneciendo sobre todo en manos militares. Tampoco existen tratados internacionales para regular el uso de aviones no tripulados.
Los defensores de Derechos Humanos han expresado su preocupación por las implicaciones de los aviones no tripulados cuando son utilizados en la vigilancia masiva. En una reunión reciente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el abogado argentino de Derechos Humanos, Santiago Cantón dijo que “Cuando la gente quiere manifestarse públicamente los drones pueden tener un efecto negativo y pueden intimidar a la gente para que no lo haga”.
Esta es una preocupación particular en ciertos países de Latinoamérica, en los que existe una historia de represión política y de silenciamiento a la oposición. Ya hay mucha preocupación por la libertad de expresión en países como Venezuela y Ecuador, donde los medios de comunicación son objeto de detenciones, amenazas y multas, y en Brasil, donde el Estado fue acusado de implementar fuerza ilegal contra los manifestantes el año pasado. Los aviones no tripulados plantean la posibilidad de una situación de tipo "gran hermano” en la que los derechos ciudadanos son reprimidos todavía más a través del espionaje y de la vigilancia constante.
Otra preocupación radica en las posibles implicaciones del uso de aviones no tripulados que violen la soberanía, algo que ya ha dado lugar a algunos enfrentamientos políticos. Uruguay, Paraguay y Argentina han acusado a Brasil por el uso sin autorización de UAVs con fines de vigilancia en sus territorios, sobre todo en la región de la Triple Frontera, que bordea a los dos últimos. El exministro de Defensa de Colombia, Gabriel Silva, admitió en 2012 que durante el gobierno del expresidente Álvaro Uribe, Colombia realizó operaciones de inteligencia no autorizadas con aviones no tripulados en Venezuela.
Si los aviones no tripulados armados fueran a entrar en la mezcla en el futuro, el problema que presenta esta "zona gris", en lo que respecta al uso apropiado de ellos, podría, de manera previsible, llegar a ser más grave. Hay un precedente aquí, con una tecnología diferente: en 2008, Colombia lanzó "bombas inteligentes" hechas en Estados Unidos -armas dotadas con orientación GPS- a través de la frontera hacia Ecuador para matar al comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC), Raúl Reyes. Las consecuencias de esto condujeron a más de un año de tensas relaciones entre las dos naciones.
El uso de aviones no tripulados también plantea otra pregunta: ¿qué pasa si esta tecnología cae en las manos equivocadas? Según COHA, la dificultad para armar y utilizar aviones no tripulados reduce la posibilidad de un uso criminal, pero los grupos criminales constantemente están perfeccionando sus técnicas y usando una maquinaria más sofisticada, y no sería imposible para ellos adquirir la tecnología de empresas privadas. En manos criminales o insurgentes, incluso un avión desarmado sería una poderosa arma de inteligencia.
A la larga, los aviones no tripulados ofrecen nuevas soluciones de inteligencia y vigilancia, y pueden ser implementadas con éxito en la lucha contra el crimen organizado, pero es esencial que su uso sea monitoreado de cerca. Regulaciones nacionales e internacionales tendrán que ser implementadas para asegurarse de que los aviones no tripulados no estén siendo utilizados para las razones equivocadas, por las personas equivocadas, o sin la autorización de los países vecinos. Si esto se hace de manera eficaz, su uso podría representar oportunidades interesantes para la llamada cooperación "sur-sur", en los esfuerzos antinarcóticos y contra el contrabando.
Fuente: Insight Crime

