Por Alejandro L.
Perdomo Aguilera
alejandro.perdomo91@gmail.com
twitter:AlejandroLPerdo
Incluso antes de que el presidente
pronunciara el discurso de clausura de la Convención, se presentaron
algunos elementos que señalan la posible estructura de un segundo
mandato demócrata. Entre ellos llama la atención el discurso sobre
política exterior, encargado a J. Kerry, evidenciándose la posibilidad
de esta figura como sustituto de Hillary Clinton en el Departamento de
Estado; puesto que la esposa de Bill Clinton, consideró oportuno visitar
a China en plena Convención.
El guión del evento fue selecto como una
partida de ajedrez. Entre oradores negros y latinos, artistas de
Hollywood y otros atractivos televisivos, fueron matizadas las noches
demócratas; evidenciando la compleja propaganda en que se empaqueta la Marca Demócrata en las pantallas de los ciudadanos estadounidenses.
Siguiendo esos objetivos, Obama se apoyó
en la popularidad del alcalde de San Antonio, Julián Castro, como
principal anzuelo al voto latino. El joven político le preparó el podio
al presidente en un encendido discurso donde, entre otros argumentos, se
presentaba como el modelo a seguir para lograr el american way of life.
El símbolo de Castro continuó durante toda la Convención, en un intento
por transferir a través de su imagen, el apoyo latino a los demócratas.
La Primera Dama, por su parte, supo
mostrar superioridad sobre la esposa de Romney, quien había recibido el
elogio de los medios por su intervención en el escenario republicano. No
obstante, Michelle supo recolocarse como referente para atraer el voto
femenino, el de los latinos, los negros –mal llamados afroamericanos- y
los homosexuales; reconociendo en estos sectores los puntos más
débiles del partido opositor.
Sin embargo, el trabajo en favor del voto
de los independientes pareció insuficiente en ambos partidos, quienes
se concentraron más en afianzar los sectores que deben considerarse como
el electorado más seguro, y no enfatizaron en aquellos puntos que
pueden atraer a los independientes.
Además de la consabida estructura
populista, se pretendió consolidar la continuidad demócrata mediante
videos de la familia Kennedy y, en particular, un especial sobre Ted
Kennedy, donde desarmaba a Mitt Romney en un debate político de antaño.
Posteriormente, el ex presidente Clinton argumentó el pésimo estado en
que había dejado al país los dos períodos de mala administración
republicana (G.W. Bush), así como aquellos aspectos que hacían de Obama
la figura más conocedora de los problemas presentes y, por tanto, la más
facultada para dirigir su “solución”. Asimismo, reconoció que el
proceso de la revitalización económica debía verse como un fenómeno de
varios años y no como obra de unos meses, tema que intentó apuntalarse
durante todo el evento, como la gran justificación para que se le
confiara a Barack Obama un segundo mandato.
De esta forma quedó el escenario listo
para el Presidente, que estuvo favorecido por un equipo de asesores
conocedores de los medios y las artes de la comunicación. Quizás por
ello no se ocultó en reconocer, que el discurso del cambio y el yes we can no convencen ya, sin ofrecerle al electorado una parte de las realidades que deberán enfrentar en los próximos años.
En ese sentido, el líder demócrata
intentó vender optimismo ante los problemas económicos del país,
particularmente del empleo, el descenso del nivel de vida de la clase
media y la desilusión de los jóvenes e inmigrantes que le concedieron su
voto en 2008; lo cual permanecerá entre los principales retos a saldar
en lo que queda de campaña.
De manera general, el discurso de Obama
estuvo plagado de promesas y alegorías para incentivar a los sectores
más desfavorecidos por los republicanos (los latinos, las mujeres, los
negros y los gays). Conocedor del valor de los instrumentos políticos,
diplomáticos e informacionales, como pilares del desarrollo de una
Administración más creíble; realizó un breve balance sobre el uso de
los instrumentos del poderío nacional de los EE.UU., en sus 4 años de
mandato. Con ello, definió como renglón básico de trabajo -para un nuevo
período- la inversión en el desarrollo científico-tecnológico, como una
necesidad para promover la competitividad y mantener el liderazgo
global.
En ese mismo camino, prometió reformas en
el sector de la educación, para el mejoramiento de la calidad y el
acceso al estudio, en aras de calificar y hacer más competente a la
fuerza laboral. Como otro paso para la prosperidad económica, anunció un
recorte de los gastos militares, lo que permitiría aumentar los fondos
en la revitalización de la economía y así proveer mayores fuentes de
empleo.
Conociendo los puntos débiles de su
campaña, explicó las posibilidades que otorgarían estas medidas a los
inmigrantes, los jóvenes y la clase media, en una extendida arenga hacia
el rescate del llamado american dream. Siguiendo los objetivos
claves para a atracción del electorado, se refirió a la recuperación de
los sectores de la energía; recalcando las inversiones en la educación,
la ciencia y la tecnología, como aspectos medulares de un proyecto
político que apuesta por la economía del conocimiento.