lunes, 21 de abril de 2014

Para Gabriel García Márquez, nuestro Gabo






Ha muerto Gabo, se ha ido del mundo de los mortales uno que probó la inmortalidad desde mucho antes. Se ha ido pero está aquí, porque ha dejado en cadauno de aquellos que tuvieron la oportunidad de saborear alguno de sus escritos, ya seansus novelas, suscuentos, o un simple párrafo que hallaron tras una tecla mal dada, la inolvidable sensación de confrontar las letras de un genio.
Todos los que tuvimos el privilegiode conversar con el mago de las letras, el maestro de la comunicación, el hombre que hacía con escritos sueños y andares;que nos sumergía en amoríos y aventuras añoradas, y nos hacía latir el alma desde su proverbial prosa; entendimos con él, la pasión y el misterio que encierran el amor y otros demonios.
Todos los que tuvimos ese privilegio, sentimos como una perdida nuestra la muerte física de tan extraño ser humano, de esos que creanuna idea  en cada letra que redactan, que inspiran ilusiones y hacen historia,porque entre letras e ideas supieron construir un mundo mejor para nosotros.
Por eso hoy vive en cada uno de nosotros, y se expande hacia nuevas generaciones y a otros que por determinadas circunstancias, no llegan a su obra sino después de su muerte. No importa cuando se llegue a la obra de un genio, ni la diferencia de época, las circunstanciasespecíficas o las diferencias culturales, lo que es seguro es que para todos, su palabra escrita quedará impregnada en algún espacio de nuestra memoria.
Por esas extrañas sacudidas que causa su original sentido de las palabras, la muerte de Gabo se siente como una pérdida de alguien cercano, pues desde la perspectiva de cada lector lo fue. Y es que el dejó en toda su obra, su peculiar impresión sobre una realidad común.
Descubrió Nuestra América para el mundo y mostró cuanta valía existen en el amor y otras pasiones, tras cien años de soledad;el amor en los tiempos de cólera y, casi sin proponérselo, redactó desde mucho antes, su crónica de una muerte anunciada.
Por ese peculiar legado, cada uno de sus lectores se acuerda de él,desde una frase endemoniada, una oración paradigmática, o una simple palabra que ubicada en el lugar adecuado, marcó una parte importante de nuestro sentir.
Por esa extraña y maravillosa sensación, hoy lo homenajeamos desde nuestra más íntima memoria, porque fue, es y será, nuestro Gabo.



Desde La Habana, 18 de abril de 2014
Alejandro L. Perdomo Aguilera

jueves, 17 de abril de 2014

The New York Times: Los programas secretos de la USAID dañan a EEUU



ZunZuneo The New York Times publica hoy un artículo de Peter Kornbluh en el que asegura que asegura que los programas de la USAID, “no sólo son contraproducentes, sino una violación absoluta de la soberanía de Cuba”.
A continuación el texto del artículo:
Hay un mundo de diferencia entre los programas estadounidenses de ayuda exterior que apoyan abiertamente el desarrollo democrático, los derechos humanos y el progreso socioeconómico, y el tipo de operaciones clandestinas dirigidas al cambio de régimen que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha estado ejecutando en Cuba bajo la apariencia de una programa de promoción de la “democracia”. Esos programas no sólo son contraproducentes, sino una violación absoluta de la soberanía de Cuba, socava los intereses estadounidenses a favor de una transición política y económica, que se produce lenta pero constante en Cuba, y pone en peligro las misiones legítimas de la USAID en todo el mundo.
La USAID se creó en 1961 para ayudar a Estados Unidos a ganar los “corazones y mentes” de los ciudadanos de los países pobres a través de la acción cívica, la ayuda económica y la asistencia humanitaria. Como una herramienta de la política de Guerra Fría, la agencia fue, en ocasiones, utilizada como fachada para las operaciones de la CIA y sus agentes. Entre los ejemplos más infames estuvo la Oficina de Seguridad Pública (OPS), un programa de capacitación de la USAID para policías en el Cono Sur que también entrenó a torturadores.
En el siglo XXI, la USAID ha superado su legado contaminado y realiza una labor humanitaria, política y económica en todo el mundo. Se ejecutan sus proyectos de promoción de la democracia desde Afganistán a Kenia -para el fomento de capacidades de liderazgo político, los programas para la educación y el registro electoral, y los proyectos de reforma judicial- con poca controversia. Es cuando la USAID emprende operaciones “discretas” de cambio de régimen en que comienza a meterse en problemas. De hecho, la Oficina de Iniciativas para la Transición (OTI) parece estar compitiendo, o al menos complementar, a la CIA en programas de propaganda y desestabilización por medio de alta tecnología no solo en Cuba, sino también en otros lugares.
Los programas de cambio de régimen impactan negativamente en los intereses de la política exterior de Estados Unidos, así como en la legitimidad de las misiones básicas propias de la USAID para promover la salud y el bienestar económico global. En una audiencia del Senado sobre el presupuesto de la USAID la semana pasada, el senador Patrick Leahy, dijo al administrador de la agencia, Rajiv Shah, que su comité de supervisión estaba recibiendo “un montón de correos electrónicos” de los trabajadores humanitarios en todo el mundo con esta pregunta: “¿Cómo pudieron hacer esto y ponernos en tal peligro?” La solución es simple: prohibir que la USAID lleve a cabo este tipo de operaciones encubiertas en nombre del avance de la democracia.
Fuente: The New York Times Traducido por Cubadebate