En el orden cultural, se hizo apoyar de
varias figuras de Hollywood como Eva Longoria, Scarlet Johanson, Kerry
Washington y Terry White. Confirmando su éxito en cuanto a imagen
pública y uso atinado de los medios, desplegó un gran activismo en las
redes sociales. En este ámbito Obama ha salido airoso, pues sus asesores
se ocuparon –tempranamente- de boicotear el discurso de Romney de la
convención republicana desde la red de redes. Por otra parte, la falta
de carisma político de la fórmula Romney-Ryan, el discurso
ultraconservador y la pobreza estética que presentaron en esa actividad,
le hicieron el camino más fácil a los demócratas.
Obama y Biden, por el contrario, se
mostraron sólidos en sus discursos, que aunque sin ahondar tampoco en
las formas de llegar a los fines, parecieron más convincentes. Por otra
parte, los shows divisionistas en torno a Ron Paul y Romney, unido a las
desmesuradas declaraciones de varios políticos republicanos, hicieron
ver más unido al partido demócrata. Estas diferencias provocaron cambios
en la percepción de los ciudadanos, lo cual ha sido relejado en el
favoritismo demócrata de las últimas encuestas.
En política exterior, Obama se refirió a
sus “logros” contra la Libia de Gadafi y el asesinato a Osama Bin Laden,
para felicitarse por haber dirigido una de las administraciones
demócratas más militaristas de las últimas décadas. En este aspecto,
aprovechó las fallas del partido republicano, para hacer un tributo a
los veteranos de guerra y de paso ridiculizar a Romney, al desconocer
las declaraciones de este respecto a Rusia, precisando: “(…) no se le
considera a Rusia nuestro enemigo número uno, en lugar de Al Qaeda, a
menos que uno esté atrapado en los tiempos de la Guerra Fría”.
También se refirió a Afganistán,
asegurando sin muchas pruebas: “Frenamos en seco el avance del Talibán
en Afganistán y, en 2014, nuestra guerra más larga habrá terminado. Una
nueva torre se erige sobre el horizonte de Nueva York, Al Qaeda va
camino de la derrota y Osama Bin Laden está muerto”
Continuando el sendero de las debilidades del oponente, abordó el tema de los dreamers[i]
marcando diferencias con la actuación xenófoba de los republicanos
respecto a los inmigrantes. Asimismo se refirió al seguro médico,
exponiendo las mejoras a la seguridad social y la salud que brindarían
sus reformas, como un gancho para la clase trabajadora. Siguiendo la
lógica de estropear el prestigio empresarial de Romney, se invitó a
trabajadores de las empresas del candidato republicano, para
desmitificar sus éxitos de empresariales y poner en duda la procedencia
de sus millones.
Obama precisó que en estas elecciones
existen dos “visiones fundamentalmente distintas” para EE.UU., cosa que
en formas puede ser cierto pero en esencia resulta una falacia. La
realidad, por más avasalladora que parezca es que la élite del poder es
la que gobierna ese país y el poder político del ejecutivo resulta
nominal, ante el poderío económico transnacional de la clase dominante.
Por estas razones, sean republicanos o demócratas, sistémicamente, las
élites definen sus intereses y los expresan como estratégicos, mediante
los instrumentos del poderío nacional de los EE.UU.
Si bien los demócratas presentan un
discurso más “liberal”, la esencia de los problemas que enfrenta ese
país y que el presidente pidió tiempo para corregir, no se deben a
formas sino a problemas estructurales. No obstante, la opción demócrata
se muestra más racional ante los tiempos que corren y más tolerante para la mayoría de sus ciudadanos.
Sobre los votantes independiente Obama
intentó razonar, detallando porque elegirlo a él resultaba la mejor
opción, aunque los 4 años de desgaste en el gobierno le harán el camino
más difícil. No obstante, aprovechó la popularidad que ha tenido la
propuesta de aumento de impuestos para los más ricos, intentando
demostrar que trabajarían para la clase media y no para la privilegiada.
Las coberturas televisivas, por su parte,
se dedicaron más a explicar lo que pasaba en las Convenciones, a través
de entrevistas a asesores y políticos, que a permitirle al pueblo
estadounidense ver con sus propios ojos todo lo que allí se
desarrollaba. Evidentemente la censura y las influencias resultan
imprescindibles en cualquier espacio del reality show de la democracia
formal.
La gran incógnita resulta entonces, sí el
ciudadano estadounidense le será suficiente el vago camino que trazó
Obama hacia el futuro ó la falsa idolatría al “genio” empresarial
republicano.