*Peter Kornbluh es director del Proyecto de Documentación de Cuba del Archivo de Seguridad Nacional, de la Universidad George Washinton. Él es el coautor del libro de próxima aparición, “Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations Between Washington and Havana.”

martes, 15 de abril de 2014

El Narco de Narcos: Rafael Caro Quintero, el prófugo capo mexicano

por Malcolm Beith
Rafael Caro Quintero en 1985 Rafael Caro Quintero en 1985
La liberación de Rafael Caro Quintero de una prisión mexicana en agosto 2013 fue un duro golpe para las relaciones entre México y Estados Unidos, la reputación de la justicia mexicana, y la guerra contra las drogas.
Caro Quintero había sido encarcelado desde 1989 por narcotráfico, asesinato, y quizás lo más importante, el secuestro, la tortura y el asesinato de Enrique "Kiki" Camarena, un agente de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Cuando Caro Quintero fue liberado en agosto de 2013 -un tribunal federal anuló su condena por haber sido juzgado en un tribunal estatal en lugar de uno federal- el Departamento de Estado de Estados Unidos ofreció una recompensa de US$5 millones por información que condujera a su arresto, mientras que la Procuraduría General de México también emitió una nueva orden para su aprehensión.
Este artículo apareció originalmente en la publicación del Combating Terrorism Center, CTC Sentinel. Vea el artículo original en inglés aquí.
Es incierto si Rafael Caro Quintero tiene aún influencia en el hampa del cartel mexicano. Nacido en La Noria, Sinaloa, el 3 de octubre de 1952, es ampliamente considerado como uno de los padrinos del narcotráfico mexicano. Tras su salida de la cárcel, un periódico mexicano se refirió a él como "el narco de narcos". Sin embargo, él tiene 61 años de edad y el paisaje mexicano del narcotráfico ha cambiado enormemente desde la época en la que él estuvo a cargo. En lugar de uno o dos carteles controlando las operaciones, la situación hoy es mucho más fluida, con numerosos grupos y organizaciones emergentes controlando la producción y la distribución.
Este artículo examina el rápido ascenso de Caro Quintero en el hampa del narcotráfico de México, revela sus vínculos con la Federación de Sinaloa, e intenta analizar minuciosamente sus actividades desde que fue puesto en libertad en agosto de 2013. El artículo encuentra que la importancia actual de Caro Quintero probablemente es más que todo simbólica, dada su edad y la aparente falta de influencia en los últimos años en las operaciones de tráfico de droga. Es posible, sin embargo, que Caro Quintero aún tenga influencia en la parte de lavado de dinero de las operaciones de los carteles.

Un rápido aumento

En los años ochenta, Caro Quintero fue considerado un pionero. Supuestamente él supervisó las operaciones del Cartel de Guadalajara en Rancho Búfalo, una gran plantación de marihuana en el estado de Chihuahua, al norte de México, con un valor de producción anual de aproximadamente mil millones. En su apogeo, el Cartel de Guadalajara era la única organización narcotraficante en México, con una red de corrupción que se extendió por todo el país. Liderado por Miguel Ángel Félix Gallardo, el Cartel Guadalajara fue el responsable de forjar los vínculos con las redes colombianas de narcotráfico que existen en la actualidad. A los 29 años, Caro Quintero al parecer había acumulado una fortuna de US$500 millones, 36 casas y unas 300 empresas, en el área de Guadalajara.
Una acusación formal emitida en el Distrito Central de California, en junio de 1989, señaló a Caro Quintero como miembro del ahora extinto Cartel de Guadalajara. La residencia de Caro Quintero fue identificada como el lugar en el que el agente de la DEA, Camarena, había sido torturado y asesinado. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo identificó como el "cerebro" detrás del secuestro y asesinato de Camarena. También fue acusado de distribuir decenas de miles de toneladas de marihuana a través de México y hacia Estados Unidos. Tras su arresto en 1985, poco después del asesinato de Camarena, Caro Quintero fue acusado de asesinato y condenado a 40 años en una prisión mexicana.