Conclusiones
Entre los puntos centrales del discurso
de Obama pudieran señalarse, la reducción del déficit, el desarrollo de
la economía del conocimiento y, como colofón, la ansiada recuperación
económica. Entre los que llamó objetivos concretos pero concretamente no
definió cómo lograrlos están: la creación de un millón de nuevos
empleos en el sector manufacturero al cerrar el 2016, así como la
duplicación las exportaciones antes del 2015 y la reducción del déficit
federal en cuatro billones de dólares durante la siguiente década.
Asimismo prometió para el 2020, la reducción a la mitad de las
importaciones de petróleo y la creación de 600 mil trabajos en la
industria de gas natural. Para es misma fecha, vaticinó la reducción en
un 50 por ciento los costos de las matrículas para la educación
universitaria y la atracción de 100 mil maestros de matemáticas y
ciencias.
Las propuestas de los dreamers y las
mejoras en el sector de la educación y la salud, se orientan en línea
con la inversión en la economía del conocimiento. Esta inversión para el
desarrollo a largo plazo, constituye un puntal de la economía mundial, y
Obama conoce la vitalidad de liderar este renglón, a la vez que remarca
las diferencias con la posición republicana.
Quizá en este último aspecto todo ha
girado a favor de Obama. El huracán Isaac le permitió marcar diferencia
sobre W. Bush durante la catástrofe del Katrina. A Obama no le fue
difícil mostrarse más activo y responsable de lo que ocurría, lo que le
posibilitó recortarle espacio a la convención republicana, que se vio
mediatizada sobre todo el primer día por la entrada del Huracán. Otro
punto a favor de Obama ha sido la derechización del partido republicano,
con el surgimiento de líderes ultra conservadores, que atemorizan a los
independientes y crean motivos para hacer el ridículo frente a los
demócratas.
De igual manera, el fanatismo republicano
ha conllevado a enfatizar temas donde los demócratas pueden competir
con mayor soltura, contra las posiciones republicanas respecto a los
inmigrantes, el aborto, la familia y la política exterior.
En esta lucha,Obama
afirmó que la opción no será entre dos candidatos o dos partidos y es
allí donde está la gran limitante pues no tiene el poder para un cambio
tal, ni debe pretenderlo. Los 4 años de su Administración han denotado
cambios formales en elementos que no afectan estructuralmente el sistema
y el resto ha sido continuidad.
Haciendo un balance de ambas
convenciones, hubo varios puntos de coincidencias. Entre ellos se
destacan el chovinismo, el sentimiento y presunción de EE.UU. como líder
e impulsor de la democracia, la libertad y los valores a nivel global.
Finalmente, queda en el imaginario el peligro de que unas elecciones tan
importantes para el mundo; por la trascendencia internacional que
tienen las decisiones de la clase dominante de ese país, quede a la
suerte de las estadísticas económicas de último momento y la
manipulación mediática de las grandes transnacionales de la
comunicación.
Más allá de la mediatización, del carisma
de los oradores y las plataformas presentadas, el cierre de las
convenciones denotó un estado de crisis política en el sistema
norteamericano. Las dificultades económicas que enfrenta el país, y la
incertidumbre sobre la salida a los mismos, refleja un panorama donde
ambos contendientes intentan ofrecer el proyecto más seguro para el
futuro del Imperio; aunque ninguno explique el camino hacia las metas
que prometen.
Independientemente de los matices y las
formas que empleen para lograrlo, existe un elemento común entre ambas
figuras y partidos; que es la pervivencia del liderazgo estadounidense y
la consolidación de los intereses de la clase dominante. En este
sentido, se continuarán articulando los instrumentos del poderío
nacional para mantener el predominio mundial. Por tales razones, el
señor Obama no podrá hacer más que lo mismo, si bien un último mandato
le otorgaría mayores “libertades”, al no tener la presión de otra
reelección, los compromisos concertados y los problemas en un Congreso,
presumiblemente sin la mayoría, no serán inferiores.
Respecto a la seguridad nacional, Obama
abogó por re-dirigir los gastos militares que se redujeran, para la
recuperación económica, aunque se sabe que ello no significa que se
eliminarán las amenazas de guerras alrededor del mundo. No obstante, el
llamado Presidente 2.0 precisó: “ (…) después de dos guerras que nos han
costado miles de vidas y más de un billón de dólares (americanos), es
tiempo de hacer algo de construcción de nación aquí”. Ojala, quisiera el
mundo, que las palabras del utópico Premio Nobel de la Paz sean
sentencia en el Pentágono, al menos, sino para lograr revitalizar la
primera economía global, sí para que el mundo tenga algo más de paz.
Y así sigue el paladín de la democracia
formal hasta las elecciones presidenciales, claro que se contará con el
entretenido combate de los debates vice y presidenciales y las
maratónicas entrevistas de Univisión sobre temas latinos, donde Obama y
Romney se defenderán, entre los intríngulis mediáticos de la democracia
formal.
[i] “dreamers” o hijos de inmigrantes indocumentados que llegaron de niños al país.