Importantes vínculos 

En los últimos años, en parte debido a su encarcelamiento pero también como resultado de la aparente extinción del Cartel de Guadalajara, Caro Quintero se ha mantenido fuera del radar. En junio de 2013, poco antes de la liberación de Caro Quintero, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos dio a conocer información sobre él y sus principales socios, la cual lo vincula con Juan José Esparragoza Moreno, alias "El Azul" , un presunto miembro de alto rango de la Federación de Sinaloa.
El vínculo es significativo ya que alega que Caro Quintero todavía tiene lazos criminales con uno de los hombres ampliamente considerados como el posible sucesor al trono de la Federación de Sinaloa. A lo largo de su vida, Esparragoza Moreno ha mantenido un perfil bajo y se ha movido horizontal y verticalmente entre los carteles de Juárez y Sinaloa, utilizando eficazmente su papel como asesor para "permanecer en un segundo plano", como lo explicó un funcionario de Estados Unidos. En efecto, en muchos comunicados de prensa emitidos por el gobierno mexicano, en los que se enumeran a los narcotraficantes más buscados del país, Esparragoza Moreno es a menudo dejado de lado. En un momento a finales de los años noventa, se creía que era tanto un miembro de alto rango del Cartel de Juárez como un asesor de alto rango en el Cartel de Sinaloa. La relación entre los carteles era considerada en ese momento como fluida y desorganizada, lo que le permitió a Esparragoza Moreno utilizar sus habilidades diplomáticas y estratégicas para posicionarse en ambas organizaciones al mismo tiempo. Es una hazaña que no ha sido reproducida por ninguna otra figura importante del cartel.
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De todos los altos líderes de la Federación de Sinaloa, Esparragoza Moreno es el que parece haber sufrido menor presión por parte de las operaciones de los cuerpos de seguridad de estos últimos años. El hijo de Ismael "El Mayo" Zambada, Vicente, se encuentra actualmente en juicio en Chicago, y docenas de lugartenientes del Cartel de Sinaloa han sido detenidos o capturados. El capo de la droga, Ignacio "Nacho" Coronel Villareal, fue asesinado en 2010 en un tiroteo con el ejército mexicano, mientras que Arturo Beltrán Leyva (también conocido como "El Barbas") fue asesinado durante un sangriento ataque, en un complejo de apartamentos en Cuernavaca, en diciembre de 2009; su hermano Alfredo (también conocido como Mochomo) está en la cárcel. Edgar Valdez Villareal (también conocido como "La Barbie") se encuentra en una prisión en Ciudad de México esperando a ser extraditado. El Mayo sigue libre, pero Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, el narcotraficante más buscado del mundo, fue capturado el 22 de febrero de 2014, contrarrestando las teorías conspiratorias de que la Federación de Sinaloa estaba siendo protegida por las autoridades mexicanas.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos considera a las grandes figuras de Sinaloa, a Esparragoza Moreno y a Caro Quintero, como “socios del narcotráfico de larga data" (vea tabla más abajo). También mencionó a varias empresas, todas ellas situadas en las cercanías de Guadalajara, en el centro de México, como pertenecientes a Caro Quintero, como frentes para la actividad ilícita. Esto es importante porque indica que todavía puede estar, de alguna manera, involucrado en el negocio del narcotráfico, aunque sólo con respecto a los vínculos financieros. En cualquier caso, las redes financieras de los narcotraficantes mexicanos son quizás el elemento más importante de su actividad ilícita. A medida que cambian los patrones del tráfico de drogas y los productos, y cambia el enfoque de la producción de marihuana a la heroína, por ejemplo, el dinero sigue fluyendo y necesita ser lavado.
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El lavado de dinero es probablemente lo que hace relevante actualmente a Caro Quintero en el narcotráfico mexicano. Es poco probable, dado sus muchos años de detención, que tenga influencia alguna sobre el negocio del narcotráfico en sí -a pesar de los informes fechados que conservó mientras estaba en prisión.
Las compañías afiliadas a Caro Quintero, nombradas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, incluyen empresas de bienes raíces, estaciones de gasolina y empresas agrícolas, lo que indica que el dinero lavado por Caro Quintero no es una cantidad pequeña (en algunos casos, con respecto a los carteles mexicanos de la droga, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha nombrado empresas más pequeñas, incluso guarderías, como frentes de lavado de dinero, y estos claramente sólo pueden sostener cantidades pequeñas de dinero ilícito, las empresas agrícolas y de bienes raíces tienden a dar cobertura a cantidades mucho más grandes de fondos ilícitos).
También es notable el número de empresas que han sido designadas como conectadas a Caro Quintero por la Oficina de Control de Activos de Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Las sanciones han sido colocadas sobre unas 20 empresas, lo que sugiere que Caro Quintero aún mantiene una red a través de la cual lava su dinero, en lugar de simplemente tener unos puntos de venta a través de los cuales mantiene dinero en efectivo.

Un paradero desconocido

Saber exactamente dónde se encuentra Caro Quintero puede ser la clave para descifrar el grado de influencia que aún tiene en el negocio de las drogas -si se encuentra en una ciudad grande dirigida por un cartel como Guadalajara o Culiacán, es probable que permanezca conectado al mundo de las drogas y con su líderes. Si está en las colinas de Sinaloa, en cambio, entonces es probable que tenga poca influencia.
Poco después de su liberación de prisión, y tras el anuncio de Estados Unidos, en cuanto a información que condujera a su captura, la Procuraduría General de la República (PGR) –la cual estaba en desacuerdo con la decisión judicial de dejarlo en libertad- emitió una llamada "alerta roja", alertando a Interpol sobre su estado y designándolo oficialmente como un fugitivo internacional. Las autoridades mexicanas admiten que no saben su paradero. "Lo teníamos y se nos fue", dijo el Procurador General mexicano Jesús Murillo Karam, poco después de la liberación de Caro Quintero.
Caro Quintero, sin embargo, se ha dirigido él mismo a las autoridades. A finales de 2013, envió una carta al presidente de México, Enrique Peña Nieto, pidiendo que las autoridades mexicanas no se inclinaran ante la presión de Estados Unidos. Él ya ha cumplido su tiempo, afirmó, y dijo que su familia no se merece más "persecución".

Todavía en la búsqueda

El hermano de Caro Quintero, Miguel Ángel, fue extraditado a Estados Unidos en 2009 y fue acusado un año más tarde por conspirar por importar marihuana y por estafa. Fue condenado en 2010 a 17 años de prisión en Denver. Como resultado, es poco probable que las autoridades sientan la necesidad de detener a Rafael Caro Quintero para romper una red familiar. Sin embargo, dado que la Corte Suprema revocó la decisión del tribunal inferior de ponerlo en libertad, sin mencionar el hecho de que Guzmán, el líder de Sinaloa, afirmó haber hablado recientemente con él, lo más probable es que las autoridades mexicanas sigan ayudando a Estados Unidos en lograr de su captura.
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También es muy probable que a la luz de las declaraciones de Guzmán, el líder de Sinaloa, las autoridades estadounidenses decidan que Caro Quintero aún tiene influencia en el mundo del narcotráfico y presionen a México para volverlo a arrestar. Un exfuncionario de la DEA dijo recientemente a El Paso Times que descartar a Caro Quintero como el "jefe de jefes" era imposible dada la influencia que tuvo en el pasado. Esto indica que al menos algunos en la comunidad de inteligencia de Estados Unidos siguen considerando a Caro Quintero como una seria amenaza. Con esto en mente, es muy poco probable que Caro Quintero pasara el resto de sus días viviendo tranquilamente en las colinas de su región natal de Sinaloa.
*Malcolm Beith es un periodista independiente y autor de "The Last Narco: Inside the Hunt for El Chapo, the World's Most Wanted Drug Lord". Fue editor general de la revista Newsweek Internacional, y también ha escrito para Foreign Policy, The New Statesman, The Sunday Times y Foregin Affairs, entre otras publicaciones. Acaba de terminar una Maestría en Estudios de Guerra en la Universidad de Glasgow.

Fuente: InsightCrime

Entrevista a Junior Garcia Aguilera